A pesar de que dormí más de doce horas en el hospital, llego a casa exhausto, y lo primero que hago es subir a mi habitación y tirarme boca arriba en mi cama, mirando el pulcro y blanco techo. Mi cabeza me comienza a doler, y le doy la vuelta a la idea de salir a caminar por ahí, pero me arrepiento al instante, recordando que Jen debe estar en su casa, y Hecuba en la escuela, y no es de mi agrado salir a caminar por ahí, completamente solo.
Me levanto de la cama, voy directo a mi armario, en donde tengo mi laptop, la enciendo y abro mi cuenta de Skype, donde veo a Bryan en línea.
No vacilo en llamarle, y él toma la llamada al instante.
-Charlie - dice Bryan - hace tiempo que no hablábamos, ¿qué tal te va por allá?
- Más o menos - le digo - acabo de llegar del hospital, me dieron un balazo ayer, y hoy en la mañana me dieron el alta.
Después de eso, comenzamos a platicar sobre nuestras aventuras, sobre todo las de él, teniendo en cuenta que se fue a Francia en octubre, vivió toda una aventura al esquiar en pleno invierno en los Alpes franceses; de repente, me dice.- Quiero que veas algo maravilloso.
Entonces, mueve la webcam un poco a la izquierda, hacia la ventana, donde a unos doscientos metros se ve la torre Eiffel con sus espectaculares luces de noche. Claro, teniendo en cuenta la diferencia de horario, aquí son las dos de la tarde, y allá son como eso de las nueve o diez de la noche. Es algo simplemente maravilloso, poder ver la Torre Eiffel directamente en vivo, aunque sea por Skype.
Se me pasa por la mente contarle lo que pasó con Jen y Jafet, pero decido que ya tiene bastante presión por sus exámenes en Europa y la presión por el trámite de su boleto de regreso a México.
Tardamos treinta minutos hablando, hasta que él me dice que debe ir a dormir.
-Amigo - me dice - mañana tengo examen de cálculo diferencial, y es a primera hora, nós vemos pronto Charls, cuídate.
-Adiós Bryan, cuídate.
Eso es todo, después cierro mi sesión en Skype, apago la laptop y tomo mi celular , donde me aburro nada más encenderlo.
Total que decido bajar a tomar algo, un café o un vaso de jugo, quizás.
Bajo las escaleras y me encuentro con un cachorrito labrador color blanco, que comienza a ladrarme y a dar de vueltas al rededor de mí. Veo a mis padres y les pregunto.
-¿y éste perro?
-Es para tí - responde mi padre - con lo que acaba de pasar, pensamos que es mejor que cuando tengamos que salir, tengas alguien con quien quedarte.
-Gracias, es muy gentil de su parte.
- De nada, hijo - me dice mi madre - y ¿qué nombre le piensas poner?
- Buena pregunta - me quedo pensando un rato, levanto al cachorro, lo miro a los ojos, y de repente, se me ocurre un nombre - Bruno, se llamará Bruno.La razón por la que escogí ese nombre, es porque tuve un amigo en primer semestre, llamado Bruno, que convivía con Bryan, Jesús, Hecuba y conmigo, éramos los cinco amigos más inseparables que pudieron haber existido, salíamos al cine, a jugar baloncesto, fútbol y a nadar de vez en cuando; pero todo cambió cuando Bruno salió de vacaciones a Acapulco, ocurrió algo inesperado: justo en la entrada del estado de Guerrero, en una zona de curvas, el auto de sus padres fue embestido por un tráiler de carga, se fue al fondo de un barranco, se incendió y tuvieron que usar grúa para sacar el automóvil. No hubo sobrevivientes. En cuanto Hecuba y yo nós enteramos del accidente, corrimos con Bryan y Jesús a contarle lo que había sucedido; pasaron unos dos días hasta que los cuerpos de Bruno, sus padres y sus dos hermanos llegaron a la funeraria; aún recuerdo el cuerpo sin vida de mi amigo dentro de su ataúd, en aquella fría sala del velatorio; el desfile fúnebre detrás de la carroza que los transportó hasta el cementerio, y también recuerdo ese momento, justo antes de meterlo en ese pozo de tres metros, su última morada, de donde sabía que, una vez dentro, jamás volvería a verle, jamás podría volver a jugar baloncesto con ese jugador tan bueno, jamás volvería a escuchar sus palabras de aliento cuando más las necesitara; recuerdo la pena reflejada en el rostro de su novia, destrozada por aquel trágico suceso que marcaría su vida para siempre; antes de que lo sepultaran, me acerqué al ataúd, abrí la ventanilla de la parte de la cabeza, para verlo por última vez, estaba demasiado desfigurado del rostro, esas mejillas blancas, esa nariz respingada, toda la piel visible, estaba cubierta de ampollas que supuraban, esos ojos verdes estaban cerrados, y nunca se volverían a abrir, gran parte de su rubio pelo estaba chamuscado, no lo soporté mucho, así que cerré la tapa, le di un abrazo al cajón, le susurré "nos vemos pronto, amigo mio", y me fui con mis tres amigos que me quedaban; llorando y lamentandonos la pérdida de Bruno, Hecuba y yo le cantamos una última canción con voces rotas al lado de su tumba, justo cuando lo estaban bajando al fondo del pozo.
Te vas ángel mio, ya vas a partir,
Dejando mi alma herida
Y un corazón a sufrir.Te vas y me dejas un inmenso dolor,
Recuerdo inolvidable
Me ha quedado de tu amor.Pero ahí cuando vuelvas
No me hallarás aquí
Irás a mi tumba, y ahí rezarás por mi.Verás unas letras escritas ahí
Con el nombre y la fecha
Del día que fallecí.•••
En cuanto mis padres escuchan el nombre, se refleja sus rostros una expresión ininteligible, y mi padre me pregunta inmediatamente.
-¿Aún extrañas a tu amigo, cierto?
- Pues, sí, papá - le digo, acercando a mi regazo al perrito - nunca se olvida a una persona que ha influido en uno mismo, se queda por siempre en nuestros corazones.
-Bueno - dice mi mamá, suspirando - por lo menos no se llama Jafet.
Después de eso, se comienza a morir de risa. Y luego mi padre y yo también.
Escucho que tocan el timbre, y como la pantalla de la cámara de afuera está justo enfrente de mi, veo que se trata de Frida, mi hermana mayor, y viene acompañada de sus odiosos hijos y su fanfarrón marido.
Apenas toleraba a mi hermana cuando vivía con nosotros, y ahora es más molesto tener que soportar a Emilio, su esposo, y a Ben y Giselle, mis sobrinos; en primer lugar está Frida, porque se encargaba de que mi vida fuera un infierno día y noche; luego están sus hijos, que hacen un desastre cada vez que vienen a la casa, y encima de todo, suben a jugar a mi habitación, cosa que me enfada; y por último está Emilio, que es un fanfarrón de primera; Emilio tiene un trabajo como ejecutivo de ventas de C&A Jeans, por lo que gana un buen sueldo, pero no compra nada de calidad, siempre compra cosas de segunda mano, y casi todo su sueldo lo gasta en apuestas, ese es el problema, que presume de lo que carece.
-Cuñado - me dice Emilio - ¿ya estás sintiéndote mejor?
- Si comparamos mi estado de ánimo de ayer con el de hoy, he mejorado mucho - contesto, irónicamente.
- Hermano - dice Frida, dándome un abrazo - me alegro que estés con vida, no me imagino una vida sin tí.
Ahogo una risa ante su comentario.
-Ni yo sin tí - respondo, tratando de no partirme de risa - pero algo me corta en seco.
Es el chillido de Bruno.
Giro la cabeza y veo el momento exacto en el que Ben le jala el rabo a mi perro, y éste suelta otro chillido típico de un cachorrito.
Corro y lo cargo con mi mano izquierda, que es la que debo utilizar, y le espeto a Ben.
- ¿podrías comportarte por un solo segundo? Mi perro no te está haciendo nada.
Después de eso, subo las escaleras hasta mi habitación y la cierro de un portazo.
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Hoja de papel
Teen FictionCreo firmemente que todo llega a su tiempo, y aunque me muera de ganas por ser abrazado, por recibir besos y caricias en la oreja, por sentir la compañía y el calor de alguien que esté a mi lado acariciando mi cabello mientras escribo sobre mis "p...