Epílogo

32 3 3
                                    

Jimin y Jungkook tuvieron el sueño hace mucho tiempo, cuando se conocieron, comprar una pequeña casa en la costa del Pacífico en la isla de Majuro. 

Entonces realmente creyeron que algún día podrían darse cuenta y disfrutar de los brazos del sol y la cálida arena. 

Y así sucedió, sólo que este privilegio recayó únicamente en Jungkook. 

Dejó la oficina del fiscal inmediatamente después de que Jimin y Yoko desaparecieran trágicamente de su vida. El tipo ya no quiso asociarse con el lado criminal de este maldito mundo y renunció. 

El fiscal intentó persuadirlo, le pidió que pensara detenidamente y se quedara, pero el detective se mostró firme e inflexible. Dejó el papel con su solicitud sobre el escritorio de su ahora ex jefe, sacó sus modestos bienes de la oficina que alguna vez le perteneció y se despidió para siempre de la Fiscalía General de la Nación para lograr lo que soñaba cuando aún era un joven estudiante. 

Jungkook arrojó todas las cosas necesarias en su maleta, incluida una foto de él mismo con Jimin y Yoko, tomó documentos, dinero y, dejando una nota al dueño del apartamento, se apresuró a ir al aeropuerto. 

El ex detective, ahora un tipo sencillo que desfila por la playa en pantalones cortos, vivió en su pequeña pero acogedora casa en la isla de Majuro durante casi dos años. 

Los residentes locales lo conocían como un joven encantador y eternamente silencioso que llegó a ellos desde el mismo Seúl. Todos los días se levantaba antes que los demás, caminaba hasta la orilla del mar con una fotografía en las manos y se encontraba con el amanecer. 

La gente pensaba que estaba loco por hablar con una fotografía desgastada, pero nadie se atrevió a preguntar quiénes eran el pelirrojo y la chica, que mostraban juguetonamente el puño directamente a la cámara. 

Todo el mundo está acostumbrado a verlo caminar solo con los auriculares puestos. Estos ojos tristes y profundos, que miraban a través del espacio, no podían dejar indiferentes a los transeúntes. 

La gente lo miraba y negaba con la cabeza, y por alguna razón nadie se sorprendió cuando, a la hora del almuerzo, una mujer que vendía frutas tropicales frescas lo encontró muerto a tiros en su propia cama. 

Sus manos ensangrentadas agarraron con fuerza la fotografía y sus labios se congelaron en una sonrisa aterradora. 

Nunca pudo aceptarlo. 

Jungkook esperaba que los cielos fueran tan hermosos como el Océano Pacífico. 

Jungkook esperaba que Jimin y Yoko lo encontraran allí y volvieran a ser felices. 

Jungkook esperaba que todo estuviera bien.

Jungkook encontró la paz tan esperada.

Gracias por leer y no olvides dejar tu voto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Gracias por leer y no olvides dejar tu voto

Oxímoron Negro (Jikookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora