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Johnny había tenido momentos mucho peores y ciertamente esto no es lo peor que le ha pasado en la vida, sin embargo, así de siente.

Doyoung había enviado un solo mensaje para luego desaparecer por completo de su vida y habían pasado casi tres semanas y media de ese mensaje en el cual no explicaba nada y tampoco daba pie a una conversación, Johnny no lo entiende. Doyoung es muchísimo mejor que eso, o al menos eso creía él.

Si bien sabe que no se comportó correctamente no está en situación de esperar, Doyoung lo sabe mejor que nadie y sin embargo, con su silecio y ausencia parece negarse a discutir.

La palabra enojo no le hace justicia alguna a lo que siente Johnny ahora mismo. Una mezcla de desesperación y molestia.

Por supuesto que ha intentando contactar al omega por otros medios, pero Jaehyun le prohibió preguntarle a Taeyong por razones que prefiere desconocer.

Un suspiro lo saca de su ensoñación y debe levantar la mirada de sus manos para mirar el rostro de su madre. Ella se ve cansada, pero no puede estar tan cansada, no más que él.

Están sentados en la cafetería favorita de su madre, un lugar elegante donde todo, desde las tazas de porcelana hasta los azulejos, gritan opulencia. Ella lo mira con una mezcla de curiosidad y paciencia simulada, sus uñas perfectamente pintadas de verde esmeralda juguetean sobre la mesa mientras espera su respuesta.

—¿Me vas a decir qué sucede con ese noviecito tuyo? Llevas toda la semana evitándome —dice, con una sonrisa poco expresiva. Su voz tiene un tono agudo que a Johnny siempre le ha resultado tan irritante como familiar. Cuando el mesero se acerca para cambiar su taza de café, ella hace un gesto despectivo, indicando que está demasiado amargo. Johnny rueda los ojos, la escena era tan típica que casi parece un kdrama.

—¿Importa? —pregunta Johnny, su voz carece de emoción, un tono que había perfeccionado a lo largo de su adolescencia para lidiar con ella. La indiferencia es su mejor defensa después de todo. Pero incluso él puede sentir cómo la tensión en su pecho se hace más densa con cada palabra que pronuncia. No le importa realmente lo que piensa su madre, o al menos de eso intenta convencer a todos, pero ahora, con el tema de Doyoung flotando entre ambos, su paciencia está en un punto crítico.

Ella rie suavemente, pero la risa no tiene calor alguno. Es una risa que usa normalmente para manipular, para mostrar que cree saberlo todo y controlar cada situación. Johnny no puede evitar sentirse atrapado, como si sus pies estuvieran hundiéndose en el barro, y ella lo observara con una mueca de satisfacción.

—Sé que te estuviste encontrando con Yangji —comenta su madre, inclinándose ligeramente hacia adelante, como si lo que fuera a decir a continuación fuera un secreto que compartían—. ¿No te parece correcto dejar a ese niño en paz y salir con una omega de verdad?

Johnny abre la boca para responder, pero las palabras se quedan atrapadas en su garganta. La mención de Yangji lo descoloca por completo, no porque la omega fuera alguien que le importara especialmente, sino porque el comentario de su madre es un recordatorio de la vida que ella imaginaba para él. Un matrimonio arreglado, niños, un futuro que no desea en toda regla.

Yangji, le cae bien, es inteligente y decidida, una mujer que también busca libertad de sus propias cadenas familiares, y es por eso habían hablado en algunas ocasiones. Pero Johnny no comparte del todo su visión. Ella ve un matrimonio falso como una solución, él lo ve como otro tipo de castigo, Johnny buscaba otra cosa, la libertad de decidir qué hacer con su vida, solo.

No, probablemente tampoco pueda con ella, al igual que no puede ahora mismo con Doyoung.

—Doyoung no debería ser un problema para ti, tu problema soy yo. No me voy a casar con Yangji y espero que dejes de molestarme si no quieres que desaparezca de tu vida.

play date.  johndoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora