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Tras llegar a casa de Sicheng, Doyoung solo pudo abrazar a su amigo en busca de consuelo. Él no lloró ni habló por un tiempo, quedándose en esa posición mientras pensaba en lo bajo que había caído, lo alejado que estaba de ser él mismo... ya ni siquiera se reconocería a sí mismo algunos meses atrás.

El Doyoung audaz y centrado se había convertido en un cascarón vacío, la sombra de lo que alguna vez fue, prácticamente su peor pesadilla.

Sicheng permaneció callado, bastante consciente del estado de su mejor amigo y solo hizo preguntas cuando este se alejó con un suspiro.

Cuando Doyoung lo miró a los ojos, le dijo:

—Dime qué pasó.

Doyoung asintió pensando en cómo comenzar, por dónde empezar a contar para no quedar tan mal, pero era imposible. Lo que había pasado esa noche fue la gota que colmó el vaso. Doyoung había tocado fondo y volvia a tener los pies sobre la tierra. Había sido su culpa, en gran parte.

Mientras hablaba, Sicheng lo escuchaba con atención, sin interrupciones, cosa que era casi un milagro viniendo de él.

En cuanto terminó pudo notar que su amigo aún no comprendía, estaba claro que Sicheng no podía pensar en una buena razón que lo llevase a hacer lo que hizo y donde lo hizo. No podía esperar mucho, ni siquiera Doyoung entendía lo que estaba pasando o lo que estaba haciendo últimamente, no podía esperar mucho más de su amigo, quien jamas había pasado por algo similar.

Para Doyoung, era como si desde que conoció a Johnny todo dentro de su cabeza comenzase a funcionar mal, ¿acaso así se siente enamorarse? No... no tenía sentido, de hecho nada tenía sentido, al menos no ahora.

—Doyoung, enserio…— Sicheng le dio palmaditas en la espalda mientras parecía pensar en una solución—.¿Quieres que llame a Chittaphon?

—¿Estás loco?— Doyoung lo miró como si acabase de decir la cosa más estúpida que hubiese escuchado jamás, ciertamente era una opción bastante razonable, pero Doyoung no estaba listo para ver a Chittaphon, o nadie más, ni siquiera a su hermano. Sólo pensarlo le daba ansiedad.

Chittaphon no podría solucionar nada y en el peor de los casos solo lo haría sentir peor. Aún no le había dado una respuesta a su declaración y aunque el mismo alfa le había dicho que no hacía falta, Doyoung le debía una respuesta, no sería tan desalmado, ¿pero ahora?

—¿Por qué? Déjame llamarlo, él sí sabe como ayudarte… Él es mejor con las palabras, ¿no?

Doyoung quiso negarse, pero en cuando vio que Sicheng hablaba muy serio, le dolió el corazón. Su mejor amigo estaba tan asustado como él y no sabía qué hacer.

Sicheng solo tuvo que nombrar a Doyoung para que Chittaphon le dijese que no tardaba en llegar a pesar de la hora. Eso solo lo hizo sentir aún peor.

—Él ya está en camino—. Sicheng dejó de lado el celular y volvió a mirar al muchacho pálido y ojeroso frente a él —¿Por qué no tomas un baño en lo que llega? No te vendría mal… hueles a...

Doyoung suspiró con cierto cansancio, no quería moverse pero su amigo tenía razón. Él de verdad necesitaba una ducha por un sin fin de razones totalmente válidas, empezando por el hecho de que apestaba a feromonas de alfa.

Mientras se desvestía frente al espejo en el baño fue consiente de las miles de marcas rojas que adornaban su pálida piel. Había manos, dedos, uñas y dientes que habían convertido su piel en lienzo. Solo el celo había convertido a Johnny en eso que al parecer Doyoung anhelaba secretamente, un amantes apasionado.

Quiso llorar mientras tocaba las marcas y sentía un cierto grado de felicidad, como si ser marcado cual animal de granja fuese algo de lo que estar orgulloso. Sinceramente lo que más sentía en ese momento era vergüenza y miedo. Vergüenza de él mismo, de la situación y de todo en lo que se había convertido en tan poco. Era absurdo. Y miedo de... no lo sabía exactamente, no era Johnny, eso sí lo sabía. Pero tal vez era miedo de lo que Johnny despertaba en él, el sentimiento de un omega, el pertenecer. Era terrorífico.

play date.  johndoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora