Our moment

48 7 0
                                    

Pov Ale

Mi cuerpo se movió solo, casi sin pensar, como si una fuerza invisible me empujara hacia ella. Mis pasos eran lentos, pero no podía detenerme. La distancia que nos separaba, que antes me parecía infinita, ahora parecía un abismo que debía cruzar, algo que necesitaba hacer, algo que no podía dejar atrás. Me acerqué a Caro, cada vez más cerca, mi respiración acelerándose con cada paso.

Cuando estuve a pocos centímetros de ella, me detuve, pero no podía apartar mis ojos de los suyos. Había algo tan desgarrador en esa mirada, una mezcla de amor no dicho, de todo lo que habíamos callado durante tanto tiempo. Quería gritarle lo que sentía, pero las palabras me faltaban. Mi garganta estaba cerrada, y lo único que podía hacer era mirar, sentir, y acercarme más.

Fue en ese momento que vi cómo Caro se puso de pie, tan lentamente, casi con cautela, como si no estuviera segura de lo que pasaría. Su mirada no dejaba de estar fija en mí, pero sus ojos también mostraban dudas, algo similar a lo que yo sentía. Cuando se levantó, el aire entre nosotras pareció volverse más denso, más cargado de emociones no dichas.

Sin pensar, mi mano se alzó hacia su mejilla, y cuando mi piel tocó la suavidad de su rostro, una corriente eléctrica me recorrió. Era como si al tocarla, todo lo que había estado reprimido durante tanto tiempo se desbordara. Cerré los ojos por un segundo, sintiendo su calor, su cercanía, y una parte de mí, esa parte que había estado esperando por este momento, se sintió completa de nuevo.

Mi otra mano se deslizó por su cuello, sintiendo la suavidad de su piel, y sin poder evitarlo, la atraje hacia mí. Ella no se apartó, y nuestras respiraciones se entrelazaron, el espacio entre nosotras ahora completamente inexistente. Sentí su fragancia, la calidez de su cuerpo, y mi corazón se aceleró aún más. Todo lo que había querido hacer, todo lo que había soñado, lo tenía frente a mí.

Estábamos tan cerca que podía sentir el temblor en su cuerpo, el mismo temblor que había sentido en mis manos antes. Y en ese instante, todo lo que había estado reteniendo dentro de mí explotó. No dijimos nada, pero no hacía falta. Mi mano en su cuello la atrajo aún más hacia mí, y sentí cómo su respiración se agitaba. La necesitaba, la quería, y por un segundo, el mundo exterior desapareció. Solo existíamos nosotras dos, en ese momento, en esa conexión que había estado esperando, temiendo y deseando por tanto tiempo.

Nuestros rostros estaban tan cerca que podía ver las pequeñas imperfecciones de su piel, los detalles que había extrañado tanto. Mi pulso era tan fuerte que me temblaban las manos, pero no quería soltarla. No quería que este momento, que parecía sacado de un sueño, se desvaneciera. Y aunque no dijimos una sola palabra, lo entendimos todo en ese simple gesto.

El aire entre nosotras era espeso, cargado de todo lo no dicho, de todo lo que habíamos guardado durante tanto tiempo. Sentía el latido de mi corazón resonando en mis oídos, y la cercanía de Caro me envolvía como un fuego, incendiando cada centímetro de mi piel. No podía más, no podía seguir contenida. La atracción era irresistible, como un imán que no podía ignorar, y antes de que siquiera pudiera pensarlo, me incliné hacia ella.

Fue un movimiento instintivo, como si todo el universo nos hubiera empujado a este punto, como si el tiempo se hubiera detenido y no quedara espacio para nada más. Sin decir nada, mi rostro se acercó al suyo, y sentí cómo sus labios se abrieron ligeramente, como invitándome a cruzar esa última línea. Mis manos, aún sobre su mejilla y cuello, la atraían hacia mí con una fuerza que ya no podía controlar.

Finalmente, cuando nuestras bocas se encontraron, fue como si todo lo que habíamos sentido, todo lo que habíamos guardado, estallara de golpe. Un beso feroz, apasionado, como si estuviéramos tratando de apoderarnos de lo perdido, de lo que habíamos guardado durante años. Sus labios, cálidos y suaves, se encontraron con los míos con una urgencia que me desbordó. Era un beso lleno de desesperación, de amor no dicho, de todo lo que no pudimos ser. Sentí su lengua rozar la mía, una caricia que era al mismo tiempo un reclamo y una súplica.

Promise - Alejandra VillarrealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora