Salí de la sala con la cara más roja que un tomate. Derek me había besado. Derek. ¿Cómo era posible que ese hombre lograra desconectarme de todo lo demás? Por unos segundos, todo había desaparecido: el dolor, la tristeza, la rabia. Solo quedábamos él y yo, y aunque sabía que el mundo se estaba desmoronando a nuestro alrededor, por ese instante, había sentido algo parecido a la paz.
Respiré hondo, intentando calmar el torbellino de emociones que me atravesaba. Miré el reloj; quedaba poco para salir. Tenía que prepararme. No podía permitirme perder el enfoque ahora, no con lo que estábamos a punto de hacer.
Cuando entré en la sala común, vi a Sara allí. Al verme, vino corriendo hacia mí, con los ojos vidriosos y la cabeza agachada, como si quisiera desaparecer.
—Tessa... —comenzó, con la voz quebrada—. Le hablé. A Derek. Le dije lo que siento, y él... él me rechazó.
Mi estómago dio un vuelco. Sabía que ese momento llegaría, pero no pensé que sería tan pronto ni que tendría que enfrentarlo directamente. La cara de Sara reflejaba una mezcla de pena, vergüenza y vulnerabilidad que me partió el alma.
—¿Qué pasó? —le pregunté, intentando que mi voz sonara tranquila, aunque mi corazón latía desbocado.
—Me dijo que no sentía lo mismo —murmuró, sus labios temblando—. Creo que... creo que incluso le incomodé al decírselo. Dios, qué vergüenza. No sé por qué pensé que... que podía haber algo.
La agarré de los hombros y la obligué a mirarme a los ojos.
—Sara, no tienes nada de qué avergonzarte, ¿me oyes? —dije con firmeza—. Lo que hiciste fue valiente. Abriste tu corazón, y eso no es algo fácil. Él no es para ti, pero eso no significa que no merezcas a alguien increíble.
—No sé, Tessa... —murmuró, limpiándose una lágrima que le resbalaba por la mejilla—. Me siento tan estúpida.
—No lo eres. Ni un poco. Y, escucha, Derek es un idiota la mayor parte del tiempo. Si no puede ver lo maravillosa que eres, es su pérdida.
Sara soltó una risa débil, aunque su rostro seguía teñido de tristeza.
Le di un apretón en los brazos, queriendo consolarla, pero también sintiendo una punzada de culpa en el pecho. Derek y yo habíamos decidido mantener en secreto lo que sea que estuviéramos teniendo. Ni siquiera nosotros lo teníamos muy claro, pero el peso de aquel beso hacía que la idea de mentirle a Sara me incomodara profundamente. Sin embargo, no podía decirle nada ahora. No cuando estaba tan herida.
Las horas pasaron rápido, y pronto ya estábamos listos para salir. En el aire se sentía la tensión, una mezcla de anticipación y miedo. Me acerqué a Max y a Sara antes de irnos.
—Cuida de todo aquí, Max, ¿vale? —le dije mientras lo abrazaba.
—Prometo hacerlo —respondió con firmeza, aunque había algo en su mirada que mostraba cuánto deseaba venir con nosotros.
Luego, me giré hacia Sara y la abracé también. Ella me devolvió el abrazo con fuerza, más de la que esperaba, como si quisiera transmitir algo que no podía poner en palabras.
Matt apareció con el walkie en la mano, interrumpiendo el momento.
—Sara, Max, escuchen. Esto es importante —dijo, con el tono serio que usaba cuando daba instrucciones—. Este canal está reservado solo para emergencias. No lo usen para charlas. Si algo pasa, no importa lo que sea, nos contactan de inmediato. —Pausó un momento, asegurándose de que ambos asentían—. Lo mantendremos encendido todo el tiempo. Estaremos en contacto.
—¿Y si no responden? —preguntó Max, cruzándose de brazos.
—Respondemos —dijo Matt con firmeza—. Pero si por alguna razón no lo hacemos, no intenten buscarnos. Se quedan aquí. Es la única manera de que podamos garantizar que este lugar esté seguro.
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SIN REFUGIO
Khoa học viễn tưởngSeattle ha caído en el caos. Un virus mortal ha convertido a los infectados en criaturas violentas, y la ciudad es ahora un campo de batalla. La oficial Tessa Morgan está atrapada en la comisaría junto a su compañero Matt y un peligroso criminal, De...