El aire estaba cargado de tensión mientras ajustábamos los últimos detalles del plan. Sentía las manos sudorosas, pero no me lo permití mostrar. Mis pensamientos se arremolinaban, mezclándose con el dolor y la rabia que llevaba acumulados desde hace días. Jack estaba cerca, y hoy sería el día en que todo terminaría. Para bien o para mal.
Nos reunimos en el punto de partida, una vieja gasolinera abandonada que habíamos usado para preparar nuestras armas y mapas. Matt estaba inclinado sobre el plano, repasando las rutas y los puntos clave una vez más. Derek permanecía cerca, revisando el cargador de su pistola con expresión seria, mientras Nick observaba las sombras como si esperara que algo saltara de ellas.
—Bien —dijo Matt, levantando la vista hacia nosotros—. Este es el plan: en media hora, nos movemos. Derek y Tessa, ustedes se infiltran y se encargan del generador. Nick y yo distraeremos a los guardias desde el tejado.
—¿Y después? —pregunté, manteniendo mi tono firme aunque mi corazón latía como loco.
—Después aseguramos el perímetro y vamos directo por Jack. —Matt me miró a los ojos, serio—. Tessa, sabemos lo que esto significa para ti, pero no podemos permitirnos fallar.
—No fallaremos. —Mi respuesta salió como un disparo.
La gasolinera era un punto estratégico. Estábamos a unos minutos del pabellón y necesitábamos un lugar tranquilo para repasar el plan, descansar unos minutos y reunir el valor para lo que venía. Cada uno estaba inmerso en sus pensamientos, pero el silencio era pesado, lleno de significados no dichos.
Nick rompió el mutismo, ajustando la correa de su machete.
—¿Qué pasa si no logramos entrar sin que nos vean?
Derek soltó una risa seca, aunque no había humor en su tono.
—Entonces improvisamos. Como siempre.
—No me entusiasma mucho esa opción —murmuró Nick, desviando la mirada hacia el horizonte.
—A nadie debería entusiasmarle. —Matt cortó la conversación, sin levantar la vista del mapa—. Por eso es crucial que todo salga según lo planeado. Derek, Tessa, tienen que apagar ese generador rápido. Si fallamos en la distracción, todo se irá al carajo.
Derek asintió con la cabeza, su expresión impasible. Yo simplemente respiré hondo, recordándome que no había espacio para dudas.
En la penumbra de la gasolinera, Matt y yo nos apartamos un poco del grupo. Él me miraba con esa mezcla de preocupación y firmeza que siempre había sido su manera de demostrarme que estaba allí para mí. Antes de que pudiera decir nada, me rodeó con sus brazos, envolviéndome en un abrazo cálido que me hizo cerrar los ojos por un segundo, dejando que su apoyo me sostuviera.
—Tessa, todo saldrá bien —dijo, su voz baja pero cargada de convicción—. Lo prometo. Saldremos de esto, acabaremos con Jack y luego volveremos con Sara y Max. Encontraremos un lugar seguro. Te lo juro.
Lo miré, intentando sonreír aunque sentía un nudo en la garganta. Matt siempre había sido esa roca firme para mí, incluso cuando todo se desmoronaba. A pesar de lo que había pasado entre nosotros, no se había alejado ni un milímetro.
—Gracias, Matt. No sé qué haría sin ti —murmuré, sintiendo cómo la emoción se apoderaba de mi voz.
—No tienes que saberlo, porque no voy a irme a ningún lado —respondió, apretándome un poco más antes de soltarme.
En ese momento, mi mente se llenó de recuerdos, de todo lo que habíamos compartido en esta pesadilla. Matt era mucho más que un amigo; era mi familia en este infierno. Sabía que él me quería de una forma distinta a como yo lo quería, pero daba gracias a Dios por su lealtad, por no haberme dejado incluso después de saber que no podía corresponderle de la misma manera. Le miré a los ojos y vi la verdad en ellos: Matt estaba dispuesto a quedarse a mi lado, sin importar las circunstancias.
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SIN REFUGIO
Science FictionSeattle ha caído en el caos. Un virus mortal ha convertido a los infectados en criaturas violentas, y la ciudad es ahora un campo de batalla. La oficial Tessa Morgan está atrapada en la comisaría junto a su compañero Matt y un peligroso criminal, De...