El ambiente en All Valley era eléctrico mientras comenzaban las semifinales. Cada movimiento, cada golpe y cada estrategia eran evaluados por un público ansioso. El combate inicial era entre Robby y Axel, una lucha que todos sabían que sería intensa. Sin embargo, nadie estaba preparado para la agresividad que Axel mostraría desde el primer momento.
Axel, capitán del dojo Iron Dragons, estaba más serio y despiadado que nunca. Sus movimientos eran rápidos, precisos, pero cargados de una fuerza brutal que iba más allá de la técnica habitual. Robby, aunque experimentado, se veía en desventaja, esquivando como podía los ataques de Axel, quien no dudaba en utilizar técnicas ilegales para ganar ventaja.
Un golpe particularmente fuerte hizo que Robby cayera de rodillas, sujetándose la pierna con una mueca de dolor. El árbitro detuvo el combate por un momento, pero Axel permaneció impasible, con los puños apretados y la mirada fija en su oponente.
Desde la esquina, Daniel LaRusso y Johnny Lawrence intercambiaron miradas preocupadas.
—Esto no está bien —murmuró Daniel, apretando los labios—. Si sigue así, Robby no podrá continuar.
Johnny, sin embargo, se mantuvo firme.
—Ese chico ha pasado por cosas peores. No se rendirá, pero necesitamos asegurarnos de que pelee con inteligencia, no con orgullo.
Robby se levantó, cojeando ligeramente, y pidió continuar. Axel no mostró misericordia y reanudó el combate con más intensidad. Esta vez, logró derribar a Robby nuevamente, y un giro malintencionado casi provoca una fractura en su pierna. El árbitro intervino otra vez, pero la tensión ya era palpable.
Nosotros unicamente observabamos a tan solo unos metros, el equipo de Miyagi-Do miraba con el corazón en un puño. Sam estaba al borde de las lágrimas, y Miguel apretaba los puños, luchando contra el impulso de intervenir.
—Esto no es justo —susurró Samantha—. ¿Por qué lo están permitiendo?
—Porque es parte del juego sucio de los Iron Dragons —respondió Miguel con un tono sombrío—. Pero Robby puede con esto.
Yo observaba en silencio, mi preocupación aumentando con cada segundo. Ver a Robby en esa situación me partía el alma, pero también me llenaba de rabia.
Cuando finalmente terminó el combate, Robby perdió por decisión técnica, pero estaba visiblemente afectado tanto física como emocionalmente. Daniel pidió una reunión inmediata con todo el equipo en el vestidor.
—No puedo seguir viendo esto —dijo Daniel con voz grave, mirando a cada uno de nosotros—. Hemos entrenado para ganar, pero no a costa de nuestra seguridad ni de nuestros valores. Lo que vimos hoy no es solo falta de respeto al karate, es un reflejo de lo que ocurre cuando las cosas se salen de control.
Hawk cruzó los brazos, frustrado.
—Entonces, ¿qué se supone que hagamos? ¿Dejar que nos aplasten como a Robby?
Daniel negó con la cabeza, pero fue Johnny quien tomó la palabra.
—Esto es lo que les he estado diciendo desde el principio. A veces, para ganar, necesitas estar dispuesto a pelear como ellos, pero sin cruzar la línea. No se trata de ser Cobra Kai como antes, se trata de tomar lo mejor de lo que sabemos y usarlo para patear traseros de forma limpia.
Daniel respiró profundamente, como si las palabras de Johnny le costaran aceptar, pero finalmente asintió.
—Si queremos ganar este torneo y mantenernos fieles a nuestros principios, necesitamos integrar ambos enfoques. La disciplina de Miyagi-Do y la agresividad estratégica de Cobra Kai.
—Eso suena bien y todo —interrumpió Demetri—, pero, ¿quién liderará esta nueva mezcla de estilos?
Robby, aún adolorido pero claramente interesado, levantó la mirada.
—Acepto si Miguel y... —dudó un momento, mirándome—, si ustedes dos son los capitanes. Necesitamos liderazgo firme y neutral.
La propuesta me tomó por sorpresa, pero antes de que Miguel respondiera lo interrumpí levantándome.
—Estoy dentro. Pero solo si Tory regresa al equipo. Ella merece estar con nosotros, no con esos locos.
Todos se giraron hacia mí, analizando mi respuesta. Sentí el peso de la responsabilidad, pero también la necesidad de tomar una decisión por el bien del equipo.
—Seremos capitanes, pero debemos trabajar juntos como un equipo, dejando nuestras diferencias atrás.
Esa noche, Tory llegó al dojo con una expresión llena de inseguridad. Fue Robby quien la recibió primero com un gran abrazo, acciónque me hizo sonreir, seguido de Samantha, quien, para sorpresa de todos, se mostró abierta a su regreso.
—Sé que no ha sido fácil para ti —dijo la castaña—. Pero si estás aquí, es porque quieres hacer las cosas bien.
Tory asintió, emocionada por la aceptación que estaba recibiendo.
Con el equipo reunido y una nueva estrategia en mente, estábamos listos para enfrentar las finales. La confianza comenzaba a regresar, y aunque el camino había sido difícil, estábamos más unidos que nunca.
El verdadero reto, sin embargo, estaba apenas comenzando.