Athena.
El auto avanzaba con suavidad por las calles de Berlín, iluminadas por las luces doradas de la ciudad. Era una de esas noches en las que el mundo parecía detenerse, como si nos concediera un breve respiro después de todo lo que habíamos pasado. Una pequeña burbuja de paz. Aunque sabía que, con nosotros, cualquier momento de calma era solo el preludio de algo más.Miré a Dorian, su perfil definido y serio mientras conducía. Una de sus manos estaba en el volante, la otra descansaba sobre mi rodilla, un gesto que podría parecer casual, pero que para mí lo decía todo: protección, conexión, pero sobre todo, posesión.
El murmullo de la radio llenaba el silencio entre nosotros. Una canción comenzó a sonar, la melodía era suave pero cargada de intensidad. Reconocí los acordes al instante, cuando oí la voz del cantante, no pude evitar sonreír.
"Take me into your loving arms... Kiss me under the light of a thousand stars..."
-¿Ed Sheeran? -pregunté, alzando una ceja.
Dorian soltó una pequeña risa, un sonido grave y relajado.
-¿Demasiado sentimental para ti?
Negué con la cabeza, dejando escapar una risa suave.
-No lo sé...Quizá no esperaba que fueras del tipo que escucha Thinking Out Loud.
-¿Y tú? -respondió él, con esa sonrisa arrogante que tanto me frustraba y encantaba al mismo tiempo-. ¿Qué clase de música esperabas? ¿Ópera? ¿Algo más oscuro, tal vez?
Rodé los ojos.
-Quizá algo más acorde a tu personalidad. Esto es demasiado... -Me interrumpí, pero él ya sabía lo que iba a decir.
-¿Romántico? -completó, divertido.
Me crucé de brazos, fingiendo indiferencia, pero entonces Dorian hizo algo inesperado. Bajó el volumen de la música y comenzó a cantar.
Su voz no era perfecta, tenía una profundidad y calidez que no me permitían quitarle los ojos de encima, una sonrisa tonta se dibujó en mis labios.
-¿Qué? ¿Nunca has visto a un hombre enamorado cantando para su chica? -dijo sin apartar los ojos de la carretera, con una sonrisa evidente en sus labios.
-No sabía que el gran Kaiser cantaba.
-Solo por ti, rubí.
La calidez en mi pecho era abrumadora, casi demasiado para soportarla. Pero en lugar de resistirme, me rendí. Apoyé mi cabeza en el asiento, cerré los ojos por un momento, y me uní a él.
"When your legs don't work like they used to before..."
Cantamos juntos, a nuestra manera, con risas interrumpiendo las notas y algunas líneas mal cantadas. En ese momento, el resto del mundo dejó de importar. No éramos el Kaiser y su rubí, no éramos dos almas rotas tratando de reconstruirse en medio del caos. Éramos solo nosotros.
Cuando la canción terminó, el silencio regresó, pero esta vez estaba lleno de algo más. Algo suave, reconfortante.
-¿Por qué siento que este momento de calma es peligroso? -murmuré, rompiendo el silencio mientras miraba por la ventana.
-¿Qué quieres decir? -preguntó, su tono curioso pero alerta.
-Cuando todo está demasiado tranquilo o perfecto... -Me giré hacia él, encontrando su mirada por un instante-. Es cuando algo malo siempre pasa.
Él apretó un poco más mi rodilla, como si intentara asegurarse de que no me iría a ningún lado.
-No esta vez. -Su voz era baja, pero había convicción.
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El rubí del Emperador [+18]
Romance-¡Lang lebe der Kaiser! -clamaron, sus voces reverberando como un decreto inquebrantable de poder. Athena Harrison llevaba cuatro años sobreviviendo en el club nocturno Heaven's, un lugar donde los sueños morían y las almas eran consumidas. Había ol...