Me desperté aunque no supe en que momento me había dormido, alguien está encima de mí, me voltee y era Sarah. Está cogiéndome de almohada personal, volteo a ver a los lados y a la parte derecha estaba Lizeth con un libro en la mano y leyendo ensimismada.
- Pensé que no te ibas a despertar.- dijo sin dejar de leer, me aterra su concentración. Que se note el sarcasmo.
- Es que ella-dije señalando a Sarah encima mío- me tiene incomoda. Se repite la historia de cuando éramos niñas.
- Ya casi llegamos, es mejor que la despiertes... con cuidado. –levanta su ceja y sigue con su lectura.
Moví a Sara del asiento pero estaba prácticamente muerta, no se movía, claramente respiraba pero no se movía, respire y volví a moverla pero nada.
- Yo de ti, le echo agua.- dijo pasando una hoja, abro mi boca para reclamar, ella misma me dijo que la despertara con cuidado.
- No, después me mata. –me excuso.
El plan lo estaba trazando meticulosamente cuando por el altavoz avisaron que nos abrocháramos los cinturones, lo cual hizo que Sarah se despertara.
- ¿De qué me perdí? –habla acomodándose el vestido, cabello y maquillaje ligeramente corrido.
- De nada, por cierto, me babeaste la blusa. –señalo la mancha. –además de que ese chico de allá, -señalo con mi dedo. –te escucho roncar.
Ella abre sus ojos ante el comentario y agacha la cabeza, ante su comportamiento rio, a lo que ella entrecierra los ojos y se da cuenta de la pequeña mentira.
-Eres una mentirosa Isabella O'connell. Y eso, -señala la mancha. - Eso se quita con agua y jabón, pero mejor siéntete alagada, porque cuando sea famosa ni las volteare ni a mirar a ninguna de las dos. –señala a Lizeth y a mi repetidas veces.
- En tus sueños- dijo Lizeth guardando su libro.
- ¿ustedes no creen que vamos a molestar a Paula?- dije pensativa, cambiando el tema.
- No creo, además mis padres me dijeron que hablaron con los padres de Paula antes de mandarnos. –Lizeth se gira para mirarnos.
- Espera... ¿se pusieron de acuerdo para mandarnos juntas? –pregunte asombrada.
- Pues eso parece.-dijo Sarah bostezando- ya no nos soportan.
-! Por Dios ¡si somos unos angelitos.- dijo Lizeth haciendo un puchero y con las manos juntas como si fuera a rezar.
- Angelitos con cachos, ya ninguno de nuestros padres confía en nosotras, y menos cuando estamos juntas. Creen que vamos a hacer explotar el mundo. –Sarah sonríe ante su propio comentario.
- Y entonces cerebrito, ¿Por qué nos mandaron juntas?- dijo Lizeth mirándome con una ceja alzada.
- Pues no sé, algo se traen entre manos. Además, estamos a cargo de los padres de Paula, así ellos se lavan las manos si nos llegamos a meter en problemas. –concluyo.
- Esa es una posibilidad pero o será que quieren... pues... no se hagan las bobas, ustedes saben.-dijo alzando las dos cejas y chocando sus dedos índices. –vamos a tener hermanos muy pronto.
- Deja de pensar en cochinadas Sarah, siempre colocando el mal ejemplo.-dijo Lizeth algo seria.
- Para que lo vamos a negar, ¿nunca han pensado en eso? –ella alza sus cejas nuevamente y Lizeth niega repetidas veces.
Gracias a Dios aterrizamos, y por fin Sarah se calló. Abordamos un taxi y nos dirigimos a la casa de Paula. Bajamos las maletas y se me hizo raro que no abrieran las puertas, si se escuchaba a kilómetros las quejas de Lizeth con el taxista por el valor que estaba cobrando.
- Señor tenga,- le pase el dinero- y tú, -la señale- deja de hacer escándalo.
El taxista se fue hablando entre dientes y tocamos la puerta, nadie nos abrió.
- Y, ¿si se fueron? –pregunto mirando a mis amigas.
La puerta se abre y capta nuestra atención, un hombre de unos 25 años nos mira, estaba algo sudado y con la cara roja, tenía una T-shirt negra, que le resaltaba los ojos. Me quedo embobada mirando, tiene... buen... cuerpo. Nos miró a cada una sin decir nada y me sentí intimidada, sus ojos no me dan buena espina. Lizeth y Sara iban de vestido y yo con unas botas negras, un pantalón negro y la camisa a cuadros azul cielo. Trágame tierra y escúpeme en Hawái.
- ¿y ustedes son...? –su voz sale gruesa y un poco ronca.
- Nosotras somos las a... –habla Sarah pero calla.
En ese momento llego Paula, gritando como loca acompañada de Carolay, nuestra amiga y prima de Paula.
- Por fin llegaron. Me tenían esperando.-dijo Paula emocionada.
-¿ya durmieron? –Carolay nos mira emocionada al igual que Paula.
- ¿Y qué tiene que ver eso?- dije.
- Porque nos invitaron a una fiesta.- Paula choca su mano con Carolay.
- Algo.-dijo Sara he inmediatamente la mire seria, ella me sonríe inocentemente.
- Bueno, y que esperan, alistémonos. –Lizeth habla caminando en dirección a la entrada de la casa.
Pasamos a la sala, y pude notar como el hombre que nos abrió nos miraba, me sentí algo rara, lo habíamos ignorado y Paula no dijo nada.
Seguimos hablando y llegamos directamente a la habitación de Paula ya que esta y otra más estaba en la primera planta, se había quedado con una habitación en la planta baja para que no la pillaran cuando llegara de sus fiestas. En la segunda planta estaban la de los padres de Paula, del hermano y otras más de huéspedes. Me tiro sobre la cama de Paula y observo el pecho. Algo roza mis pies. Era Peeta, el perro Golden Retriever de Paula, en sus dos patas media como un metro con veinte de alto. Se me abalanzo encima.
- Se nota que te extraño. –todas me miran.
- Y yo a él. ¿Cierto Peeta?-lo admito parecía retrasada mental, me encantan los perros.
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Escapando de él
Ficção AdolescenteSalir a vacaciones de la universidad, algo que todos disfrutamos y como siempre me he considerado "Familiar" quiero pasarlo con mis padres pero como para ellos siempre es primero los negocios me dejan abandonada, y no exagero. Irme donde una de mis...