Capítulo 57 | Una mujer diferente

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Dakota.

Me estiro sin ser consciente de donde estoy, pero al abrir los ojos vuelvo a caer en la realidad.

Volteo molesta para ver al pirado, pero no lo encuentro en la cama.

Genial, me apetecía desayunar sin ese loco viéndome todo el tiempo.

- Ya tengo lo que pediste. - me enderezó asustada al oír su voz.

- Se dice, buenos días. - entorno mis ojos mientras lo veo salir del baño.

- Tienes razón. Debe ser un hermoso día para ti porque amanecimos juntos.

Ruedo los ojos cansada y me levanto ignorándolo. Lo rodeo y voy al baño a asearme.

- ¿A qué cosa te referías? - habló con el cepillo en mi boca.

- Tu psicólogo. Tomás, ya lo consiguió. He adaptado una habitación para que tengan las sesiones, hoy no te podré acompañar. Pero que sepas que este también trabaja para mí, no intentes nada.

- Solo intentaré superar este trauma. - lo ignoro y voy directa a mi habitación para cambiarte.

- ¿A dónde vas?

- Ha cambiarme.

- Acá está tu ropa.

- No me pienso cambiar frente tuyo. - lo miró indignada.

- Para eso existe el vestidor. - dice con obviedad sin dejar de mirar su teléfono.

- Bien. - me doy la vuelta, pero el veloz me sujeta de la cintura y lo miro mal. - ¿Qué quieres?

- Un beso. O tal vez varios. - fija su mirada en la mía y siento un frío alarmante pasar por mi espalda al reconocer tan bien esa expresión.

Me niego a creer que se parecen tanto. Gregory es el ser más hermoso que he conocido y este es un maldito lunático.

- Ya lo he dicho. Mis besos son algo de lo que no puedes disponer tan a la ligera.

- ¿Por qué? - pregunta él sin vergüenza.

- ¿Por qué? - le ladro - Déjame que te lo recuerde. - aferro mis uñas a su brazo sin dejar de mirarlo desafiante. - Me secuestraste. me tienes acá contra mi voluntad, me estas quitando lo que mas quiero y sobre todo, lo que más me enfurece es que te parezcas tanto a mi difunto mejor amigo.

- No lo entiendes...

- Yo lo estoy entendiendo todo maldito loco. - tomó aire para no perder lo que queda de mi control y lo miro buscando alguna respuesta. - Según tu ¿Qué no entiendo?

- Solo quiero que me dejes de ver como un enemigo, yo estoy de tu lado, mucho más que eso. Estoy a tus pies.

- Demuéstralo. - mi orden es clara.

El hombre lo entiende y sin despegar su mirada de la mía desciende hasta llegar al piso y se arrodilla bajo mi mirada. Mi cuerpo se adormece ante sus ojos oscuros y sonrió.

Esto está siendo más sencillo de lo que pensé.

- Sé que esto te gusta. - sujeta mi mano y le da un beso en el dorso.

- Me iré a alistar.

Suelto su mano y le doy la espalda dejándolo arrodillado a mi voluntad.

Tiene razón, esto me gusta. Me gusta tener poder.

***

Este psicólogo me tiene sentada hace un rato.

- ¿Dónde está? - le preguntó a Tomás desde el sofá.

Sin ConocernosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora