Capítulo 37 | Confía

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Vancouver es una ciudad hermosa, los edificios con el contraste del mar me hace sentir como en un sueño

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Vancouver es una ciudad hermosa, los edificios con el contraste del mar me hace sentir como en un sueño. Y también estar en este edificio me hace sentir muy grande.

Llegamos del vuelo a tiempo para la reunión de los chicos. Aron me trajo a su oficina para esperarlo aquí y la verdad me ha dejado muy impresionada. Esta es una oficina grandiosa en todos los sentidos, se nota que pasa mucho tiempo aquí.

El lugar es grande y elegante, pero siento la esencia de Aron aquí. Sobre su escritorio de vidrio hay una foto de su madre, Asher y Aron. La foto es preciosa, les calculo a los chicos unos 12 años, pero se ven muy guapos hasta a esa edad y ni qué decir de su madre. Regina era una mujer realmente hermosa, esa foto me transmite amor. El gran amor que le tenía a sus hijos, no puedo evitar ver borroso por las lágrimas que amenazan por salir.

- Acá estas – una voz que conozco muy bien se hace presente. Su voz sigue siendo muy reconocible para mí, aunque sea más madura la recuerdo tan bien.

Rápidamente me limpio la lágrima que se escapa cuando parpadeo y me volteo para ver a Asher.

Me es imposible no admirarlo por un segundo. Lo he extrañado tanto que me parece irreal tenerlo frente a mi.

- Si, Aron me dijo que lo esperara acá. Mientras descanse un poco y me cambie – me acerco reuniendo la poca tranquilidad que tengo.

- Solo te informo que Aron es un cabrón, todavía tiene cosas que hacer y me pidió de favor llevarte a comer algo – me informa mientras se recuesta en el marco de la puerta.

¿Se puede ser más guapo en esta vida?

Me quedo sin aire en el momento, pero soy consciente de que debo decir algo.

- No soy una niña, no es necesario que lo hagas.

- Claro que es necesario, no te quiero buscar por la ciudad después si te pierdes – responde de mala gana.

- Entonces vamos a comer juntos – murmuró más para mi misma ignorando lo que dijo antes.

Asher asiente y mi mente maquina las formas de hablar con él sin que se sienta incómodo por lo que pasó o sin que las cosas empeoren.

No hay mucho que decir.

- ¿Nos vamos?

- Claro – tomo mi bolso junto a mi maleta y lo sigo hasta el ascensor.

Al abrirse este veo a un señor mayor como de unos sesenta años, lo resaltante es que viste de una forma muy elegante y transmite un aura de formalidad increíble.

- Joven Asher – saluda el señor a Asher en cuanto lo ve, pero rápidamente me ve a mí y sonríe de una forma muy amigable – Dakota – me sorprende que sepa mi nombre.

- Abuelo. – lo saluda Asher incómodamente.

¿El es el abuelo de los chicos?

Mi mirada se intensifica y los nervios me toman.

Sin ConocernosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora