EXTRA #2

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Gregory.

Hace dieciséis años.

No estoy seguro cuando el sentimiento tomó tanto poder sobre mí, pero puedo recordar perfectamente cuando nació.

El primer y único flechazo que he sentido en mi vida.

Apenas tenía seis años cuando la vi por primera vez. En mi cerebro aún está impregnada su imagen.

Ella tenía un vestido blanco y estaba llorando detrás de unos juegos.

En cuanto mis ojos chocaron con los de esa niña me vi totalmente obligado a ir con ella.

Son azules es lo primero en lo que pensé al ver sus ojos grandes y llorosos.

¿Por qué lloraba?

Mamá me había dicho que si veía a alguien llorando tenía que preguntar por educación.

¿Qué educación?  Yo solo quería dejar de verla triste, yo sabía que se sentía eso y no quería que ella lo estuviera.

- ¿Por qué lloras? - me acerque lo suficiente para notar que su largo cabello negro olia a algo dulce.

Sus ojos se abrieron en mi dirección con mucha curiosidad y un toque de incredulidad.

Levantó su pequeña mano y me señaló a la fila de papás con sus hijas.

Estábamos en un gran parque de juegos, donde mis padres me dejaban los fines de semana.

Era un gran lugar lleno de niños sueltos a diestra y siniestra. A todos nos ponían brazaletes GPS y podíamos ir a las diferentes actividades donde nos trataban como adultos y jugábamos.

Pero ella me estaba señalando de las pocas actividades en la que los padres participaban.

Esa era la de las princesas. Ahí las niñas se vestían de princesas y los padres de príncipes y se paseaban así por toda la mini ciudad de juegos.

- No me dejaron ser una princesa. - sollozo.

¿Por qué? Si ella era lo más parecido a una que había visto en mi corta vida.

- ¿Por qué y tu papá? - su sollozo fue más grande y me asuste al sentirme culpable.

- Yo no tengo uno. - no sabía el porqué, pero odiaba verla llorar.

- Eso no importa, vamos ahí. Yo seré tu príncipe. - tome su mano y al instante sentí mucha felicidad.

- ¿De verdad? - sus ojos me miraron con un brillo único que me convenció a pasearme como un príncipe, aunque yo quería ser un bombero.

Ahora quiero ser un príncipe.

- Vamos. - la jale dentro de la tonta casa de las princesas.

- ¿Y sus padres? - la encargada nos miró con una sonrisa.

- Se fueron, queremos que nos coronen. - rodé los ojos porque sabía que debía seguir con el juego.

- ¿Tu serás su príncipe? - me miró con una sonrisa de ternura y sentí la mano de ella temblar.

- Si, yo seré su príncipe. - sonreí.

- Bienvenidos altezas. - nos guió hacia atrás y nos separaron. - Vamos a darle su traje, príncipe.

Sonreí al verla ir con otra encargada a la zona de niñas.

Al entrar al lugar donde me cambiarían me di cuenta que sólo había adultos que me miraban con ternura.

- Que lindo principito. - uno sonrió al verme y tímidamente bajé la mirada.

Segui a la encargada y me ayudó a ponerme un saco con detalles dorados.

Me vi frente al espejo con una mueca al sentirme un poco tonto.

Esto no se parecía al traje de bomberos, ese tenía un casco y era rojo. Yo quería ser bombero para poder ir en el carro de los bomberos y bajar por un tubo.

Esto no se parecía.

- Su corona su alteza. - levanté la vista cuando me terminaron de peinar y me colocaron la corona dorada. - Su princesa la espera.

Me guiaron fuera nuevamente y vi que no estaba la niña.

- ¿Ella? - salió mi murmuro al entender que no sabía su nombre.

- Ahora viene su princesa. - me sentaron en uno de los dos tronos y el camarógrafo sonrió al verme.

Voltee a donde se había ido antes la niña y en ese momento salió con la más grandes de las sonrisas.

Sus ojos irradiaban felicidad y ya no había rastro de sus lágrimas.

Llevaba el mismo vestido, pero también tenía una corona y estaba más peinada.

Sonreí al instante y ser un príncipe me pareció lo más genial que alguna vez había podido existir.

¿Ser bombero? Nah me podía quemar, prefería ser un príncipe. Siempre y cuando ella fuera la princesa.

- Princesa. - me pare al recordar lo que dijo mi mamá.

"Siempre se caballeroso Gregory"

Y según eso debía hacer muchas cosas, como guiar a la niña a su asiento.

- ¡Gracias! - corrió a mis brazos y por primera vez me quedé sin aire.

- Vengan, siéntense para la foto su altezas. - aviso el señor del frente y lo mire con una mueca aun sintiendo los brazos de la niña.

- Perdón. - se separó de mí y se sentó en su silla. Yo sin dejar de verla tomé asiento en la mía.

- Sonrían. - aviso.

Fui incapaz de voltear a la cámara mientras la veía sonreír, pero de igual forma sonreí mirándola.

- ¿Cómo te llamas? - ella me miró después del flash sin borrar su sonrisa.

- Soy Gregory. - recibí la foto y la guarde en mi bolsillo. - ¿Tú cómo te llamas princesa?

- Mi nombre es Dakota Waldorf.


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Un bonito extra para que lloren un ratito. Digamos que es un regalo de navidad.

Besos desde el mas allá.

Mia.

Sin ConocernosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora