EXTRA #3 | Un cumpleaños diferente

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Aron.

Intento sonreír mientras veo a papá, Clarissa y al abuelo cantando.

Estoy seguro que lo hacen para que no sienta la ausencia de mi madre, ha pasado poco más de medio año desde su muerte.

Y a ellos recién los veo desde hace como dos meses, mismos dos meses que llevo en Vancouver, meses horribles si soy sincero.

Todo porque no puedo sacar de mi cabeza esos ojos azulados brillantes. Todo dentro de mi la quiere de vuelta, pero soy consciente de que no es lo mejor para los tres.

- Pide un deseo, Aron. - me dice Clarissa acercándome el pastel.

La quiero a ella, quiero a Dakota de vuelta.

Deseo que cure sus heridas y que vuelva conmigo.

Soplo la vela con su imagen en mi cabeza.

Dejo que me abracen y salgo de la habitación con un nudo en la garganta.

Ya es tarde y tan solo quisiera saber que está bien, oír su voz. Tan solo verla un segundo.

Vuelvo a mi habitación y desde la ventana veo a Asher salir de un carro totalmente ebrio.

Por supuesto que está sanando con alcohol, al instante cierro mi cortina.

No lo quiero ver.

Me importa una mierda que sea mi cumpleaños, eso de hecho no me importa mucho, pero me molesta que se esté comportando de esa forma.

Cierro mi puerta porque sé que todo allá abajo se va a volver un lío cuando su mamá lo vea de esa forma.

Me dejo caer en mi cama y tomo mi teléfono.

Aún tengo su numero.

Mi jodida perdición.

Me vuelvo a confirmar de que si lo es.

No la llamo hace cincuenta y ocho días. No lo intenté de nuevo al darme cuenta de que ella necesitaba soltar.

¿Y si lo intento ahora?

Solo quiero saber si está bien.

No pierdo nada.

Le doy al teléfono y lo pego a mi oreja como si quisiera solo yo escuchar lo que hay detrás.

Un timbre. Nada

Otro timbre. Nada

Quizás no fue la decisión correcta.

Otro timbre. Nada.

Si no me contestó antes. ¿Por qué lo haría ahora?

Otro timbre. Nada

¿Tan poco le importo? ¿Ni en mi puto cumpleaños me va a contestar?

Me manda al buzón y lleno de frustración tiro mi teléfono a la puerta, pero no soy consciente de que Asher está ahí.

Mi teléfono se estampa contra su abdomen.

- Lo merezco, soy un mal hermano. - entra cerrando la puerta y deja mi teléfono a mi lado.

- ¿Qué haces acá? - frunzo el ceño al verlo con una sonrisa de ebrio.

Es la única forma en la que sonríe, sobrio ya nunca lo hace.

- Mamá me dijo que subiera a disculparme.

- No me importa.

- ¿Oíste una disculpa? - ruedo los ojos. - Feliz cumpleaños.

Sin ConocernosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora