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No puedes cambiar a las personas,
pero si como te afecta.

El aire dentro de la casa se sentía denso, cargado de una tensión sofocante. La puerta se cerró con un sonido hueco a sus espaldas, y por un instante, el mundo pareció quedarse en silencio. Frente a él, Quackity lo miraba con los brazos cruzados, la mandíbula apretada y los ojos nublados por una mezcla de rabia y dolor.

Habían pasado días desde la última vez que se vieron, desde que todo se vino abajo con un rumor, con una mentira que él—su propia pareja—había creído sin dudar.

Q- Habla.

Luzu tragó saliva, sintiendo cómo su garganta se secaba. No sabía por dónde empezar, pero tenía que hacerlo.

L- Yo... —intentó hablar, pero su voz sonó débil, rota.

El otro lo miró, con los ojos llenos de expectativa y resentimiento.

Q- ¿Tú qué? —espetó, con frialdad—. ¿Vienes a decirme que lo sientes? ¿Que ahora sí confías en mí?

El castaño sintió un nudo apretándose en su estómago.

L- Me mintieron —dijo al fin, con un hilo de voz—. Me hicieron creer que tú... que todo entre nosotros era una mentira...

Q- ¿Y lo creíste? —lo interrumpió su pareja, su voz subiendo un poco, cargada de amargura—. ¿Ni siquiera me preguntaste? ¿Ni siquiera me diste la oportunidad de explicar antes de asumir que todo lo nuestro era falso?

El golpe de esas palabras fue peor que cualquier insulto. El de ojos color rubí bajó la mirada, sintiendo una punzada en el pecho.

L- No sabía qué pensar... —susurró.

Q- ¡No sabías qué pensar porque nunca confiaste en mí! —Quackity estalló, dando un paso hacia él, sus ojos ardiendo de frustración—. ¡Dime la verdad culero! ¿Siempre tuviste esa duda dentro de ti? ¿Siempre creíste que era capaz de algo así?

L- No... —negó con la cabeza, pero su voz sonó débil.

Q- ¡Pero lo creíste cuando te lo dijeron! —Dejó escapar una risa sarcástica, llena de rabia y decepción—. ¿Sabes cual es tu problema Luzu?, que tú nunca tomaste el tiempo para conocerme bien. Bastó con que alguien viniera y te susurrara algo al oído para que me tiraras a la basura.

Luzu sintió un escalofrío recorriéndole el cuerpo. No había pensado en eso hasta ahora, pero su pareja tenía razón. No había luchado por él, no había dudado de la mentira... había dudado de él.

L- No es así... —intentó decir, pero su pareja negó con la cabeza.

Q- Entonces dime qué es. Explícame cómo se supone que debo sentirme ahora. Porque yo... yo te amaba —su voz se quebró en la última palabra, y eso dolió más que cualquier grito—. Te amaba con todo lo que soy, y aun así, fui el primero en quien dudaste.

Un silencio desgarrador se instaló entre ellos.

El más alto sintió un ardor en los ojos y la respiración pesada. Quiso acercarse, tocar su mano, hacerle entender que todo había sido una trampa, que nunca quiso dudar de él.

Pero su pareja dio un paso atrás.

Q- No sé si puedo perdonarte por esto... —susurró, con la voz temblorosa—. No sé si quiero.

Esa frase fue como un puñal directo al corazón.

L- Por favor... —susurró devastado, sintiendo cómo las lágrimas querían escapar.

Quackity cerró los ojos un momento, respirando hondo, tratando de calmar el torbellino en su interior. Cuando los abrió de nuevo, su mirada era un reflejo de su dolor.

𝒪𝒿𝒶𝓁á || 𝓛𝓾𝓬𝓴𝓲𝓽𝔂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora