Capitulo 27

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Habían pasado tres meses y el cuerpo de Taehyung estaba completamente recuperado. Claro que no se salvaba de tener cortes de vez en cuando en su cuerpo, pero ya casi JungKook no lo dañaba, al menos si desobedecía sus órdenes.

Hoy era el gran día, el día en el que iría al edificio número uno ubicado en Busan. Después de comer el corazón humano, todo se había tornado tétrico, mucho más que antes.

JungKook lo llevaba casi siempre al lugar donde tenía a los humanos y lo hacía ver cómo se comían entre ellos. Lo llevaba al matadero y a veces lo obligaba a ver o hacer que le quitara la piel a los jóvenes que llegaban y que estaban casi muertos.

No lloraba, no suplicaba, no hacía nada. El Taehyung de hace meses se hubiera puesto a rogar, suplicar que no lo hiciera ver aquello, pero este Taehyung ya se había acostumbrado. Y sabía que era inútil tratar de hacer que JungKook cambiara de opinión respecto a obligarlo a ver cosas que no quería.

Mientras ambos iban en el auto rumbo al nuevo edificio, la mente de Taehyung divagaba entre sus pensamientos, manteniendo una pregunta en mente. La cual se la diría al mayor.

-JungKook -llamó Taehyung-. ¿Qué pasaría si no hubiera comido el corazón ese día?

-Te hubieran matado -respondió JungKook.

-¿Q-Qué? -jadeó Taehyung por la sorpresa de aquella respuesta. JungKook asintió, dándole a entender que le decía la verdad.

-Hubieran corrido todos hacia ti si no comías ese órgano. Todos te miraban con el ceño fruncido porque no hacías ni decías nada, simplemente llorabas -le contó-. Hubiera comido cada parte de tu cuerpo lentamente, haciendo cada mordida dolorosa. Arrancando pedazos de piel con sus mordidas, lamiendo la sangre que saldría, arrancando tus brazos de una manera salvaje sin la necesidad de un cuchillo.

-Ellos son así y ni yo mismo podía ayudarte. Son las reglas y las reglas nunca se rompen. Aunque, rompí una: adueñarme de un inquilino -dijo JungKook.

JungKook lo miró. Esa mirada no pudo ser descifrada por Taehyung. Era una mirada llena de leve fastidio, leve burla, y no podía descifrar lo demás.

-Desde siempre hemos dejado en claro que no podíamos romper ni una de las reglas, ya que la desobediencia sería pagada con la muerte o, en el caso, ser mordido por los extraños hasta casi morir.

Regla número uno: no podemos asesinar a personas que no entren al edificio.

Regla número dos: no podemos asesinar policías, y si lo hacemos, es cuando el mismo esté investigando nuestro edificio. Esa regla fue rota por mi antiguo ayudante, por eso lo maté.

Regla número tres: no podemos quedarnos con ningún inquilino que llegue al edificio. Yo rompí esa regla, pero soy el jefe, así que no me pueden hacer nada. De lo contrario, mueren por manos de los sicarios que me protegen.

-¿Sicarios? -preguntó Taehyung.

JungKook asintió.

-Sí, tenemos protección de parte de las tres mafias. Nosotros ayudamos a la venta de órganos, así que nos dan protección. Y en caso de que intenten matarnos o hacernos algo, una persona subirá toda la información sobre ellos.

-Oh, dios. JungKook, ¿c-cómo mataste a tu ayudante?

JungKook sonrió.

-Eso es sencillo de explicar. La noche antes de que tocara a tu puerta con la excusa de que me dieras un recorrido por el edificio, Soyeon llamó por teléfono después de que atendiera a una persona en mi consultorio. Mi exayudante estaba asesinando a un policía que llegó esa mañana al edificio a investigar la desaparición de un antiguo inquilino; lo ahorcó frente al edificio y lo acuchilló -le contó, apretando la mandíbula al recordar la estupidez que hizo el exayudante-. Cuando llegué, abrí la puerta; fue tan descuidado porque ahí en ese lugar había cámaras. Después de abrir la puerta, enterré una inyección que contenía anestesia que duerme todo el cuerpo; lo hacemos nosotros cuando vamos a matar, es mortal y te mata lentamente. Después de la inyección, comencé a ahorcarlo. Mis demás inquilinos lo llevaron a un terreno abandonado, al cual fui después de las tres de la mañana. Terminé despedazando el cuerpo y repartí los brazos y demás extremidades a los extraños de la granja.

Taehyung estaba asustado. Si cometía un error, lo pagaría muy caro. Sin darse cuenta, ambos llegaron al edificio uno. Era casi igual al de Seúl, solo con la diferencia de que este estaba más modernizado que el otro en Seúl. El de Seúl daba un mal aspecto de descuido.

-Bien, dejemos la plática para después. Este es el edificio, Taehyung -señaló JungKook.

Ambos entraron al gran edificio, mirando las paredes blancas y el piso tapizado de mármol blanco, dando un aspecto que transmitía tranquilidad. La música jazz que sonaba por todo el lugar hizo que Taehyung se relajara ligeramente.

-¿Te gusta? -preguntó JungKook.

-Sí. Es lindo. Nada parecido al otro edificio -respondió Taehyung.

-Este fue el segundo edificio que puse con el dinero del primero, el cual ya está en ruinas y bajo tierra. Te quedarás aquí, supervisor. Cualquier cosa que se te haga extraña, debes decirme, por más pequeña que sea. Ahora, necesito mostrarte la parte más divertida de esto -dijo JungKook con un tono escalofriante, sonriendo a Taehyung.

JungKook tomó la mano de Taehyung y lo guió a la parte baja del edificio, parecía ser casi un sótano. En ese lugar, olía como el demonio. Olor a sangre seca y fresca inundaba todo el lugar, al igual que un olor nauseabundo a muerto. Había pedazos de lo que suponía eran trozos de piel y músculos. Había diferentes artefactos para quitar los órganos, al igual que instrumentos quirúrgicos para abrir el cráneo. Había máquinas grandes de tortura de la santa inquisición.

-¿Es grandioso, cierto? -preguntó JungKook.

-Uy, sí. Grandioso -dijo Taehyung con sarcasmo.

JungKook rodó los ojos y se acercó a él, acorralándolo en la pared tintada de rojo.

-Oh, vamos. Lo verás así por días o tal vez semanas, pero cuando te acostumbres, lo verás como lo más grandioso. Te quitas el estrés haciendo esto -dijo JungKook.

-Claro, porque matar gente quita el estrés -respondió Taehyung.

-Aunque no lo creas, sí lo hace -dijo JungKook y lo besó. Era un beso lento y suave, el cual Taehyung correspondió con gusto.

Cuando se separaron, Taehyung dejó un poco en los labios del mayor. Aunque quisiera negarlo, los besos del mayor le gustaban, al igual que sus labios.

-Nos veamos en la noche, Taehyung. La recepcionista te dará un recorrido. Cura tus heridas y no hables con nadie, sino quieres un castigo. Y sabes a lo que me refiero -le dijo JungKook.

Taehyung asintió tembloroso y miró cómo el mayor se retiró del lugar con la cabeza en alto y un semblante intimidante.

Taehyung salió del sótano y caminó con dirección a la recepción, donde encontró a una chica de cabellos rojos, quien le sonrió amablemente. Aunque sabía que era una simple máscara, nadie de ahí era bueno.

© 𝐒𝐓𝐑𝐀𝐍𝐆𝐄𝐑 𝐅𝐑𝐎𝐌 𝐇𝐄𝐋𝐋 | KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora