Capitulo 36

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El primero en despertar, como siempre lo hacía, fue JungKook.

El castaño dormía profundamente sobre el brazo derecho de JungKook, con un puchero inconsciente debido a las pesadillas que lo atormentaban.

JungKook observó la expresión aparentemente tranquila del castaño, quien fruncía el ceño levemente cuando, en sus sueños, JungKook lo asesinaba a sangre fría. El menor tenía un puchero apenas visible en sus labios. Algo que el mayor no se dio cuenta en lo absoluto fue que Taehyung tenía rasguños profundos en los muslos, brazos, clavículas y unos cuantos en ambas mejillas. Por lo que supuso, tal vez entre sueños se comenzó a rasguñar como hacía tiempo lo hacía. De los rasguños salían leves gotitas rojas, puesto que eran algo profundas.

Taehyung entreabrió los ojos, acostumbrándose a la luz cegadora del sol que daba directo a su rostro.

Su vista enfocó la habitación. A pesar de haber dormido, se sentía levemente desorientado y su cuerpo dolía.

Al mirar a su derecha, pudo distinguir a su pelinegro tormento. JungKook lo miraba atentamente, con intensidad, escaneando cada movimiento que hacía.

Pegó un leve brinco cuando el mayor lo jaló hacia su cuerpo. Taehyung quedó pegado al pecho del mayor, sintiendo su respiración caliente dando directo a su rostro.

—Buenos días, café con leche —dijo JungKook.

—¿C-Café con leche? —preguntó en un susurro.

—Sí, por tu cabello castaño —respondió con obviedad—. Tenemos que levantarnos a desayunar, al igual que tenemos que hablar sobre tu teatrito de ayer —le recordó.

Taehyung asintió sin decir palabra alguna; no quería que el pelinegro se enfadara de nuevo, porque podría golpearlo o, en el peor de los casos, cortarlo con la navaja hasta el cansancio, como meses atrás hacía.

JungKook se levantó de la cama con rapidez, tomando al castaño por los muslos para llevarlo al baño, cepilló sus dientes, al igual que los propios, curó los rasguños en la mejilla color canelita y lo duchó.

Cambio su ropa por unos shorts cortos y una camisa negra que compró especialmente para él. Después de dejar al castaño en manos seguras, o sea, con Soyeon, se metió a darse una larga ducha.

Cuando salió, Taehyung estaba sentado en el sillón mirando una serie que Soyeon le había puesto.

—Taehyung —llamó. El menor lo miró atentamente.

Taehyung mentiría si dijera que JungKook no tenía un cuerpo de infarto. Era musculoso, pero sin llegar a ser exagerado; su cabello pelinegro, levemente largo y mojado por la reciente ducha, y su pecho al descubierto lo hicieron sentir sus piernas temblar levemente.

Joder, que cuando ambos follaron por primera vez había sido lo más rico que sintieron en su vida. JungKook se sabía mover demasiado bien a la hora de tener sexo, arremetiendo en su interior tan deliciosamente que quería repetirlo.

—¿Ya terminaste de mirarme? —cuestionó JungKook, mirándolo con burla. Taehyung lo había comido con la mirada por minutos largos.

Soyeon, al ver el rumbo de la conversación... Salió huyendo.

—No estaba mirándote.

—Ajá. ¿Soyeon te preparó algo?

Taehyung asintió, tomó el plato que tenía en sus piernas y se lo mostró al mayor; era fruta picada con yogur y frutos secos.

JungKook asintió y se dirigió a la cocina ante la atenta mirada del menor. Taehyung lo siguió con la mirada hasta que se perdió.

Dos horas después, ambos estaban acostados de vuelta en la cama, con Taehyung encima de JungKook.

—¿Cómo fue que desarrollaste los trastornos que tienes, Taehyung? —preguntó sin tapujos.

Taehyung tragó saliva. No sabía cómo hablar de ello.

—Desarrollé los trastornos que tengo por traumas de la infancia y adolescencia —le respondió, dejando de hablar cuando los recuerdos llegaron a su mente como cascadas—. Cuando tenía entre siete y ocho años de edad, uno de mis tíos abusó sexualmente de mí. Se aprovechó cuando salimos a un supermercado; lo hizo en los baños del lugar —le confesó. Su mirada estaba perdida y sus puños apretados—. Ahí desarrollé ansiedad y miedo a los baños de cualquier lugar, incluso los de mi casa. Tengo esquizofrenia paranoide; aparentemente, fue hereditaria por parte de mi abuelo materno.

Taehyung miró a JungKook, quien tenía el ceño fruncido y la mandíbula apretada fuertemente, mientras le apretaba la cadera.

—¿Tu tío... sigue con vida?

—Sí, está encerrado en una cárcel de máxima seguridad aquí en Seúl.

JungKook asintió. Tal vez, tal vez le daría una visita al tío de su dulce canelita.

—Y a los catorce años de edad fui apuñalado múltiples veces, ahorcado y casi asesinado por dos hermanos. Ahí desarrollé TID, trastorno de identidad disociativo. Ah, después de haber sido abusado, mi padre alcohólico me golpeaba —se rió sin gracia alguna—. Vivía en una casa llena de abusos; mi padre era alcohólico, abusaba de mi madre cada vez que quería, me golpeaba a mí y a mi hermana hasta mandarnos al hospital. Los amigos de él abusaban de mi madre. Así fue durante muchos años, hasta que ustedes llegaron. Un señor nos ayudó a mi madre y a nosotros a refundirlo en la cárcel por toda su nefasta existencia.

JungKook no sabía que decir, simplemente estaba mudo. Ahora era momento de que él le contara lo que vivió.

—¿Tú tienes algún trauma? —preguntó Taehyung.

JungKook asintió.

—Sí. En realidad no le llamaría trauma, pero te contaré. —Honestamente, mi odio hacia las personas cuerdas creció conforme yo lo hice. La primera vez que aborrecí a una persona cuerda de la cabeza fue cuando uno de nuestros vecinos trató de matarnos a mi familia y a mí. En ese entonces tenía siete años y Na-yeon entre cinco y seis, no recuerdo muy bien. El vecino se acercó por la madrugada a nuestra casa con un galón de gasolina, un arma y cerillos. No sé cómo fue que él se enteró de la condición de mi madre, hermana y yo, puesto que nadie fuera de nuestra familia lo sabía.

Taehyung lo miraba atentamente.

—Él entró a mi casa cuando todos dormíamos. Primero se acercó a mi habitación, pero él no sabía que lo estaría esperando detrás de la puerta con un cuchillo en la mano para matarlo. Ese fue mi primer asesinato; siempre me había dado curiosidad ese tipo de cosas, a pesar de mi edad tan corta —se burló cuando recordó ese día—. Al día siguiente, mis padres entraron a mi habitación y encontraron al tipo muerto, con un charco de sangre alrededor.

<< Tenía las tripas de fuera, la cabeza estaba en la esquina de la habitación. Ese mismo día, mi habitación fue limpiada a profundidad. La segunda vez los odié mucho más cuando hablaron sobre el trastorno de mi madre, diciendo que era una puta loca y que seguro sus hijos eran iguales. Pero, por supuesto, que lo eran; somos peores. La tercera persona fuiste tú. Tu actitud amable y tierna me causó asco. La repudiaba. Intenté matarte, pero no pude y tampoco me dio tiempo. Me llevaron a un hospital psiquiátrico junto con Na-yeon —Jungkook contaba aquello con tranquilidad, perturbando al menor—. Después de que el hospital se incendiara, cosa que fue causada por una persona cuerda por odio a los locos, y mi madre muriera quemada, prometí asesinar a todas las personas que llegaran a mi edificio.

De un momento a otro, Jungkook paró de hablar y lo miró fijamente. Con intensidad y en un rápido movimiento, Taehyung fue puesto debajo del cuerpo de Jungkook. El mayor se posicionó sobre él y le susurró al oído.

Todos menos tú, Kim Taehyung.

Taehyung miró al mayor con ojos enormes, llenos de lujuria y satisfacción ante tales palabras. Se fundió poco tiempo después en un beso rudo, lleno de saliva, sonidos obscenos, roces y gemidos.

© 𝐒𝐓𝐑𝐀𝐍𝐆𝐄𝐑 𝐅𝐑𝐎𝐌 𝐇𝐄𝐋𝐋 | KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora