Sabía que no era buena idea lo que iba a hacer, pero, si no lo hacía, estaba muy segura de que todo se iría a la mierda.
Las cosas en el edificio no estaban bien, para nada. Desde que Taehyung y JungKook hablaron sobre las cosas que marcaron sus vidas, todo se había vuelto mucho más oscuro. Taehyung se la pasaba metido en sus pensamientos de nuevo; no hablaba, no quería comer, al menos no que fuera JungKook quien le diera de comer; ahí sí comía. Solo quería estar acostado en su cama y quedarse ahí todo el tiempo.
Mientras que, por el lado de JungKook, era mucho más descuidado respecto a los asesinatos.
Mataba por impulso, no planeaba todo y después lo hacía; no, no era como antes.
JungKook ahora enganchaba a las personas que pasaban por la calle a altas horas de la madrugada. Las llevaba al edificio, los llevaba a la parte del sótano, los torturaba y después elegía la carne con sumo cuidado, para después dejar el cuerpo o lo que quedaba de él en terrenos baldíos.
Los restos de las personas fueron encontradas varios días después de su desaparición, por pedazos.
Cada día aumentaba el número de muertes, poniendo en un estado de alerta a los vecinos cercanos e incluso a la policía, que ya se encontraba investigando todos los asesinatos cometidos por aquel asesino en serie.
La sed repentina de sangre que JungKook presentaba era tanta que mataba alrededor de 10 personas cada semana o cada dos semanas. Sus manos estaban manchadas de sangre, llenas de la carne de sus víctimas, la cual disfrutaba con deleite.
JungKook, al igual que Taehyung, se la pasaba en su propio mundo, susurrando cosas al oído del menor mientras dormía, cosas como: “Eres mío, eres mío, eres mío.” “Nadie podrá separarte de mí, ni siquiera la muerte.”
Taehyung lograba escuchar aquellos susurros y murmuros aunque dormía profundamente. Las veces que ambos dormían juntos o comían juntos, terminaban teniendo sexo duro o, en pocas ocasiones, tenían sexo suave, diciéndose cosas al oído mientras JungKook lo penetraba o Taehyung se penetraba a sí mismo.
Soyeon estaba harta de ver cómo, cada día que pasaba, Taehyung se iba hundiendo cada vez más. Él no reaccionaba al ver asesinatos; había quedado completamente mudo, y la única manera en que lograban que hablara era simplemente mandándolo con ella. Es por ello que se hicieron mucho más cercanos.
Soyeon, al saber lo que se sentía vivir en carne propia todo lo que el menor veía y le hacía sentir, quería ayudarlo.
Quería sacarlo de ese tormento, aunque muriera ella en el intento.
Es por eso mismo que se encontraba manejando rumbo al edificio Edén; ahí tenía a los detectives Nayeon y Seojoon.
Quería hacer que ellos llamaran por teléfono a sus compañeros policías para que los buscaran.
Y si aquello no funcionaba, ella misma iría con la policía, llevaría pruebas y dejaría que todos fueran atrapados y liberados.
Taehyung iba junto a ella, sumido en sus pensamientos como todas las veces. La pierna derecha del menor se movía con rapidez, mordisqueaba sus uñas por la ansiedad y sus ojos se movían frenéticamente, mirando alrededor del bosque frondoso.
La mayor, cada vez que veía eso, intentaba sacar plática, aunque la mayoría de las veces simplemente eran asentimientos y negaciones por parte del menor, ya que no podía articular palabra alguna, a menos que se sintiera seguro con la persona.
Iban llegando casi al lugar donde todo comenzó; Taehyung, cada vez que pisaba ese lugar, tenía ataques de pánico y ansiedad demasiado grandes, terminando por desmayarse.
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© 𝐒𝐓𝐑𝐀𝐍𝐆𝐄𝐑 𝐅𝐑𝐎𝐌 𝐇𝐄𝐋𝐋 | Kookv
Misterio / Suspenso𝐒𝐅𝐇 | 𝐊𝐕 | 𝗘𝗱𝗶𝗳𝗶𝗰𝗶𝗼 𝗘𝗱é𝗻: Taehyung, un joven que acababa de mudarse a Seúl, Corea del Sur, se enfrentaba a un desafío común: encontrar un departamento asequible. Con un sueldo modesto, sabía que tendría que renunciar a los lujos y bu...
