Capítulo 1

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Voy en una carrera hacia mi clase de contabilidad. Estoy tarde gracias a que la noche anterior mi compañera de cuarto, Taylor "Zorra" Moore, estuvo follando a uno de sus tantos novios en su cama... a tres metros de la mía. No lograba sentirme cómoda escuchando los "ohh", "ahh" y "joder" de ambos; así que terminé por deslizarme hacia el cuarto de mi amiga Donna Wilson, aún lograba escuchar sus horribles sonidos de "amor" cuando llegué y me acomodaba en su cama de un metro. Sí, fue realmente incómodo para las dos.

Nos levantamos a las siete treinta y mi clase inicia a las ocho quince —tenía el tiempo en mi nuca— grito y corro a mi habitación para encontrar el trasero de "como se llame" y las tetas de Taylor al aire. Con la misma sudadera y pantalones de dormir, calzo mis converse negros y amarro en un moño estilo cebolla mi cabello, lentes y libros... Listo. El maquillaje y mis perfumes para después. No era como si quisiera impresionar a alguien, era un punto invisible en esta inmensa universidad y era feliz así.

No soy una mujer gorda, pero tengo demasiadas curvas, lo cual me hace poco interesante en comparación con las Barbie de cabello oxigenado en la universidad. Aunque sí ha habido algunos chicos que prefieren comer carne a ruñir hueso. Pero por ahora no estoy interesada en las relaciones.

Miro mi teléfono y son las 7:55, corro al Juan Valdez de la esquina de mi bloque para intentar comprar mi café. Bruno está de turno hoy, posiblemente tenga lista mi dosis diaria y no tenga que esperar mucho. Llego a el café y ¡santas camisetas rosadas! toda la maldita facultad de las Barbie están usando sus "brillantes camisetas rosadas" mientras piden café. Hay demasiadas personas aquí hoy.

Ésto sólo me pasa a mí.

Diviso a Bruno en medio de unos brazos y tetas de silicona —todo parece indicar que hoy es el día del caucho, hay muchas con eso en las tetas y el trasero aquí hoy— está sonriendo mientras sostiene mi precioso café. Vuelvo a correr hacia él, cuándo una pared de músculo se atraviesa en mi camino. Soy una chica pequeña, un metro sesenta. Cualquiera superior a esa medida es un gigante para mí, en ocasiones me he preguntado si soy un Hobbit y aún no me he dado cuenta.

—¡Oye tú, pared andante! Puedes por favor quitarte de mi camino. Necesito ese café de ahí o sino comenzare a dispararle a todo el mundo.

El chico pared voltea y ¡Santa madre de Dios!

—Hola cariño, soy Darren Barker ¿Cómo te llamas tú caramelo? —Esa voz baja y ronca, esos ojos azules, esa boca carnosa llena de promesas, ese cuerpo delicioso, su cabello negro y la sonrisa de lobo.

Sólo eso necesito para quedar flechada de él. Darren —sexy y caliente como el infierno— Barker.

¿Quién puede resistirse a un hombre sexy como él?

Vamos Celeste, sé fuerte.

—Qui.ta.te —Reacciono a tiempo para no dejar que sus increíbles ojos sigan derritiendo mi cuerpo—. Chus. Chus. Chus.

—¿Me estas chitando como a un perro? —Su frente se arruga pero su boca esta torcida en una sonrisa.

—Sí, se dice que los perros y los hombres son seres con casi el mismo cerebro y comportamiento...

—Ajam. —Se cruza de brazos y levanta una de sus cejas—. ¿Debo tomar eso como un insulto entonces?

—Tómatelo como quieras, ahora ¿podrías por favor despejar el camino? Debo tomar ese café e ir a clases. Todo eso en los próximos... —Miro mi reloj 8:00—, ¡Mierda! Sólo quedan quince minutos. ¡Quítate por favor!

—¿Vas vestida así a clase? —Sus ojos viajan desde la punta de mi moño hasta mis pies.

—Sí —contesto mientras trato de pasarlo, es inútil—. Mi profesor no es Gabriel Emerson y en mi clase no está Travis Maddox, por lo tanto, no hay nadie que amerite esfuerzo alguno.

Tu Plato De Segunda MesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora