Capítulo 9

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Después de que Darren sale de mi cuarto, lloro.

Jamás me había sentido tan humillada.

Sobre las seis de la mañana Tay regresa y me encuentra despierta, con los ojos hinchados. Lo que hace que llame Donna, que entra como huracán a mi cuarto sin haberse cambiado siquiera de pijama.

Les relato lo que sucedió y vuelvo a llorar. Las chicas lucen furiosas y me exigen, como si fueran mi mamá, que no vuelva a ver a Darren, lo cual es irónico, ya que en un principio fueron ellas quienes me impulsaban a que hiciera algo con él.

No salgo de mi habitación hasta la hora de ir a trabajar, al llegar, saludo a todos y disimulo mi malestar. Fabio y Cecci hoy estarán en la cocina y el resto nos encargaremos de las mesas. Cipriano saluda seco y normal a Tay lo que la confunde y desconcierta.

Después de unas horas el restaurante está totalmente lleno, estoy tan ocupada que no me da tiempo de pensar en lo que sucedió anoche ni en lo que se debe estar diciendo de mí a estas alturas.

Sobre las seis pasadas de la tarde, unos chicos del equipo ingresan, apenas me notan, comienzan a dirigir sonrisas sugestivas.

Mierdástico, están sentados en mi lado así que debo ir a atenderlos.

—Buenas tardes ¿Qué desean tomar? —pregunto de una manera cordial, pero sin sonreírles.

—No lo sé cariño, que nos ofreces tú. —Uno de los chicos que no tengo idea como se llama responde mientras los otros se ríen. Dani, que está con ellos, los fulmina con la mirada y me da una mirada de disculpa.

—No seas idiota Garret —Ahí tenemos el nombre del idiota del año—. Hola Celeste.

Sonrío a Dani. —Hola Dani

—Queremos una napolitana y una Creamkitchen, nos regalas por favor tres sodas y dos cervezas.

—Perfecto ¿Algo más?

—Sí, ¿Cómo tienes el pan? ¿Está seco? ¿Mojado? O ya está ¿no apto para consumo? —Sus amigos se ríen, sé a qué se refiere el imbécil cuando habla de pan—. Me gustaría saber si tenemos la oportunidad de probarlo, un amigo ya lo hizo y dijo que es muy bueno.

Inmediatamente me tenso...

¿Darren dijo eso? ¡Oh Dios Mío!

No puedo creer el descaro de ese imbécil, Garret sabe que ha afectado un nervio así que sonríe con suficiencia.

—Entonces su amigo tiene buen gusto. Nuestro pan es único, para paladares exquisitos y no cualquiera tiene la oportunidad de saborearlo, lastimosamente en este momento está agotado —Logro responder, entre dientes, cocinando mi indignación a fuego lento—. ¿Alguna otra cosa?

Los amigos del chico abren sus mandíbulas y se burlan de su compañero, creo que lo dejará ir al ser humillado delante de ellos, pero al parecer quiere jugar conmigo hoy. Me toma del codo antes de alejarme.

—Vamos a aclarar una cosa cariño, cuando una puta se abre de piernas para uno del equipo, debe abrirlas para todos. Ya Darren tuvo lo suyo, ahora debemos disfrutar nosotros de ello. No te hagas la importante. —Su otra mano trata de tocar mi trasero, la empujo lejos con un fuerte manotazo—. Todos aquí sabemos cómo son las de tu clase...

—Garret déjala. —Dani intenta defenderme.

—Cállate virgencito, si dejaras de ser tan imbécil tal vez y obtengas algo de esto también. —Esta vez logra tocar mi trasero. Mi ira se enciende y con toda la indignación del mundo, le arrojo la libreta en su cara.

—¡Tócame otra vez maldito imbécil y juro por lo más sagrado que usaré tus pelotas para el ping pong!

Cipriano, al escuchar mi grito de furia, se apresura hacia mí.

Tu Plato De Segunda MesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora