Capítulo 29

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Aparcamos en un puesto de comidas rápidas, en realidad es un pequeño camión adaptado como un restaurante. Hay mesas de picnic a su alrededor. Nos ubicamos en una, y una chica se dirige hacia nosotros con dos menús.

—Nunca había estado aquí —murmuro, mirando con asombro a mí alrededor.

—Bueno, siempre hay una primera vez para todo. —Se encoje de hombros

—Ajam —musito mientras la chica llega a nosotros, se acomoda el cabello y plisa su falda.

—Hola, ¿qué deseas? —Me rio entre dientes al ver como la chica me ignora para prestar su total atención a Darren, no se me escapa tampoco la insinuación en sus palabras.

Tan cliché.

—Hmm ¿Qué deseas tú, conejita?

¡A ti maldita sea!

Me rio un poco cuando la expresión de la chica cambia al ver como Darren no muy sutilmente la ignora y hace más que obvia mi presencia.

—Quiero una Súper Burguer por favor, con cebolla y tocineta extra, —Los ojos de Darren sobresalen al escuchar mí pedido—. También quiero papas y una Big Cola.

—Guau. ¿De verdad te gustan las hamburguesas? —dice, asombrado.

—Lo siento amigo, no soy de esas chicas que comen lechuga frente a los chicos y luego se drogan en azúcar y harina en casa. —Me encojo de hombros—. Si me invitas a comer, comeré sin regordimientos.

—¿Regordimientos? —dice, divertido—. Interesante —Una sonrisa ilumina su rostro.

Nuestra mesera se aclara la garganta, llamando nuevamente la atención hacia ella.

—¿Y tú? —pregunta con coquetería. Que confianzuda—. ¿Qué deseas?

Esta vez no puedo evitar reírme fuerte. La chica me fulmina con la mirada y vuelve a sonreírle sugestivamente a Darren, que luce divertido.

—Lo mismo que conejita —dice. Me guiña un ojo y le sonríe a la camarera, que prácticamente está babeando en la mesa.

—Si me das una buena hamburguesa te daré su número y su dirección —digo. La camarera Candy se sorprende Las cejas de Darren están tan arriba de sus ojos que debo morder mi labio para no reírme.

—¿Perdón? —dice la Candy, con el descaro de lucir ofendida.

—Seamos honestas, el chico es sexy como el infierno. Te gusta, quieres que te invite al baño para hacer cositas sucias o posiblemente quieres llevarlo a casa y que te castigue —declaro con total despreocupación. Darren me observa divertido, tratando de no romper a carcajadas—. Que te haga ejercitar ciertas partes el cuerpo... y bla, bla, bla. Yo sólo quiero que me atiendas bien, me des una buena hamburguesa y un gran vaso de refresco, estoy realmente hambrienta y sedienta. Te ahorraré el trabajo si me das lo que quiero.

La chica se encuentra demasiado ofendida o demasiado incrédula y congelada en su sitio mirándome.

—¿Así que yo no tengo voz ni voto aquí? —Darren se recuesta en la silla flexionando sus brazos detrás de su cabeza—. Quiero decir, al fin y al cabo, el sexy y caliente chico soy yo. Por lo menos podría obtener algo también.

—Es lo justo —acuerdo, mordiendo una sonrisa—. Siendo tú quien deberá quemar esas calorías más tarde con ella.

—Podríamos trabajar los tres, ayudarte a ti también con esas calorías. —Su mirada es intensa, pero a la vez divertida, su boca esta ladeada de esa manera sexy y coqueta—. ¿Qué dices? —Darren mira a la chica, que está estupefacta—. ¿Trío?

Tu Plato De Segunda MesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora