El martes fue mortalmente tranquilo, es decir, esperaba más acosadores o alguna mierda parecida. Pero no, es increíble que la noticia sea desechada tan pronto... eso es raro.
Asistí a las clases de la mañana sin ningún percance. Ni siquiera vi a la perra de las perras y sus perritas. Ningún mensaje o insinuación... nada, cero, negativo, inexistente.
Voy a mi turno de la tarde en Domino's, donde Cipriano y Tay actuaron como una vieja pareja de melosos. Estuve a punto de vomitar dos veces por tanta dulzura entre ellos. Cecci y Fabio nuevamente están felices de ver a su hijo con Tay, Marco, sin embargo, luce triste. Desde que llegó hace unas horas de clase, está cabizbajo.
—¿Qué pasa, hermoso? —pregunto recostándome junto a él en la barra.
—Hola Bella. —Me sonríe tímidamente. Marco es un chico muy apuesto, pero cuando sonríe, incluso yo, estoy propensa a ser una asalta cunas.
—¿Por qué esa carita? Eres demasiado lindo para estar así de cabizbajo
—Yo... este bueno. Questo é difficile.
—Vamos, sabes que lo haré fácil para ti. ¿Es una chica verdad? —Asiente—. ¿Cuál es el problema con la chica entonces?
—Me gusta, como realmente gustarme.
—¿Y?
—Es demasiado bellissima, alegre, viva. Pero, ayer, cuando estábamos hablando sobre el baile y dije que no iría, se enfadó conmigo. No me habla.
—Tal vez ella quiere que la invites al baile
—Yo no puedo.
—¿Por qué? Estoy segura de que tus padres te dejaran salir sin problema.
—Eso no es el problema, bella. Yo... no sé bailar —susurra avergonzado.
—Sólo es eso. ¿El no saber bailar es lo que te impide llevar a la chica de tus sueños al baile?
—No sé bailar y es un baile.
—¿Cuándo es?
—¿Qué cosa?
—El baile, Troiloo.
—En un mes.
—Perfecto, tenemos el tiempo para esto.
—¿Para qué?
—Para enseñarte a bailar.
Decidido, Marco tomará clases conmigo los lunes, miércoles y domingos. Termino mi turno cerca de las ocho y, para mi sorpresa, Darren se encuentra fuera del restaurante, esperándome.
—¿Qué haces aquí?
—Tengo problemas con la clase del señor López. —Lo miro incrédula, él es increíblemente bueno en esa clase—. Está bien, quería verte. —Levanto una ceja y me cruzo de brazos—. Cristo, mujer... está bien, tengo hambre. Quiero Donas.
—¿Qué? ¿Crees que soy tu máquina de hacer donas?
—No, eres una buena amiga y alimentaras a este pobre hombre.
—Dijiste que eras rico.
—Lo soy.
—Entonces ve y compra Donas.
Hace una mueca como si le hubiera dicho que comiera excremento.
—¿Cómo crees que voy a comprar donas cuando tú sabes hacer las más increíbles, deliciosas y únicas? Estas matándome aquí, mujer.
—Está bien sígueme en tu auto.
Se apresura a su auto como si el diablo lo persiguiera. Me río mientras lo veo siguiéndome a casa en su Camaro.
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Tu Plato De Segunda Mesa
Любовные романыDarren Barker es el hombre al que amo, pero él ama a otra. ¿Qué hago yo al respecto?... ser la mujer a la que acude cuando Daisy Brook rompe su corazón. Sé que está mal, sé que me usa, pero no puedo decir que no. Soy adicta a él, lo amo como no he a...