Capitulo VIII

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 Estaba tirada en mi cama viendo algunas películas de comedia comiendo como una gorda, literalmente. Era mi domingo, ya había echo mis deberes y había apagado mi teléfono. Nadie ni nada iba a molestarme ahora. Cada tanto me gustaba apartarme del mundo.

- ¡Atenas! ¡Atiende el teléfono es para tí!-gritó mi madre desde el piso de abajo y bufé.

-¿Hola?.-pregunté de mala gana.

-Uff, al menos andas viva. Te mande miles de mensajes, ¿en dónde te metiste?. En fin, ven a mi casa antes de que explote. No puedo con matemática, no podemos llevarnos bien, nos odiamos. Ayúdame por favor.-dijo Riker desesperado y reí.

-¿Acabas de decir por favor? Me muero.

-Ja ja, que chistosa.-dijo sarcástico.- ¿Vendrás o no?.

-Espera, ¿todos los ejercicios que imprimí para tí?.-recordé.

-Me limpié el culo con ellos, ¿para que más sirven?.

-¡Riker! ¿Ahora quién es el chistoso?.-dije molesta, dios era tan fastidioso a veces, no se puede hablar nunca en serio con él.

-Un poco de humor no le hace mal a nadie. Mira he intentado los quinientos problemas, ecuaciones y cálculos pero no me sale ninguno. Ven, en serio. Es la tercera vez que rindo este examén.-me reí.

-Esta bien, iré para allá. Agradece la buena tutora que te ha tocado.

***

-¿Lo ves? No es tan difícil. Eres un exagerado.-él solo sonrió.- Acabas de hacer todos los cálculos.

-Es que contigo todo es más facil.-y no pude evitar sentir mis mejillas sonrojarse. Me miro fijo a los ojos.- Mira que a mí el colegio es algo que no me importa en lo más mínimo pero el hecho de que estes tú, organizando cada clase, buscando cada ejercicio, viniendo aquí aunque estes haciendo algo y entre todas las otras cosas; me dan ganas de tratar de aprobar al menos por tí.

-Sabes que esto dura sólo tres meses, ¿no?.-miré atrás de él y había un bajo.- ¡Espera! ¿Tocas el bajo?.-lo señalé.- Ay, ¡enseñáme!.-me paré y agarré el bajo. Empezé a tocar cualquier cosa y sonó horrible. Riker se levantó riendose.

-No, mira. Primero fijate como lo estás agarrando, la mano va por debajo.-Se colocó detrás de mí y agarró mi mano poniendola por debajo como había dicho. Se acercó tanto que su flequillo toco mi mejilla, moví la cabeza hacia un costado y estaba mirándome. Las miradas contenían más de mil palabras, sus rasgos eran jodidamente perfectos. Por una extraña razón, empezamos a acercarnos. Nuestras bocas quedaron a centímetros de distancia.

-¡Riker! ¡Ya está la comida!.-gritó su madre desde abajo.

-Mierda.-susurró Riker, y rápidamente nos separamos. Deje su bajo en su lugar, y agarré mi abrigo.

-Riker, ya es tarde. Es hora de irme.

Ambos bajamos las escaleras de su enorme casa en silencio, y pasamos por la cocina ya yendo al comedor y saludé a todos que estaban por cenar.

-Linda, ¿no quieres quedarte? Tengo cinco hijos, siempre tengo comida de sobra.-dijo Stormie, su madre.

-No quiero ser molestía, pero le agradezco.

-Mira ya es tarde, tengo una idea. Te quedas a comer, y después Riker te acompaña a tu casa. Acompañanos.-dijo con una sonrisa, se notaba que era buena madre.

-Muchas gracias, pero debo avisarle a mi mamá.- agarré el teléfono y la llamé. Ella no tuvo problema, encima justo iban a salir a cenar con mi papá y justo estaban esperándome.

 La comida estaba riquísima y la charla muy divertida. Los Lynch eran gente agradable, muchas veces casi escupó la comida por los buenos chistes de Rocky. Preguntaron bastante de mi vida, pero no me molestaba, ellos me habían invitado a comer debían saber quién era yo. Ví que en una punta Riker siempre me miraba con ternura cuando hablaba con algún familiar suyo, aunque es su mayoría hablaba con Rydel porque era con la que más confianza tenía.

Terminamos todos de comer, y ayudé a levantar la mesa y hasta a lavar los platos. Stormie repetía mil veces que no hacía falta pero yo insistí con ayudar.

-Ven.-me llamó Rydel.- Nunca te mostré mi habitación.- Fuimos arriba, supuse que en ese piso se encontraban todas los dormitorios ya que cada puerta tenía el nombre de cada uno. Nos paramos en la puerta en frente de la de Riker, decía "Rydel" en rosa.

-Creo que te gusta el rosa.-me reí.-  Tu cuarto es hermoso, mira que linda ventana tienes.

Seguimos hablando hasta que alguien tocó la puerta, era Riker.

-Atenas, creo que ya tenemos que irnos.

-¿Me estás echando?.- los tres reímos.

-Claro que no tonta, vamos.

 Entré a la habitación de Riker para agarrar mis cosas. Él cerró la puerta detrás de mí, y sentí que me agarró del brazo. Me dio vuelta rápidamente, y me besó. No era cualquier beso, me besaba con pasión. Me quede intacta en el momento, pero después se lo seguí. Toco suavemente una de mis mejillas y me acorraló contra la pared. Podía sentir que lo necesitaba, que lo deseaba. Que nos deseabamos.

-Yo nunca me quedo con las ganas.-dijo con la respiración agitada.

-No me hagas esto.-respondí por mis sentimientos confusos.

-Lástima que tienes que irte, podríamos dormir juntos y juro que no me cansaría de decirte mil veces que me encantas.

-Riker, por favor.-me interrumpió dandome otro corto beso.

-No me evites, sé que me necesitas como yo te necesito a tí. Esto se llama amor, Atenas. Y no puedes controlarlo, llega a tu vida y puede hacer lo que quiera contigo. No podrás evitarlo a él y ni a mí.-

No pude decir nada, la verdad había chocado contra mí. No tenía otra excusa, no había nadie a quién culpar. Tenía razón y nadie podía contradecirle, ni siquiera mi inteligencia obsesiva. Sólo me escapé de sus brazos y agarré mis bolso. Él me espero y bajamos juntos, siempre en silencio. Saludé y agradecí a todos para luego irnos.



Unexpected [ Riker Lynch ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora