Capítulo XXVII

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Volví a dar la milésima vuelta sobre mi cama. "Las consecuencias de un insomio" pensé. O mejor dicho, consecuencias de ponerte a reflexionar sobre tu vida. Mi físico descansaba como podía mientras mi mente se enloquecía con preguntas que aparecían en forma de tormenta.

¿Qué hubiera pasado si Riker no aparecía?

Y después de intentar tantas posiciones para estar cómoda y analizar varios puntos, llegué a la conclusión que esa pregunta no sólo se refería a mi abuso de unas horas antes, sino a mi vida.

Riker, cinco putas letras que causaron lo imposible dentro de mí. Que causaron guerras y amistades. Que causaron tristezas y ansias. Que causaron tantos cambios que no hubiera creído que mi sentimientos aguantarían.

Llegó y reconstruyó todo mi mundo. Siempre mantuve la idea de que yo sola estaré mejor, que no podía fusionarme con alguien porque nadie nunca iba a entenderme. Y ahora me miro como si fuera un espejo, y cada centímetro de mi cuerpo grita su nombre.

¿Y qué? Estoy harta de luchar conmigo misma, porque sé que haga lo que haga una caricia suya hará que todos mis esfuerzos sean en vano.

Estoy desperdiciando un amor que capaz nunca más viva. Ya no me importa Charlotte, no me importan los estudios, no me importa mi futuro porque quiero que mi futuro sea él. Y quedándome acá acostada no lograré nada. No me perdonaré nunca si lo dejo ir.

De esto se trata el inútil amor correspondido. Una mirada cobarde no logrará nada. Me senté y prendí la lámpara de mi mesita de luz. Mis pies tocaron el suelo, y respiré profundo.

Me sonreí a mi misma y no tuve que pensarlo dos veces. Tenía que hacerlo, y estaba completamente lista.

Apagué la lámpara para que mis padres no se sobresalten, y encendí mi celular.

2 am, tarde para la noche pero no lo suficiente tarde para mí.

Me iluminé con la pantalla con el brillo al máximo y busqué mis zapatillas deportivas. Como pude, até los cordones rápidamente y luego, me acordé que tenía el pijama.

Al diablo, agarré mi abrigo largo que colgaba en mi silla y lo abroché hasta el cuello sin poder creer que estaba por hacer esto.

Bloqueé mi celular, cuando unas pisadas llegaban desde el pasillo. Me quedé inmóvil unos segundos pero finalmente reaccioné. Fui rápidamente hacia el baño y cerré la puerta. Pude escuchar el picaporte de mi habitación abrirse, y la voz de mi madre por toda la oscuridad:

-Hija, ¿dónde estás?

-En el baño.-dije contra la puerta, deseando que no la abra.

-¿Estás bien?-preguntó preocupada.

-Sí, estoy bien.-dije con un tono obvio.

-Bueno, ya sabes si necesitas algo...

-Si, también se eso.-la interrumpí y suspiré.

Por suerte, sentí sus pasos alejarse y mi picaporte volvió a chillar. Apreté el botón del inodoro para hacer esto un poco más "creíble" y salí finalmente del baño.

Me senté esperando unos minutos más, y las dudas nacieron en mi mente otra vez más. Intente borrarlas, yo necesitaba esto. Lo necesitaba a él, mi corazón, cuerpo y hasta mi mente lo extraña.

Qué irónico es que tus peores miedos terminen siendo tus objetos más preciados.

Me concentré y tomé algo de dinero de mi cajón. Abrí la puerta muy despacio para que esta no suene, y me deslizé suavemente por el pequeño espacio entre la misma y la pared. En puntitas di dos pasos en el pasillo y luego baje escalón por escalón de la manera más sigilosa posible. El brillo de mi celular volvía esto un poco más terrorifico.

Unexpected [ Riker Lynch ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora