Capitulo XXVIII

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Desperté del más pesado de los sueños y con los ojos cansados, que apenas se adaptaban a la luz, me di cuenta que no estaba apoyada sobre mi almohada. Mi brazo abrazaba unos abdominales sutilmente marcados y mi cabeza se hundía en un pecho. Mi espalda tocaba la pared fría y mi cuerpo desnudo se aferraba al de él por el espacio de la cama individual.

Sonreí recordando que volvió a ser mío. Y volví a sonreír, cuando levanté mi vista a su cara que seguía descansando. Su respiración subía y bajaba tranquilamente, y su flequillo caía hacia un costado. Tomé mis segundos para observarlo, perfecto como siempre pero no me resistí a llevar mi mano a su mejilla.

-Buen día.-dije sonriendo mientras le daba caricias.

-Buenos días, hermosa.-nombró con voz ronca cuando sus ojos se abrieron dormidos y me miraron. Pude sentir como su mano se aferró aún más a mi cintura.

-Veo que dormiste bien.

-Fue la mejor noche de mi vida.-dijo sonriendo al igual que yo.

-Ahora que me doy cuenta, si alguien de tu familia llega entrar a tu habitación, no sé que cara pondré.-me reí.

-Quedate tranquila, ayer me aseguré de cerrarla con llave.-depositó un besó en mi frente.

-Aún no puedo creer,ya sabes...-me sonrojé.

-Tuvimos sexo, no tiene nada malo en decirlo.-soltó una risa junto a la mía.

Hubo un silencio algo incomodo, de esos donde sabes que hay algo que falta decir:

-Ayer, si hice lo que hice no fue tan sólo por el amor que te tengo, sino fue porque...-nombró entrecortado, buscando las palabras exactas- Lo que te hizo ese hombre, no quiero que te pongas tensa, ni mucho menos triste. Quise borrar cada una de las marcas que ese hijo de puta dejó en tí.

Y si bien él lo había dicho, me congele al pensar todo lo que había pasado. Pero decidí quedarme callada.

-Puedo sentir como te sentiste como mujer, y yo quería eliminar esas sensaciones horribles porque de verdad te amo. Y tan sólo no se si estabas segura...

La ternura recorrió todo mi cuerpo y no dudé en darme vuelta y besarlo.

-Gracias.-nombré con una sonrisa, una palabra era más que suficiente, él también podía entenderlo.- Aunque aún no entiendo como pudiste aparecer ahí.

-Estaba aquí, sentado en mi escritorio escuchando música con mis auriculares. La última canción de la lista de reproducción había terminado, y escuché tu voz en el pasillo. Quería saber si yo no estaba alucinando, así que me asomé por la ventana. Desde ahí pude ver como te despedías de Rydel, y te marchabas. Era tarde, y un sábado a la noche todos andan borrachos, o siempre pasa algo. Pensé en seguirte, pero lo dudé, la distancia que teníamos me hizo pensar varias veces en ir o no. Después de diez minutos ignore todos los pensamientos y me dirigí con el auto siguiendo los pasos que harías.
Y cuando llegue a esa esquina...Atenas, yo no puedo explicarte con palabras la impotencia que sentí en ese momento. Quería matarlo, hasta iba a hacerlo.

-R-Riker ya para.-dije débil, no quería recordar eso.- Ni tú ni yo, queremos saber de ese momento.

-Tienes razón.-dijo abrazandome más fuerte.

Se inclinó hacia mi lado y yo hice exactamente lo mismo dandole la espalda a la pared que ya se apoyaba completamente en esta. Pasó su mano libre por mi cintura y me depositó unos besos tiernos en mis labios.

-¿No crees que ya estamos grandes para esta cama? Aquí solo entras tú.-dije sonriendo sin dientes.

-Así me gusta más, tengo una excusa más creíble para tenerte bien cerca.-tal dicho que se apegó más contra mí, solo la frazada separaba mis pechos del suyo.

Unexpected [ Riker Lynch ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora