M: Motel ft. Belinda - Sueño de ti.
Analey pensó que, si seguía chasqueando sus dedos, probablemente conseguiría romperlos. Su cabeza era un manojo de nervios; sus pensamientos bromosos y las ideas enmarañadas sin llegar a formar claridad. La figurita rectangular de plástico estaba frente a ella, en el lavabo. Lo miraba como si ésta fuese una puerta a otro mundo, uno paralelo.Se puso de pie, pues se encontraba sentada sobre la tapa del excusado, esperando a ver el resultado del indicador de embarazo. Decidida, lo tomó entre sus manos, corroborando la sospecha: estaba embarazada. Esperaba un hijo de César. Imaginó cuál sería la posible reacción del Marqués y se obligó a creer que nada cambiaría en su relación.
Lejos de entristecerse, la mujer podía sentir todo tipo de felicidad: completa, quizás era la palabra indicada. Observó, con sus ojos acuosos, las dos rayitas en el cuadro trasparente de la prueba. Absorta en el futuro y lo que éste le deparaba, un nudo se posicionó en la parte trasera de su garganta. Tomó una inspiración de aire antes de abrir la puerta del baño en su oficina.
En los sofás de visitas la esperaban Marlene y Alison, con semblante impaciente. La menor Medinaceli tenía los codos colocados en las piernas, el cabello revuelto a los lados de las orejas y los ojos azules clavados en sus movimientos. Su amiga, por otro lado, conservaba en el rostro la sinvergüenza que coronaba sus gestos habitualmente.
—¿Y? —preguntó Alison, desesperada, con los ojos abiertos como platos—. ¿Estás?
Ana se la quedó mirando unos segundos, antes de asentir. Veía en sus ojos una ilusión encantadora porque la respuesta fuera sí. Deseó, con todas y cada una de sus fuerzas humanas, que el mismo brillo emergiera en las pupilas de César, a quien de pronto recordó; se sentó en el descanso de uno de los sofás, mirando la prueba.
Marlene se reía y Alison ahora daba pasos de aquí para allá en la oficina, planeando.
—¿Qué crees que diga César? —inquirió Ana hacia su cuñada.
La rubia se postró frente a ella, con una ceja enarcada y los brazos cruzados sobre el pecho.
—¿Estás loca? —dijo, sonriente, pero en tono recriminador—. ¡Va a ser papá!
La palabra "papá" estalló en sus oídos tal cual una bomba; en su pecho se mezclaban las emociones y en su cabeza las posibilidades. Suspiró, viéndose presa de una cruel confusión. Pronto cumpliría treinta y un años, así que trató de conservar la calma; con anterioridad, nada la hacía temer como en ese preciso momento en el que se planteaba las tantas reacciones que el Marqués podría optar por mostrar.
Con la cabeza gacha, le sonrió a su estómago, tocándolo con delicadeza. Dentro se germinaba una vida, producto del amor que sentía hacia aquel hombre. Ladeó la cabeza, víctima de un sopor que se incrustó en su cuerpo. Mordió su labio inferior y dijo—: Esta noche se lo diré, el lunes viaja a Madrid y no quiero esperar.
Alison emitió un gritito de felicidad. Según ella, moría por ver el rostro de su hermano, quería vislumbrar con sus propios ojos cómo el gran Marqués de Alcalá de la Alameda era por fin vencido. A Ana no la agradaba pensar que algo de la personalidad de César había cambiado por ella: ya que no tendría ningún sentido que lo amase si no era con todo y sus defectos.
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Vértigo
RomanceAl morir Emilio, su hermano mayor César regresa a México luego de no haberle visto durante diez años. Lleno de culpa por nunca buscar una reconciliación con el difunto, accede a ayudar a su cuñada en el manejo de la empresa de la que su hermano era...