M: Imagine Dragons - Dream.
Maritza había recibido la orden directa de Analey para que nadie del corporativo se enterase del despido de Héctor Morales, tío de César. Éste se encargó de forma directa para de reponer y explicar ante hacienda el faltante que ascendía a algunos miles de pesos. No hubo escándalo y desde su perspectiva la "deuda" familiar quedó saldada. Sin embargo, esa misma noche, mientras cenaban, Alison pidió saber el pormenor con detalle.
Al principio Medinaceli se mostró renuente, pero terminó explicándole a su hermana menor cómo se habían dado cuenta y de qué manera había resuelto su tío reaccionar. Mencionó que consideraba vano su afán por ayudarlo, pues una vez sucedió, otra vez abusó y la tercera, seguro que ya no se quedaba así nada más.
Ana picoteó con el tenedor su carne, que estaba en un término medio, como le gustaba. No obstante, su garganta se resecó y sintió cómo el aire se posicionaba en la parte trasera de su garganta, colisionando su apetito y desterrando las ganas de seguir tragando. Lamió sus labios con parsimonia, observando su plato y sonriéndole a las verduras que todavía quedaban en el plato de cerámica.
Raúl y César discutían temas de Alameda a los que ella se había acostumbrado. Ahora tenía conocimiento del cómo César compraba empresas al borde de la quiebra, las restituía, las levantaba en el mercado y después las revendía a un precio mucho más elevado, pero justo. Así los empleados no quedaban en la calle y los dueños en la ruina total.
Había comprendido, luego de convivir un tiempo con él, que esos eran los modos del Marqués, en desventaja para él, pero siempre haciéndolo ganar prestigio en la sociedad. A él lo atraían los rubros del metal, de la compra de acciones de construcción y otros. Analey no se inmiscuía en sus asuntos, pero César procuraba incluir su opinión cuando tenía atorado algo.
Respiró hondo y apretó los párpados, conteniendo con ansia las ganas de vomitar que habían surgido en su estómago, contraído de pronto. Tomó su copa de agua y la bebió hasta el fondo, mirando por encima del cristal a los otros. Alison se había cortado el cabello en estilo bob y usaba la ropa menos provocativa que antes. La adolescencia se estaba escurriendo de ella, tan rápido como Ana se había enamorado de César.
Retraída, se esforzaba por dejar a un lado el malestar que fluía por cada poro de su piel; comenzó a sudar frío y un segundo más tarde se irguió de su asiento apurando sus pasos para llegar al baño de servicio que estaba en la cocina. Lulú la observó con extrañeza y fue tras ella cuando se metió en la puertecita del retrete.
La puerta se cerró y la mujer se quedó de pie frente a ésta, expectante y confundida.
—¿Y Ana? —preguntó César, al tiempo que miraba en derredor la cocina.
Lulú señaló el baño, simple, con el ceño fruncido y sus manos limpiándolas con el delantal blanco que llevaba puesto.
El Marqués se acercó al bañito y se recargó en la puerta. La oyó toser y posteriormente, escuchó jalar la cadenilla. Miró a Lulú, para que entendiera que entraría y debía retirarse. La mujer solía ser siempre prudente, así que rápido comprendió que sobraba en ese lugar y que, gracias al cielo, había alguien que tenía siempre su atención puesta en Analey.
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Vértigo
RomansaAl morir Emilio, su hermano mayor César regresa a México luego de no haberle visto durante diez años. Lleno de culpa por nunca buscar una reconciliación con el difunto, accede a ayudar a su cuñada en el manejo de la empresa de la que su hermano era...