Capítulo 61

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Devoramos chocolate sobre mi cama, semidesnudos, cuando las primeras luces del amanecer entran por la ventana.

-¿Y ahora qué? -preguntó mientras le ofrezco chocolate con mi boca-.

Lo atrapa, pero antes su lengua me regala un lametazo en el cuello que me revuelve entera.

-¿Quieres más? -abre los ojos burlándose-, sí eres exigente sí -ríe-.

-No gracias, mañana debería poder andar...

El ataque en la ducha tras el primer polvo ha sido brutal. Desde luego satisfecha estoy. Cuando supera la risa que le ha provocado mi comentario vuelve a tumbarse sobre mí.

-Ahora repetiremos siempre que quieras, que espero que sea muy a menudo -me da un leve beso en los labios y se levanta-, pero deberías dormir algo.

-¿Te marchas?

-Tengo que pasar por casa antes de abrir el gym, ¿te veo por la tarde?

-Claro...

Después de dormir dos horas y con unas agujetas de esas que te hacen acordarte cada vez que respiras de los orgasmos de la noche anterior, me voy a la oficina. Quedan pocos días para que tenga que volver a trasladarme a Madrid, el mes de diciembre lo ocupará por completo el concierto de los chicos y debo ir cerrando temas aquí. Paso la mañana colgada del teléfono y sin más noticias de Blas que una foto que me ha enviado Martín al llegar a casa donde está profundamente dormido sobre el pecho desnudo de Alex. Aparece con su pelo revuelto y una sonrisa enorme en la cara cuando estoy comiendo un sándwich a toda prisa porque tengo una reunión en una hora.

-¿Te he dicho que te amo? -prácticamente se tumba sobre mi mesa para darme un eterno beso en los labios-.

-Hoy no -sonrío-.

Se deja caer sobre la silla frente a mí.

-¡Dios, Alex es genial! -se come la mitad de mi sándwich de un bocado-, y que conste que no me lo he tirado...todavía -ríe mientras mastica-.

-Yo pensaba que sí -le enseño la foto-, no te lo habrás tirado pero...

-¿Necesitas que te lo cuente? -sonríe lascivo-.

-Ahórramelo, he tenido suficiente sexo esta noche como para no querer ni oír hablar de ello -entorno los ojos-.

-¡¿Qué?!

-Que he pasado la noche con Martín, que me lo he tirado y que tenías razón, es Dios.

Su cara está entre la envidia y la pena. Sé que Álvaro acaba de aparecer en su mente.

-No lo nombres o te mato -le amenazo-, bastante tengo conmigo misma.

-¿Quieres hablar?

-Solo de lo bueno que está Martín -río-, madre mía Blas, me dejó loca.

-No me afecta -dice con chulería-, he pasado la noche con uno parecido -ríe-, ¿no vas a ir a casa?, necesito cambiarme de ropa y dormir un rato.

-Que va -busco en el bolso y le doy las llaves-, hasta después de la reunión nada.

El teléfono nos interrumpe.

-Te he enviado los vídeos -dice mi padre-, sólo échales un vistazo pero está casi decidido, creo que la elección es buena.

-Papá, no tengo mucho tiempo...

-Dime si estás de acuerdo y lo dejamos cerrado, los ensayos deben empezar cuanto antes. Sólo tardaras unos minutos.

-Vale...

Cuelgo y resoplo. No me apetece nada hacer esto ahora, pero si no me lo quito de encima esta tarde no podré pasarla con Blas. Descargo los archivos en el ordenador y le pido que me eche una mano.

No te enamoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora