Álvaro

5.4K 238 20
                                    

Por un instante dudo. Dudo si dejarme llevar por mis impulsos o hacer lo que mis principios exigen. Me quito los zapatos, necesito el contacto con el suelo frío a ver si me despejo un poco. Álvaro me mira extrañado pero no quita sus manos de mi cintura y me está poniendo muy nerviosa. Apoyo mi cabeza en su pecho y aspiro su aroma. Su perfume es sexy, varonil, de esos que dejan rastro, pero a mí sólo me huele a deseo, a sexo salvaje y a noches en vela. Rodea mi cintura con uno de sus brazos y con la mano libre comienza a acariciar mi espalda por encima de la ropa hasta llegar a la nuca. Me muero de calor. Acerca sus labios a mi oído.

-Al menos dime que te pasa lo mismo que a mí -susurra jadeante-.

Me pasa, me pasa, pero no quiero decirlo en alto. Su abultado pantalón se clava en mi vientre y su respiración está tan acelerada como la mía.

-Dime que no es mi imaginación Kika, por favor....

Debo llevar tatuado en la frente como me pone. Mi nombre en su boca me calienta más todavía. Meto las manos bajo su camiseta y le acaricio con un dedo sobre la línea de sus vaqueros. Se le escapa un gemido que probablemente sea el sonido más excitante que he escuchado en mi vida. Subo mi mano por su espalda y me aprieta todavía más contra su cuerpo. Tengo todos y cada uno de sus músculos pegados a mí. Todos.

-No puedo hacer esto, no puedo hacer esto -repito una y otra vez en mi cabeza-.

No puedo apartar mis manos de su piel. Lo necesito. Se estremece con mis caricias y su lengua empieza a serpentear por mi cuello. El placer que me produce es brutal. Me dejo llevar, echo mi cabeza hacia atrás, pero cuando sube por mi barbilla y está a punto de llegar a mis labios le detengo.

-No....

Apoya su frente en la mía y me mira fijamente. Su mirada lo dice todo. Ambos respiramos con dificultad.

-No podemos hacer esto Álvaro.

Roza su nariz con la mía, resopla, gira sobre sus pies y sale de la cocina. Intento recomponerme, pero no es fácil. El aire se ha vuelto espeso. Álvaro me gusta mucho, sólo hay que ver como reacciona mi cuerpo que siempre ha sido mucho más listo que yo. Únicamente he conocido a otro tío capaz de ponerme así y si no me calmo, le acabaré llamando para que me quite el calentón, y no quiero. Andrea se asoma a la cocina.

-¿Qué haces?

-Terminar de recoger, ¿que te parecen los chicos? -disimulo-.

-No intentes desviar el tema. ¡Menuda putada tía!, ¿quieres hablar de ello?

Me encojo de hombros y niego con la cabeza.

-No pasa nada, sólo es un tío más.

Se acerca y me abraza.

-Te conozco, solamente te he visto mirar así a alguien en los últimos cinco años.

-¡Vamos Andrea!, hay miles de Álvaros por el mundo, sólo tengo que abrir los ojos. Hay millones de tíos que me ponen.

No quiero contarle lo que acaba de pasar, estoy segura de que me echará la bronca. Los novios, ligues pasados, futuros ligues y amores platónicos de las amigas no se tocan. No se les acaricia la espalda ni se les deja que te dibujen en el cuello con su saliva. A decir verdad, ni siquiera se miran , dejan de existir como hombres. Necesito estar sola para recrearme en mi mala leche.

-Andrea, por favor, marchaos....invéntate algo, llévatelos.

-¿Seguro?, puedo echarles y quedarme contigo.

Asiento. Sabe que cuando pido estar sola es porque lo necesito. Me da un beso y la oigo hablar con ellos en el salón.

-¡Claro! -escucho a Blas-, todavía tenemos tiempo antes de ir al cine....

No te enamoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora