Capítulo 62

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Me despierto cuando alguien abre la puerta de mi habitación.

-Martín...-alargo el brazo sobre la cama buscándole-.

-No soy Martín -susurra Blas tumbándose a mi lado-, ¿otra vez te lo has tirado?

Me acurruco contra él y busco que su cuerpo y el mío entren en contacto lo mas posible. Paso mi pierna por encima de las suyas y sus brazos me rodean.

-Que va...pero tu hueles a sexo -le doy un beso en el cuello-. ¿Lo has pasado bien?

-Mañana te lo cuento, es muy tarde, sigue durmiendo -me da un tierno beso en la frente-.

-Blas...Martín me quiere... -susurro más en el otro mundo que en este-.

Se levanta bruscamente y enciende la luz. Por supuesto protesto tapándome los ojos.

-¡¿Cómo?! ¿Te lo ha dicho?

-Él...pensaba que estaba dormida, pero sí, lo ha dicho -suspiro-, como si no tuviera ya bastantes problemas...

-Ya querría yo problemas como ese -sonríe buscando mi mirada-.

-No Blas, Martín es mi refugio de Álvaro, es quien me hace olvidar que le amo y que le echo de menos tanto, que no puedo ni escuchar vuestra música sin llorar. Ya no es un amigo con el que follar, es alguien enamorado que lo esconde porque sabe que amo a otra persona.

-Me parece precioso...-susurra-.

-A tí ahora mismo te importa una mierda todo porque acabas de revolcarte con un tío buenísimo -entorno los ojos-, pero ¿qué hago yo?

Ríe y me rodea con su brazo. Sus ojazos azules están más vivos que nunca. A pesar de que yo estoy viviendo un drama su sonrisa de después de echar un polvo no desaparece. Que bien conozco esa sonrisa y cuanto la he echado de menos.

-Déjate querer...

-¿Eso estás haciendo tú?

-No, Alex me gusta de verdad, podría enamorarme de él...

Sueño toda la noche con Álvaro. Me acaricia el pelo y susurra te quiero tantas veces que esas dos palabras dejan de tener sentido. Al despertar necesito seguir escuchando su voz. Me torturo con los cientos de audios que tengo guardados mientras miro nuestras fotos durante toda la mañana. Cuando Blas despierta estoy llorando cual magdalena hecha un ovillo en el sofá.

-Sabía que esto iba a pasar -sonríe con dulzura-, creía que no ibas a reventar nunca...-me abraza-.

-Me siento culpable, quiero llamarle y contárselo.

-Tú eres idiota. ¿Necesitas darle explicaciones?

-¡Ay Blas! No se lo que necesito.

-Tirarte mucho a Martín, te sienta bien -ríe-.

-No puedo creer que me estés empujando a esto, tu eras el que decía que no podría vivir sin Álvaro...

-Es que no conocía a Dios -suelta una carcajada-.

Cuando Blas bromea absolutamente con todo quiero comérmelo a besos, porque me hace reír aunque esté llorando a mares. Además significa que está contento. Pero a mí lo que me ronda la cabeza además de Alvaro me empieza a preocupar de verdad.

-No quiero hacerle daño Blas...

-¿De verdad quieres una conversación profunda a estas horas? -bosteza y se estira-.

-Son las dos -frunzo el ceño-.

-¿En serio? -mira su reloj-, ¿y que haces aquí?

-Ventajas de ser la jefa. Hoy es un buen día para recrearme en mis sentimientos de mierda.

No te enamoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora