Dean

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Espero en el sofá y cuando oigo el ascensor me levanto, pero al verle me flaquean las piernas y me vuelvo a sentar. Lo estoy haciendo fatal y Andrea me mataría si lo supiera después de lo que aguantó cuando lo dejé. Y cuando volví a acostarme con él. Las dos veces.

-¿Estás bien? -pregunta apoyado en la puerta-, me parece raro que me hayas llamado.

-Perfectamente, pero no te quedes ahí, pasa por favor.

A pesar de que tiene cara de susto está increíble. Lleva el pelo un poco más largo que la última vez que le ví y su flequillo se enreda en sus pestañas provocando que cada vez que parpadea se mueva. Se sienta a mi lado en el sofá. Sigue teniendo el mismo efecto en mí, me pone a mil. Y Dean es tan fácil en el plano sexual.

-¡Que guapa la casa, ¿no?! Ahora ya tienes lo que siempre quisiste, pagará papi supongo.....

Me da un abrazo tierno. Me escondo en su cuello y miles de recuerdos vienen a mi cabeza. Olores, sabores, risas, música, caricias, placer, besos, todo sigue dentro de mí. ¿Por qué tuvo que ser tan cabrón?, nos entendíamos tan bien...

-¿Cómo estás? -preguntó sin soltarle-.

-Sorprendido por tu llamada, ¿qué te pasa?

-Nada especial, sólo quería verte.

Me recuesto en el respaldo del sofá y le miro. Es que es guapo a rabiar el jodido, podría pasarme la vida observándolo.

-¿Por qué me has hecho venir?, creí que te pasaba algo, estaba a punto de entrar al teatro.

-Lo sé, lo he visto en twitter.

-Espero que sea importante, tenía muchas ganas de ver ese musical.

-No te preocupes, te pagaré la entrada, es más, igual te invito y lo vemos juntos.

-Kika -se acerca a mí mirándome a los ojos-, llevas cinco meses ignorandome, no coges el teléfono, no contestas a mis mensajes. ¿De verdad me has jodido la noche sólo para verme?

Le beso. No puedo evitar tirarme a sus labios. Entreabre la boca y su lengua busca la mía. Se me escapa un gemido y él gruñe.

-Peque, te echo mucho de menos -susurra en mis labios-.

Cierro los ojos y sigo deleitandome con su boca. Sus manos están bajo mi camiseta buscando el cierre de mi sujetador y las mías se han ido directas a su bragueta. Paso mi mano sobre ella y al instante veo como se endurece. ¡Cómo lo he echado de menos! Siento una necesidad horrible por tenerle dentro, porque me quite de encima lo que Álvaro ha dejado a medias.

-¿Estás segura de esto? -pregunta mientras me lame el cuello-.

-¿Ahora le vas a hacer ascos a un polvo fácil?, sí que has cambiado-río-.

Me sujeta por los hombros y se detiene para mirarme.

-Kika, te conozco, cuéntamelo. Luego si quieres follamos, pero sé que te pasa algo.

-¡No me jodas, Dean!, ¿desde cuándo te preocupas por mis sentimientos?

Me está cabreando. Y estoy muy caliente. A ver si ahora le tengo que explicar mi vida para que me eche un polvo.

-Desde siempre, aunque no lo creas.

-Vamos Dean, que te tiraste a medio Madrid mientras estábamos juntos.

-Eso no significa que no te quisiera.

¡La madre que lo parió! Con lo cachonda que estoy y el gilipollas se me pone sensible. Resoplo y me levanto a la nevera a por dos cervezas. Me siento frente a él y le ofrezco una.

No te enamoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora