Promesas difíciles

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Me mira fijamente mientras tira de mi pie para arrastrarme al agua.

-Deja de pensar eso -sonríe-.

-¿Y tú que sabes lo que estoy pensando? -abrazo mis piernas para que no lleve a cabo su objetivo-.

Apoya las manos en el borde a ambos lados de mi cuerpo y las va acercando hasta ponerlas en mis caderas y cuando me quiero dar cuenta estoy en el agua con sus brazos alrededor y su boca a milímetros.

-Tu mirada es transparente...

-Tú eres un poco tonto, ¿no? -río a carcajadas-.

Cierra los ojos y resopla.

-Deja de pensar en Celia, piensas más en ella que yo.

-Pues deberías, es tu novia.

Sus manos se aferran a mi cintura y la expresión de su cara cambia por completo.

-Déjame disfrutar de esto, sólo tú y yo, ¿vale?

Hace rato que estoy escuchando sonar su móvil y ya ha llegado el punto en que me pone nerviosa.

-Álvaro, tíralo, apagalo o algo, por favor.

-No quiero salir del agua, te escaparás -ríe-.

-Es probable, pero con tu móvil sonando tampoco es fácil concentrarse en tí.

-No te muevas ni un milímetro, vuelvo ahora...

Me muerde el labio y sale de la piscina. La verdad es que Celia ha dejado de importarme hace bastante rato y ahora sólo quiero que no se vaya. Tras un par de minutos decido salir porque me estoy muriendo de frío y cuando cruzo la puerta del vestuario ya le oigo discutir con quien esté hablando. Sigo las pisadas húmedas que ha dejado a su paso y le encuentro en el pasillo, al lado de la puerta del jardín, envuelto en el albornoz y con una cara de cabreo importante. Me dirijo a la lavandería y me quito mi camiseta mojada y la cambio por la ropa que hay en la secadora que ya ha terminado su trabajo. Dejo la suya doblada sobre la estantería y le hago una señal antes de irme al salón, es evidente que está discutiendo con Celia y la cosa parece ir para largo. No quiero saber nada. Álvaro es responsable de lo que hace y yo...sé que es mi amiga, pero no puedo resistirme a este chico. Mañana me castigaré, me arrepentiré y lloraré mucho por lo mal que me sentiré, pero ahora mismo me da igual. Las cosas que me hace sentir Álvaro cuando le tengo cerca son las que me dan la vida.

Vuelvo a poner música antes de sentarme, sobre todo para no escucharle hablar con ella, así que esta vez conecto el hilo musical para que suene por toda la casa. Mi teléfono está lleno de mensajes y me dedico a responderlos mientras le espero. Me hace mucha gracia ver el de Celia diciéndome que ya está en Londres y que en cuanto tenga un hueco hablamos tranquilamente. Claro que sí, cuando quiera estoy dispuesta a escuchar la pedazo de bronca que tiene montada con su novio, al que por cierto, me acabo de tirar. Un momento, ¿cuando me he vuelto tan desleal? Y lo peor es lo poco que me importa.

Cierro los ojos y disfruto de la música. Lo siguiente que veo al abrirlos son los ojazos verdes de Álvaro mirándome mientras me besa.

-¿No te he dicho que no te movieras? -ríe- y te has vestido y todo, ¡qué perdida de tiempo!, ahora tendré que desnudarte otra vez.

-Será si me dejo -bromeo-.

-No es una opción, es lo que voy a hacer -dice mientras me coge en brazos-.

Vuelve a dirigirse a la piscina mientras protesto e intento que me deje en el suelo pero hace oídos sordos. Cuando llega al borde se detiene.

-Espero que a Rosa no le importe volver a lavar el albornoz - arquea las cejas-.

No te enamoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora