Me necesitas a mí

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Estoy paralizada. Sus labios a dos centímetros de los míos me superan.

-Dile a Andrea que no necesitas un buen polvo, tú necesitas otra cosa.

-¿Y que necesito según tú?

Saca su lengua y hace eso que me vuelve loca. Lame mis labios y al devolverla a su boca se muerde el labio y gruñe.

-Me necesitas a mí.

Me da la risa, pero es un mecanismo de defensa ante la puta realidad, porque no se puede hacer una idea de cuanto le necesito en este instante. Y de lo dentro.

-¡¡Álvaro el micro!! -escuchamos gritar a Dani y nos separamos-.

Se da la vuelta y desaparece. Me siento en el suelo y cierro los ojos. Pienso en algo que me pueda relajar pero no hay manera. Sigo allí cuando salen al escenario y pasan por mi lado. Carlos se agacha y me revuelve el pelo.

-¿Estás bien?

-¡Claro rubio! Deseando escucharos -sonrío-.

Me da un beso en la cabeza y sale al escenario donde ya están los otros cuatro. Salva aparece y me tiende la mano para ayudarme a ponerme en pie.

-¿Nunca les has escuchado en directo?

Niego con la cabeza.

-Son espectaculares.

Nos quedamos en una esquina. Desde aquí tenemos una visión fantástica del escenario y el público que cada vez es más numeroso. Suenan los primeros acordes de una guitarra y enseguida reconozco "The one that got away" de Katy Perry.

-¿La cantan?

Salva me mira incrédulo.

-Está en su primer disco. Te matarán si se enteran -ríe-.

Le cuento a Salva que sólo llevo dos días con ellos y que antes no les había oído nunca. Los chicos están sobre el escenario bromeando con la música de fondo.

De pronto, escucho la primera estrofa y la voz que la canta me perturba. Suena sensual, delicada pero potente y con unos matices increíbles que acarician cada palabra. Lo peor viene cuando me doy la vuelta y consigo ver que el que canta es Álvaro. Me abraso.

-¿Me perdonas? -le digo a Salva-, tengo que hacer unas llamadas.

Se encoge de hombros mientras salgo corriendo. Me alejo lo suficiente para poder gritar. Su voz, su voz, ¡¡madre mía!! Si hablando me pone cantando me rompe. No lo voy a soportar. Paseo y hago lo que no debería: pedir un cigarro. Dean me hizo dejarlo cuando empezamos, pero a veces siento que es lo único que me calma. Y ahora es una de esas veces. Me apoyo en una pared y les escucho aunque no les veo. Salva tiene razón, son impresionantes. Tras dos canciones la prueba se termina y yo tengo que volver al trabajo. De nuevo compruebo que todo está listo y cuando llego al camerino ellos también lo están.

-¡Estais guapísimos y me habéis dejado flipada! -digo desde la puerta-.

-Verás cuando cantemos de verdad -ríe Dani-, te vas a hacer auryner de primera fila.

Todos reímos ante su comentario. Pasamos los siguientes minutos picoteando algo y aprovecho para ponerme al día con las redes sociales, igual que ellos.

-No me sigues en twitter -lloriquea Carlos-.

-Ni a tí ni a ninguno -río-, llevo tres días sin tocarlo.

-Esto lo arreglo yo en un minuto -me quita el teléfono de la manos-. ¡Joder, ¿que le has hecho a la pantalla?

-Un accidente, mañana me la cambian -mis ojos se cruzan con los de Álvaro que teclea en su móvil-, se me cayó.

No te enamoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora