Mi refugio

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La casa de mi padre es mi refugio. Aquí me siento protegida aunque esté vacía como ahora. Nada más llegar llamo a Rosa. Es la señora que le cuida, le obliga a comer todos los días y le mantiene la casa con este maravilloso aspecto.

-¿Quieres que vaya cariño?

-De ninguna manera, estás de vacaciones.

-A mí me da igual hija, no voy a ninguna parte. De todas formas tienes comida en el congelador. Ya sabes que cada vez que tu padre no aparece lo meto todo dentro, así que podrás vivir un mes sin salir a hacer la compra -ríe-.

-Tranquila, sólo estaré un par de días. Me apetece nadar y escuchar a mamá a todo volumen sentada en el estudio.

-Dejé tus bikinis en el armario de la lavandería y ahí tienes toallas limpias. Si me necesitas llámame. Acuérdate de soltar a Choco un ratito y dale de comer, pero no le des guarradas.

-Que sí -río-, si fueras mi madre seguro que serías menos pesada.
Me despido de ella sonriendo. Es parte de la familia y la quiero como tal. Ella me cuidó cuando mi madre murió, bueno, nos cuidó a los dos. Y lo sigue haciendo cada día.

Pasear por esta casa es pasear por mi vida. Después de la reforma ha quedado preciosa, moderna pero con calor de hogar. Mi padre ha hecho unos cuadros preciosos con fotos de mi madre de todas las épocas y adornan la escalera uno tras otro acompañándome en la subida al segundo piso. Dejo la bolsa en mi habitación y recojo la poca ropa que he traído junto con la que todavía no me he llevado. Me gusta tenerla aquí, saber que pase lo que pase puedo venir corriendo y sentir que no me faltan mis cosas. Pongo a cargar el portátil y el móvil y me tumbo en la cama. Tardo segundos en quedarme dormida. Al despertar veo un mensaje y seis llamadas perdidas de Andrea.

"¿Por qué estás en casa de tu padre y que hacen esos dos en tu casa? Llámame"

Me levanto y hago café. Me tendré que inventar algo para que no venga, quiero estar sola. Quiero ahogarme en mi culpa y en mi estupidez yo solita. Descuelga tras dos tonos y me grita.

-¡¡¿Qué coño pasa?, ya me lo estás contando todo!!

-Nada, tengo días libres y mi padre no está. Me apetecía venir.

-¡¿Y ya esta?!, ¿pero tú te crees que yo me chupo el dedo?

-Andrea, por favor....te lo cuento el lunes, ¿vale?, necesito pensar.

-Cuando te encierras en tí misma te odio. Estaré disponible las veinticuatro horas, te quiero imbécil.

-Y yo a tí.

Cuelgo y oigo el motor de un coche. Me asomo a la ventana y veo a Celia con unas gafas de sol enormes a pesar de que el día amenaza lluvia.

-¿Por qué te has ido? -pregunta cuando le abro la puerta-, me he despertado y no estabas.

-Tenía que organizar unas cosas de mi padre, además te pilla de paso. ¿No entras?

-¡Qué va! -me abraza-, tengo el tiempo justo de coger la maleta e ir al aeropuerto. Mi vuelo sale a las dos y como Álvaro tenía que hacer no se qué me lleva mi madre y ya sabes como es. Dos horas antes allí para no perder el vuelo. Y la resaca me está matando.

-Pobrecita -río- que tengas buen viaje. Vuelve pronto, ¿vale?

-En un mes regreso y me quedo todo el verano. Me ha encantado volver a verte, ahora no perdemos el contacto, ¿prometido?

-Prometido.

Al cerrar la puerta me siento la peor persona del mundo. Por ella y por mí, anoche Álvaro jugó con las dos y admito que fue lo más morboso que he hecho en mi vida, pero Celia no se lo merece.

No te enamoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora