Lucero no había dormido en toda la noche esperando la llamada de su madre, su madre había hablado en altas horas de la madrugada para decirle que su padre al fin estaba estable, que ya había podido verlo y que lo primero que había hecho era preguntar por ella. Fernando estaba dormido, pero ella le había prometido a su madre que iría lo más pronto que pudiera.
Aun no amanecía del todo pero ella no podía dormir, quería que amaneciera completamente, quería que Fernando despertara para poder decirle de nuevo que se iría a ver a su padre. No le importaba lo que el pensara sus padres estaban por encima de todo y de todos. Pero tampoco le convenía que él se molestara con ella, necesitaba que él estuviera de acuerdo para que le prestara dinero, eso era lo difícil, ¿cómo hacer para que el no solo te dé permiso sino que también te preste para que hagas el viaje a San Cristóbal?
Fernando dormía tranquilamente sin preocupación alguna. La luz de la mañana era cada vez más clara y Lucero solo quería que Fernando despertara para insistir en su viaje. La perilla de la puerta se movió y Lucero escucho el ruido atenta, ¿será Samira que viene por Fernando? La puerta se abrió y Lucero aún no se decidía si hacerse la dormida o no hacer nada, su curiosidad le ganaba, antes de que decidiera por el costado de Fernando estaba Daniel de pie, observándolos, su carita aun adormilada, se tallaba aun los ojitos de sueño. Cuando iba a mover a Fernando, Lucero levanto la cabeza y con una sonrisa le dijo,
- Hola buenos días Daniel.
- Buenos días, - el niño estaba un tanto sorprendido, pensó que Lucero lo regañaría y pensó en despertar rápidamente a su tío.
- ¿Tienes sueño todavía? – Daniel lo negó con la cabeza pero no pudo evitar no guardar el bostezo que escapaba por su boca. Lucero sonrió, - tu…Fernando esta todavía dormido, pero si quieres esperarlo aquí un momento.
- ¿Podemos ver caricaturas? – Daniel apunto a la pequeña televisión que había en la habitación.
- Si, podemos – antes de que Lucero terminara Daniel había corrido por el control y se había ido al costado de Lucero donde se subió a la cama, dejando a Lucero en medio de los dos. – pero en volumen bajo, para no despertarlo.
Los dos estaban muy atentos a las caricaturas, Daniel reía y Lucero sonreía a verlo reír. Era un niño muy lindo, se parecía muchísimo a Fernando, no podía negar que era su padre. De Samira tenía el color de su piel, y la nariz, no era como la de Fernando pero tampoco como la de Samira, más bien le recordaba a la de Santiago. Lucero sintió moverse a Fernando por enésima vez, la cama con la llegada del último visitante se había encogido considerablemente, ella estaba dándole la espalda a Fernando para que Daniel tuviera más espacio. A cada movimiento de cualquiera de los tres ella podía sentir la cercanía entre ella y Fernando, era difícil no poner atención a sus movimientos, el calor de su piel eran como un imán a su propia piel.
Entre las risas, el calor, el cansancio de que no había realmente dormido durante la noche, Lucero estaba dormida, Daniel estaba feliz viendo la tele y Fernando despertó para encontrarse a Lucero pegado a ella buscando el calor de su cuerpo. Sonrió, se acomodó en la cama y ella aprovecho para acercarse más a él, ahora él estaba medio sentado mientras Lucero se acurrucaba sobre su pecho, él la cobijaba con su brazo debajo de la colcha. Daniel volteo y le sonrió a Fernando,
- Hola tío.
- Buenos días chaparro. ¿Qué haces aquí tan temprano?