Capítulo 16

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La tarde había sido más cálida de lo que había sido esa fría mañana. Fernando había dejado a Lucero y a su madre en el hospital y le dijo que iría a conocer el pueblo mientras ella estaba con sus padres. Si ella pensaba no darle su atenciónentonces el buscaría la manera de obtenerla. De pronto los fines de semana que ocupaba en Il Fortele iban a servir como nunca lo había imaginado. Llego a la ferretería del pueblo, y empezó a pedir a diestra y siniestra, en realidad. Cuando le pidieron la dirección de donde irían a dejar la mercancía Fernando se quedó pensativo, no quería alertar a Lucero en lo más mínimo, quería ver su cara de sorpresa al entrar a la casa de sus padres y ver lo que había hecho. Fernando pregunto si conocían a la Familia Hogaza, al principio el joven que lo atendía no supo responder, pero uno de los señores mayores que estaba cargando uno de los carros le dijo que si, entonces pidió que todo fuera entregado ahí lo más pronto posible. Después fue a una construcción donde vio a unos trabajadores en su hora de descanso, se acercó a ellos y después de una plática el trato estaba hecho, ya tenía sus ayudantes.

En cuatro horas el trabajo estaba prácticamente listo. Después de todo no había sido tanto trabajo. El trabajo seria después, la cerca estaba prácticamente podrida, y solo le llevaría semanas, pero ya estaba negociando con sus nuevos trabajadores para terminarla en dos días cuando más, así se tuvieran que estar día y noche trabajando. Les pagaría considerablemente más de lo que en cualquier otro trabajo, aun con horas extras y bonos y todo lo que se requería por ley.

Lucero le marco a Fernando, quería saber si estaba bien, si no se había perdido, en realidad ella empezaba a extrañarlo. Además su madre y ella tenían hambre y querían regresar a comer a casa. Fernando fue por ellas pero en vez de llevarlas a casa, las llevo al restaurante del pueblo, Fernando estaba hecho una facha.

-      ¿Dónde estabas metido? – Lucero le dijo mientras estaban los tres esperando por su comida.

-      Como no tenía nada que hacer, vi que unos vecinos estaban haciendo unas remodelaciones y… les ofreció un poco de ayuda.

-      ¿Tu ayudando así nada más porque si? No te lo creo, que negociaste. – Fernando sonrió, ella lo conocía.

-      Hablando de remodelaciones, con el último dinero que nos mandaste tú padre tenía planes de arreglar varias de las cosas que necesitan repararse en casa, pero con esto, creo que tendrán que seguir esperando.

-      No te preocupes mama, - Lucero vio rápidamente a Fernando, se sonrojo y después regreso su mirada a su madre – acabo de conseguir un mejor empleo y creo que podré mandarles un poco más, así es que…

-      Hay hija, como no quieres que me preocupe, tú no tienes por qué estarnos ayudando, al contrario nosotros…

-      Ustedes ya me han dado bastante así es que no se hable más del asunto. – El mesero llego con la comida y los tres empezaron a comer. Fernando literalmente se estaba devorando su plato y Lucero solo lo veía extrañada, nunca lo había visto en jeans y camiseta informal, estaba todo desalineado y aun así se miraba tan bien. De pronto el recuerdo de él completamente desnudo entrando en la ducha hizo que de repente se sonrojara pero no dejo de verlo, estaba perdida viéndolo comer.

La madre de Lucero por un momento vio a su hija estaba con su mirada fija en algo o alguien…la madre de Lucero de pronto sintió como si hubiese descubierto la aguja dentro del pajar.

-      Hija ¿no piensas comer más? Se te va a enfriar la comida. – Lucero se sonrojo más y entonces dirigió su mirada rápidamente a su plato tratando de evadir tanto las miradas inquisidoras de su madre y de Fernando.

El precio de tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora