- Explícame que es lo que acaba de suceder! – la señora dulce que había conocido hacia unos
minutos había desaparecido, ahora era una mujer con autoridad, igual o mayor que la del mismo Fernando. –¿por qué Santiago y tu discutieron? ¿Que fue eso que le dijiste al final?
- Nada importante mama, son cosas entre él y yo. – Fernando trato de que su madre dejara el tema paraotra ocasión, en realidad ya no quería pelear, suficiente había sido con el pequeño show que había montado con su hermano como para ahora tener que seguir la discusión con su madre.
- ¿Le dijiste ojo por ojo? – Elisa le pregunto demandantemente a su hijo. – lo estás haciendo por esa ¿verdad?
- Ya basta mama, dije que no era nada importante y punto la discusión se acabo. Te traje a presentar a mi mujer, - tomo a Lucero por un brazo con muy poco tacto, estaba tan molesto que le importaba muy poco si la trataba bien o no – ella vivirá conmigo desde este mismo momento, será mi mujer en toda la extensión de la palabra y como tal se le va a respetar te guste o no.
La señora siguió insistiendo sobre lo sucedido, comoera que Santiago tenía razón en que Fernando era un desconsiderado y un desalmado y cosas peores, Lucero por lo menos sabía que no era la única que miraba al verdadero Fernando. De hecho casi quería decir si a todo lo que la señora le decía a Fernando, pero con la simple mirada de él, sabía que eso no sería una buena jugada. Después de un rato de que la señora le canto muchas de las verdades a Fernando, decidió irse en busca de su hijo Santiago.
Lucero quería decir, yo voy con usted señora pero tenía que quedarse al lado de Fernando, lo tendría que hacer desde ese día hasta que transcurriera por lo menos un año.
- Bueno, después de todo creo que será una cena para dos – Fernando trato de sonar lo mas indiferente posible ante tanto revuelo que acababa de pasar entre él y su madre, pero no pudo evitar el que Lucero se diera cuenta que lo que su madre le había dicho dealguna manera lo había por lo menos molestado.
- No tengo hambre – Lucero dijo, su voz firme, su mirada era casi rebelándose ante tal ser que empezaba a odiar desde ese mismo momento por destrozarle no solo la vida a ella, sino a Santiago.
- Bien, mejor, porque yo tengo otro tipo de hambre – la vio con un morbo de arriba abajo que la hizo sentir como si hubiese estado desnuda frente a él. – vamos anuestra habitación.