Todos seguían callados, asimilando todo lo que Fernando acababa de decir, todas las pruebas frente a ellos, y Santiago completamente callado en una esquina de la sala, con su mirada pensativa. Lucero aun no podía salir de su asombro eran tantas las cosas que de pronto veía por primera vez, el verdadero Santiago, el saber que Fernando era en realidad tío de Daniel, y ella no le había creído cuando él le había dicho que el niño sabia toda la verdad. ¿Porque no le creía a Fernando si él no le mentía?
- … y ahora don Ricardo después de que hablé y dije todo lo que tenía que decir. Vienen mis disculpas. Es cierto, al meter a su hija en ese contrato conmigo me convertí en un vil y miserable como mi hermano, lo acepto y créame pagare con creces mi error, pero como le dije la primera vez, no me arrepiento, ¿Cómo podría si así conocí a la mujer de la cual estoy enamorado? - Fernando volteo y vio a Lucero, los ojos de Fernando parecían estar cristalinos, Lucero le miraba igual a él, callada, ella tan solo sonrió tímidamente. Regreso su atención a Ricardo – y quiero que quede claro que esto último no lo hice como venganza hacia mi hermano. Tan solo lo hice porque no quería perder a su hija. Por ello le había pedido tiempo, pero llegue de nuevo tarde. Madre, - tomaba las evidencias contra Santiago y sabré todo la demanda en curso del fraude que tenía Santiago – estos son tuyos, si quieres salvar a tu hijo, hazlo, salva a tu pequeño, yo no hare nada en contra de él. Pero tampoco hare nada para ayudarlo. El contrato señor, esta invalidado, pero yo tengo palabra y mi 50% por ciento estará a disposición de su hija lo más pronto posible.
- No, no quiero nada de dinero. – respondió Lucero antes de que su padre o Santiago pudieran decir algo. – gracias pero no, no tienes porque mi padre no espero el tiempo acordado, el rompió su palabra lo que te libra a ti, de lo que sea que le hayas prometido.
- Mi hija tiene razón. – Ricardo dijo, se miraba pálido, pero extrañamente tranquilo, lo había tomado mejor de lo que todos esperaban. – yo muchacho, no sé qué… - empezaba a faltarle aire, y sentía como si alguien empezara a oprimirle fuertemente el pecho – decirte, cometí un error al romper mi palabra y…
- En este momento no tiene caso que hable, mejor descanse. – Fernando lo vio mal, tal vez necesitaba descanso – después podremos seguir esta platica. Nosotros nos vamos, ya no tenemos nada que hacer aquí. – tomo a Samira y a Daniel y empezaron a atravesar la sala, Lucero sentía como se le estaba yendo el alma con él. Quería detenerlo y cuando tomo las fuerzas necesarias, Santiago estaba frente a ella,
- Quítate de mi camino. – Lucero lo miraba con determinación, él no la iba a detener.
- Soy tu esposo te guste o no y te quedas aquí conmigo. – Santiago le decía, con un odio que nunca antes había escuchado en él. Ella trato de sacarle la vuelta y en ese mismo instante él la jalo tan fuerte que ella termino tirada en el sillón.
Los tres estaban por salir cuando los gritos de terror de las mujeres detuvieron en seco a Fernando que sin pensarlo se regresó. Antes de que Santiago supiera que pasaba solamente sintió el tirón por encima del hombro y volteo solo para recibir un golpe que lo había sacado de balance por completo.
- Papa! – cuando escucho a Lucero gritar, Fernando volteo y Santiago aprovecho para tomarlo desprevenido. Le dio un golpe en el estómago dejándolo sin aire y después le dio en la cara, iba por su tercer golpe cuando Fernando reacciono, bloqueo el golpe y le dio un golpe en el rostro de nuevo regresándolo dos pasos. Antes de que reaccionara, Fernando le había dado un golpe en el estómago tan fuerte que le había sacado completamente el aire y después lo había noqueado por completo dándole en la mandíbula. Ahora parecía desmayado completamente. Pero toda la atención era para Ricardo.