Eduardo no podía creer todo lo que Fernando le contaba era peor que una película romántica, los enredos eran más que fantasiosos y la forma en cómo veía a su amigo desesperado por arreglar la situación tan solo le agregaban un toque más de incoherencia a todo lo que le acababa de decir.
- Entonces ¿te presentaras y sin más les dirás todo?
- Si todo, ya no me importa nada.
- Tu sabes muy bien que eso te pondría en peligro, estamos hablando de Santiago podría desesperarse tanto que, podría hasta intentar hacerte daño a ti o alguien cercano a ti.
- Tendré que correr ese riesgo.
- Pero no lo entiendo si lo estuviste evitando por más de cinco años y muchas veces tuviste mejores oportunidades porque precisamente ahora.
- Porque precisamente ahora es el momento de luchar por la mujer que quiero. – esa respuesta ya la veía venir, pero sin embargo el escucharla así de Fernando Colunga el gran hombre frio y calculador de negocios que podría tener a cualquier mujer que él quisiera, le causaba una sorpresa que era imposible de esconder – lo sé, sé que suena raro en mí, pero siento que me enamore de ella, aunque sepa muy poco de ella, pero siento que ya se todo lo que tengo que saber. Siento que ya no podría vivir si no comparto mis días con ella, y lo que tengo, no me sabe a nada si no lo puedo compartir con ella. Y sobre todo, - Fernando vio a su amigo, al que él consideraba como su verdadero hermano – siento que la amo. – era todo lo que Eduardo necesitaba escuchar, se lo había imaginado, se había imaginado que de alguna manera esa mujer iba a ser alguien especial en la vida de su mejor amigo, aunque sinceramente su imaginación no había llegado a tanto o más bien, había deseado que no fuera tan importante, porque sin querer esa mujer con tan solo unos minutos le había robado el corazón a el también.
- De acuerdo hermano - Eduardo puso su mano en el hombre de Fernando en señal de apoyo – hare lo mejor que pueda, pero tú sabes que esos trámites duran mínimo un mes, así es que si lo logro, va a ser toda una hazaña.
- Sé que lo lograras, eres el mejor, por eso eres mi socio.
- Pensé que era por el aprecio que me tenías.
- Na, eso solo lo dije para convencerte – los dos hombres rieron y se siguieron ocupando de los respectivos documentos que tenían cada uno enfrente, sería un arduo trabajo el que tendrían que hacer si querían terminar antes de una semana.
Siguieron los dos hombres hablando sobre todas las cosas sucedidas a Fernando, sobre las reacciones que había tenido Santiago, sus actuaciones frente a los demás. Había tanto por hacer, que Fernando no tenía ni un minuto que perder, había sacado a Eduardo, a su mejor abogado y socio del mejor negocio que la empresa tenía en el momento la compra venta de Arreola Enterprise, pero en este momento no le importaba perder millones de dólares, le importaba más, que Lucero supiera toda la verdad. Que de una vez por toda todos se enteraran quien era su verdadero hermano.