Capítulo 4

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La habitación estaba tan oscura que no se sabía si eradía o era noche aun; Lucero se estiro lentamente, lo primero que vino a su mente fue a Fernando besando su cuerpo, acariciándola, haciéndola perder el control, abrió los ojos, como si con eso pudiera desaparecer esas imágenes. Aun podía sentir el olor de su piel sobre la de ella, era una sensación extraña, ella había pensando que iba a ser mas difícil, pero para ser sincera consigo misma había sido placentero, muy placentero.

 



Agradeció profundamente que el ya no estuviera en lacama junto a ella, así no se daría cuenta que tenía una sonrisa en su cara y que no podía borrarla de su rostro cada que una lluvia de imágenes de lo ocurrido entre ellos la llenaba. Se reprendió de nuevo, y se levanto, estaba completamente desnuda, volteo a ver donde rayos estaba su maleta la vio en una pequeña mesa en una de las esquinas de la habitación, al caminar hacia ella encontró las pruebas de que anoche no había sido un sueño.

 



El vestido aun estaba en el piso, al igual que la camisa y el pantalón de él, ni siquiera puedes levantar tu ropa por inercia levanto la ropa, tanto de ella como la de él, la acerco a su nariz, tenía su perfume, de nuevo imágenes de él enredado en su cuerpo la hicieron sentir electricidad en su cuerpo. Se sacudió esospensamientos y se fue directamente al baño. No tenía idea de lo que haría ahora que era la señora de Colunga, pero por lo pronto necesitaba darse un baño y vestirse.

 



Salió de la habitación, ahora la casa se miraba un poco más grande de lo que la había sentido la noche anterior, probablemente era porque estaba sola en ella, no había ningún ruido, se podía escuchar sus piesdescalzos golpeando la duela debajo de ella. Bajó las escaleras hasta la sala,
el campo de batalla donde había tenido que mentirle a Santiago ahora era una simple habitación en la que no había ningún otro ruido que el que ella hacia alatravesarla. Se fue en dirección a donde en la noche anterior la madre de Santiago se había perdido, entro al comedor, un comedor familiar para diez personas, color caoba como la mayoría de los muebles de la casa, daba la sensación de elegancia aunque tampoco tenían lujos excesivos. Lucero se atrevió a hablar en voz alta, tal vez por la siguiente puerta había alguien y si lohabía no quería asustarlo o asustarla fuera quien fuera.

 



-     Buenos días, ¿hay alguien en casa?

 



Nadie le contesto y ella siguió caminando, entro y viouna hermosa cocina, todo excesivamente en orden, parecía como si nunca se ocupara y sin embargo tenía un toque acogedor, que le recordaba un poco la cocina de su mama, aunque por supuesto que ellos jamás hubieran podido siquiera soñar ni con una cuarta parte de lo que era esa hermosa cocina.

 



Se recargo en la barra, sus hombros recargados en lasuperficie servían de base para que sus manos sostuvieran su rostro, aunque su mirada parecía estar estudiando la cocina minuciosamente en realidad Lucero pensaba en la serie de acontecimientos por los que había tenido que pasar en los últimos cuatro meses. Había dejado su casa, le había costado mucho trabajo que su padre le permitiera venirse a la gran ciudad, el decía que no era un lugar para una mujer sola, que los hombres tratarían de aprovecharse de ella de cualquier manera. Había sido cierto, se había dado cuenta en cuanto había llegado a la ciudad, pero jamás se lo menciono a sus padres, no podía porque entonces le regresarían a ese pueblo del que estaba cansada. Ella quería superarse ella quería alcanzar todos sus sueños. Los estudios le estaban saliendo más caros de lo que ella y sus padres tenían pensado, al principio supadre le estaba ayudando pero después su madre le había comentado que lo habían corrido y ella le mintió a su padre diciendo que había encontrado un gran trabajo en el que no iba a necesitar más de su ayuda económica.

El precio de tu amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora