Veintiséis

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-No estoy celoso.
-¿Entonces?.- lo miró con una cara graciosa.-
-Bueno, si estoy un poco celoso.- admitió.-
-Es sólo mi amigo.
-Los amigos no se hacen suyos en la noche.
-¿Me estabas Espiando?.- dijo riendo
-Un poco.
-A lo que se refería es que voy a salir con el en la noche, sin nadie más.
-Eso tampoco me agrada.- sonó la campana.
-Me tengo que ir, adiós. ¿Aún es un Tal vez a mi propuesta?
-Convence me más y te digo después.
- Bueno adiós José.- salió por la puerta y se dirigió a su clase de fotografía.

*-*-*-*-*-*-*-

Ya era descanso y se topó con Diego, fueron a una de las bancas de fuera y se sentaron a platicar.
-Tu andas rara y de ese rarismo de amor. Confiesa.
-No ando rara, así soy yo.
-Ya cuéntame. ¿Desde cuando me ocultas cosas?.- ella comenzó a dudar de si contarle o no

-No te oculto nada en serio.- dijo pero su amigo no le creyó.- bueno tal vez si me guste un chico...

-¿Quién?

-Se llama...- y antes de que le pudiera decir algo Rebeca se sentó a un lado de Diego.

-Hola Diego, creí que era mentira de que estabas en la escuela, ya sabes, uno se gradua para nunca volver a pisar una escuela pero tu, vaya, después de tu carrera en los negocios vienes aquí a cursar la escuela, de nuevo.

-Rebeca ¿ por que no vas a ofrecerte a otro lado?.- dijo Judith , pero Rebeca la ignoró y al parecer su amigo también.- Me voy.

-Judy aún no terminamos con la platica.

-Pues yo ya terminé nos vemos en la noche, en mi casa, lleva el DVD.

De su mochila sacó su iPod junto con sus auriculares y los coloco en sus orejas, fue fuera del edificio, luego caminó al campo y se escondió bajo las gradas.

Del bolsillo interno de su sueter sacó una cajetilla de cigarros y de ella uno con el encendedor cuadrado de color plata que había encontrado entre las pertenencias de su madre.

¿Cómo salir del laberinto?. Vino a su mente esa pregunta de aquel libro "Buscando Alaska"... ¿Derechito y Rápido?.

Ella había leído ese libro hace un tiempo y no se hizo muy fan de él, peor esa pregunta si que la intrigaba y aquella respuesta que Alaska le dio no era la que ella quería.

-¿Mi madre habrá salido del laberinto?.- Se dijo para ella misma mientras daba una calada.- ¿Yo saldré de ese laberinto?. Tal vez.

Se pasó lo que restaba de las clases fumando bajo las sin ser molestada por nadie, cuando la hora de salida se dio fue directo a su auto, lo encendió y arrancó con dirección a su casa.

Su casa vacia como siempre. Y en ese momento recordo aquel pedazo de esa canción que su papá ponía siempre que se emborrachaba y que describía el como se sentía en ese momento.

"De veras que todo sigue igual, los cuadros cuelgan de las paredes como tu los colaste, tus sandalias estan en su lugar y hasta tu bata de baño esta donde la pusiste tu..."

Una lágrima rodó por su mejilla. Estaba recordando a su madre y eso le dolía, no quería hacerlo más.

Su celular sonó.

-¿Hola?.- dijo con la voz quebrada y sorbió por la nariz.

-Judith... ¿Estas bien?.- le preguntó José por el otro lado de la bocina.

-Si.. yo.. estoy bien..- dijo lento y pausado, con inseguridad en cada palabra.-

-En serio Judith, ¿quieres que te haga compañia?.

-Yo... no.. no se....- soltó el llanto retenido con un ligero sollozo, pero no lloraba escandolosamente si no en silencio.

-Voy para haya.- colgó.

Minutos después sonó el timbre y ella fue a abrir, aún salían lágrimas de sus ojos, cuando abrió la puerta no lo miró, pero él no necesitó ni siquiera que le dijera algo, por que de inmediato la abrazó.

-Tranquila, yo estoy aquí.

*---**-*-*-

Cómo ya les dije, lo prometido es deuda, y aquí regresa 'Hey Judy'.

El desenlace de esta historia está próximo.

No se lo pierdan.

¡Hey Judy!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora