Capítulo 20 Pesadillas

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Narra: Sabo

Terminé de fregar los platos, y fui al salón a ver a Silvia.

La encontré dormida, y con la televisión encendida.
No quería despertarla, así que, le apagué la tele y la dejé dormir.

Me senté en el sillón y me puse a leer el periódico.

Nara: Silvia

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Estaba en el salón, pero estaba oscuro, y apenas se podía ver nada.

No había muebles, y los cuadros que adornaban las paredes habían desaparecido, lo que daba una sensación de soledad.

Escuché las voces de los chicos en la cocina, pero cuando traté de salir del salón no pude. Era como si una especie de barrera me impidiera el paso.

-Estas sola.-decía una voz a mis espaldas, pero cuando me giré, no había nadie.

Poco a poco, las paredes se fueron juntando muy lentamente. Me entró el pánico, y las lágrimas empezaron a salir de mis ojos.

Empezé a golpear la barrera que me impedía el paso, pero nada.

-Es inútil, eres demasiado débil.

Débil. Esa palabra que odiaba con toda mi alma, y a la vez temía.

Ví al otro lado de la barrera a los chicos. Estaban ahí, hablando y riendo, como siempre.

Los llamé a gritos, golpeé aún más fuerte la barrera, pero nada.

-¿No me has entendido?-preguntó la voz, burlona-Estas sola, ellos no te oyen.

Las paredes estaban cada vez más juntas, y yo me quedaba sin espacio.

Seguí gritando y golpeando desesperadamente las barrera.

Observé como al otro lado, los chicos se marchaban, sin percatarse de que los llamaba a gritos.

Caí de rodillas al suelo y seguí llorando.

-No le importas a nadie. Estas sola.

Las paredes empezaban a tocarme, y entonces empezé a oír una voz diferente a la primera.

-¡¡Silvia!!-el propietario de la voz parecía alarmado.

-¡¡Silvia!!

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-¡¡Silvia despierta!!

Abrí los ojos y me incorporé de golpe.
Noté mis mejillas húmedas, y enseguida recordé la pesadilla.

Vi a Sabo sentado a mi lado del sofá con cara de preocupación, y no dudé en lanzarme a sus brazos.

Estuve sollozando un buen rato, mientras Sabo me acariciaba el pelo.

-¿Has tenido una pesadilla?-preguntó sin dejar de acariciarme.

Yo negué.

-No era una pesadilla, era real. Las paredes se juntaban y yo os llamaba pero no me escuchabaís. Estaba sola.

-Pero tú no estás sola. Nos tienes a nosotros.-me consoló Sabo.

Pese a que lo que decía Sabo era vedad, no me consiguió consolar. Estuve casi diez minutos más sollozando, y Sabo se quedó conmigo, sin moverse ni un milímetro.

Cuando, al fin, me calmé me di cuenta de la escenita que acababa de montar delante de Sabo.

Me separé de él, y me terminé de secar las lagrimas.

-Perdonamé. Por la escena que he montado-aclaré al ver la cara de desconcierto de Sabo.

-No tienes porqué disculparte-me dijo Sabo con una sonrisa.-Todos tenemos pesadillas y miedos.

Mostré una sonrisa a modo de respuesta, y en ese momento tocaron a la puerta.

-Deben de ser Nami y Robin, que vienen a llevarte de compras.- me informó Sabo.

-¿Podrías decirles que no iré con ellas de compras?-le pedí- No me apetece salir ahora mismo.

-¿Y qué les digo?

-Diles que no me encontraba bién y que me he acostado.

-De acuerdo.

Escuché como Sabo les explicaba lo que pasaba y las quejas de Nami, y luego la puerta cerrandose.

Sabo volvió, y se sentó a mi lado.

-¿Ya estás mejor?-preguntó sin perder su sonrisa.

-Sí, y perdón otra vez por la escenita.

-Ya te he dicho que no pasa nada. Pero, solo por curiosidad,¿esto te pasa a menudo?

-¿Lo de las pesadillas? No. Solo de vez en cuando.

-Ya veo. ¿Lo sabe el viejo?

-¿Te refieres al abuelo?-él asintió- No, pero tampoco tiene por que saberlo. No quiero que se preocupe por cosas sin importancia.

-No creo que tus miedos sean cosas sin importancia, pero es tu decisión. No le diré nada.

-Te lo agradezco.-dije con una sonrisa.

-Pero, no acabo de entender del todo tu pesadilla.

-¿Y qué es lo que no entiendes?

-Esta claro que tienes miedo de...

-Yo no le tengo miedo a nada ni a nadie.-lo interrumpí-Que quede bién claro.

-Esta bién. Digamos mejor que no quieres quedarte sola. Pero lo que no entiendo es lo de las paredes.

-Tengo claustrofobia-dije avergonzada.

-No lo sabía.

-Nadie lo sabe, solo el abuelo.

-¿Y porqué no nos lo dijiste?

-Porque no quiero parecer débil.

-No eres débil por tener miedos.

-Sí lo soy.-afirmé firme a mi palabra.

Me levanté del sofá y me fui hacía las escaleras. Sabo me siguió.

-Silvia-me llamó.

-Me voy a dar un baño. De aquí a un rato Luffy vendra con sus amigos para que nos vallamos al parque de atracciones y quiero prepararme.-le informé.

-No tienes que ir si no te apetece.

-No te preocupes.-dijé, y me fui a mi habitación.

Llené la bañera con agua y espuma, y me metí poco a poco.

Pensé en la pesadilla, y me estremecí con solo recordarla.

-Hacía mucho tiempo que no me pasaba-pensé desanimada-¿Porqué demonios tienen que volver los malos recuerdos? Justo ahora que estoy empezando a vivir tranquila.

Estube en la bañera como media hora, pero no me impotó mucho. Total, el agua no la pago yo, aunque suene egoísta por mi parte.

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¡¡Por fin!! He intentado publicar este capítulo como mil veces, pero no se que pasaba que no se me publicaba.

Bueno,¿Y que os parece? Silvia con claustrofobia, ni yo me lo hubiera imaginado.

No os olvideis de votar y comentar el capítulo, se despide onep1052☺



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