Todo comenzó tras una nueva mudanza. Era como siempre salvo que esta vez cambiaba de país. Casi siempre conseguía adaptarme, pero en seguida tenía que volver a mudarme. Nunca conseguía hacer amigos a los que pudiera considerar amigos, por lo que casi siempre estaba sola. Con el tiempo me acostumbré a esa soledad constante.
La idea de mudarme a otro país no me entusiasmaba mucho porque conocia bastante bien eso de empezar de nuevo, y sabía lo mal que lo pasaba al pricipio, ya que yo no era muy sociable. Me volví más reservada desde la muerte de mis padres y mi entrada en el orfanato cuando tan sólo tenía 5 años. Recuerdo esos momentos en los que ningún miembro de mi familia quería hacerse cargo de mi. Todavía sigo teniendo pesadillas al recordar eso. Desde ese momento me comporté con más frialdad con todas esas personas que estaban dispuestas a adoptarme. Cambié hasta 4 veces de padres, hasta que apareció una pareja joven muy decidida en hacerlo.
En esos momentos yo acababa de cumplir 17 y pensaba que ya nadie me adoptaría y que cuando cumpliera los 18 podría ya al fin marcharme de ese lugar.
Matthew y Samantha se llaman las personas que están decididas a adoptarme y llevarme con ellos a un país nuevo. Piensan llevarme a Canadá.
Cuando ya se convirtieron en mis tutores legales, después de una semana nos mudamos a una pequeña casa unifamiliar de un pequeño barrio a las afueras de Toronto.
Ese gran cambio me dejó un poco descolocada y me costó un poco adaptarme a Canadá.
No sabía por que motivo me habían adoptado, pero tampoco estaba dispuesta a comunicarme con ellos más de lo necesario. Me negaba a hablar con cualquiera, me había refugiado en la pequeña burbuja de mi mente. Solamente quería que pasara un año para poder hacer lo que yo quisiera y no tener que depender de nadie.
Tras pasar dos semanas practicando el idioma y manejándolo con una ligera fluidez, me matriculé en el instituto para cursar mi último año.
Primer día en otro nuevo instituto. Iba a hacer lo que siempre hacía que era sentarme en el lugar más apartado de todos y hablar solo cuando fuera necesario. No quería llamar la atención.
Entro por dos grandes puertas de metal que dan a un gran pasillo central que conduce a casi todas las pricipales aulas. Nada más entrar decido ir a buscar al director o a alguien parecido para que pueda darme mi horario, asi que me dirigo hacia la recepción donde se encuentra una mujer rubia con cara de pocos amigos.
-Hola quisiera saber donde se encuentra el despacho del director.
-Sigue el pasillo hasta el final y la segunda puerta de la izquierda.
-Gracias.
Me sorprendo al ver que parece que entiendo el idioma. Sigo el pasillo haciendo caso de las indicaciones de aquella rubia. Cuando llego junto a la puerta toco para ver si hay alguien. Parece que si asi que abro la puerta y entro. Hay un hombre de 35 años más o menos, con traje, que parece estar regañando a un chico al cual no le veo la cara ya que al estar de espaldas y con una gorra me impide ver alguna parte de él. Asi que pido disculpas y salgo del despacho. Espero sentada en una butaca que se encuentra junto a la puerts a que salgan. Tras diez minutos se abre la puerta y aquel chico sale a grandes pasos pasos malhumorados del despacho, pienso entonces para mis adentros que será mejor que me mantenga alejada de ese tipo de personas. Entro y cierro la puerta del despacho.
-¿A qué ha venido usted a mi despacho señorita?
-Soy nueva en el instituto y quisiera saber donde conseguir mi horario.
-¿A si que es usted la nueva alumna?
-Si
-Vale, acompañeme y le conseguiré el horario y le enseñaré las instalaciones.
Decido que no quiero hacer el tour por el instituto.-Gracias pero yo creo que con soll el horario me las apañaré.
-Bueno eso ya lo que usted prefiera. Venga conmigo.
Salimos del despacho y nos dirigimos a una puerta en la que pone administración. Entramos y el director busca entre un montón de formularios ordenados en pequeños montones. Coge unos papeles y me los entrega. Los miro asi por encima. Me dirijo a salir y el director se ofrece para acompañarme a la clase.
Cuando llegamos a una puerta verde con un cristal rectangular a modo de ventana, el director abre la puerta y me ofrece entrar primero. Tras cruzar el umbral de la puerta me encuentro con un montón de alumnos y a una profesora que parece un poco consumida de dar clase. El director me presenta.
-Esta es la nueva alumna que se incorpora a este curso, se llama...-deja la frase sin acabar, ya que en ningún momento me preguntó mi nombre.
-Ariel Einter- le termino yo la frase para que no quede mal.
-Encantada Ariel, ven pasa y sientate donde haya un hueco- me indica la profesora, pero solo veo uno, y es junto a aquel chico que me encontré en el despacho del director. Me acerco hasta mi sitio y me siento, la profesora intenta hacerme participar en clase, pero la verdad es que yo no quiero, así que la ignoro y me sumerjo en el interior de mi mente, pero una voz que procede de la mesa de al lado no me deja.
-¿Asi que eres nueva eh? ¿de donde eres porque no me suena haberte visto por el pueblo?
Decido no hacerle caso, ya que solamente quiero poder pasar este dia cuanto antes.
-¿No quieres contestar?-Sigo sin dar respuesta- No te preocupes conseguiré que lo hagas.
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Troublemaker
FanfictionCreía que mi vida ya no tenía ningún sentido, y lo más sensato que se me pasó por la cabeza en ese momento de incompetencia fue el suicidio. Pero tras mi encuentro con él aquella noche lluviosa de invierno hizo que cambiara todos los esquemas de mi...