Vamos en el coche. Ahora soy yo la que no puede parar de mirar a Bieber. Quiero saber algo, pero parece muy concentrado en la carretera y en sus pensamientos, aunque todo eso con una amplia sonrisa. No puedo descubrir lo que piensa.
-Venga dime a dónde vamos.-Le suplico como una niña pequeña.
-No.
-Porfa.
-No, no insistas. Quiero que sea una sorpresa.
-Jo.-Digo cruzando los brazos con cara de enfado.
-Además, vas a tener que vendarte los ojos.
-¿Cómo?
-Lo que oyes.-Dice parando el coche en la orilla de la carretera.
Saca un pañuelo de su bolsillo.
-Ven aquí.
No opongo resistencia, aunque esto aumenta mis ganas de ver lo que es.
El precioso día se convierte para mí en la oscuridad que me ofrece el pañuelo de Bieber.
-Ahora sí.-Dice terminando de anudar el pañuelo en la parte trasera de mi cabeza.
Arranca de nuevo y continuamos. Justin pone música. Lo agradezco, porque tanto silencio tendía a ponerme de los nervios.
Si no supiera que me espera una sorpresa seguro que me habría dormido en el coche, entre la música y el tranquilo conducir de Bieber, me estaba relajando. Pero mi subsconsciente no paraba de mandarme el mensaje de que me esperaba una sorpresa.
Tras un viaje de quince minutos, Justin detiene el coche.
-Ya hemos llegado.
-¡Por fin!-Exclamo.
-Si, pero todavía no puedes quitarte el pañuelo.
Oigo como Justin sale del coche. Abre mi puerta y me ayuda a salir.
-Vamos.-Dice entrelazando mi brazo con el suyo.
Voy dando pasos de ciego. Tengo miedo de caerme. Justin me detiene. Suelta el pañuelo que cubren mis ojos. Tardo un poco en acostumbrarme a la luz. Consigo ver donde nos encontramos. Estamos en una playa.
-Aquí estamos preciosa.
Es una playa bastante escondida. Es preciosa. Sólo se ven un par de casas a lo lejos. Es el sitio que describe perfectamente a la palabra tranquilidad.
-¿Qué te parece?
-Es preciosa Justin.-Hace que se me salten unas lágrimas. Nunca nadie me había llevado a un sitio tan especial.
-No llores.-Dice secando las lágrimas que corren por mis mejillas.
Está a escasos centímetros de mí. Juntamos nuestras frentes. Justin agarra mi mejilla y me acerca hasta sus labios. Es un beso dulce, pero no como los que me había dado antes. Este es especial. Parece desear más mis labios. Es como si los besara de una manera diferente, pero no me importa.
Agarra mi mano y caminamos por la playa. Las olas del mar rompen contra la orilla y borran nuestras huellas. El agua está un poco fría, aunque con el calor de Bieber casi ni lo noto.
-¿Tienes frío?-Dijo abrazándome.
-Un poco pero tú haces que se me pase.-Me abraza más fuerte.
-Ven acompáñame.-Dice tirando de mi brazo.
-¿A dónde vamos?
-A calentarnos un poco.
Justin me conduce hasta una casa que hay junto a la playa. Es pequeña, pero parece acogedora. Entramos y confirmo lo que pensé. Es muy bonita. Tiene las paredes de color blanco y algunas fotos colgadas en ellas. En muchas se ve a un niño rubio de ojos azules.
-¿Quién es?-Digo señalando una de las fotos.
-Es mi amigo Ryan. La casa es de sus padres pero me la ha prestado.
-Ah, es muy guapo.
Justin pone cara de pocos amigos al escuchar mi comentario.
-Pero no tanto como tú.
Me levanta y me hace girar. Me río. Cuando me baja le beso. Nunca me cansaría de hacerlo.
-Ven te quiero enseñar una cosa.
Subimos las escaleras hasta la planta superior de la casa. Me lleva hasta una habitación desde la que viene mucha luz, es debido al sol.
La habitación tiene un gran ventanal por el que se ve toda la playa. Hay un sofá frente a ese ventanal y en el suelo hay una manta con comida.
-Justin es...-Silencia mis labios con su dedo.
-Lo sé. La primera vez que lo ví supe que este sitio era especial y maravilloso y que traería aquí a la persona que fuera igual que esta vista, y esa eres tú.
Las lágrimas vuelven a salir de mis ojos.
-No llores. No quiero ver esos ojos rojos. Quiero verlos tal y como son, preciosos.-Me abraza y pego mi cabeza en su pecho. Intento dejar de llorar pero recordar todo lo que me ha dicho, esas bellas palabras hacia mí, hacen que no pueda parar.
Por fin consigo dejar de llorar. Nos sentamos sobre la manta. Justin se apoya sobre el sofá y hace que me siente entre sus piernas. Me ofrece de comer, pero no tenía hambre. Él sólo come una fresa. Se recuestra contra el sofá y me recuesta a mí sobre él. Entrelazamos nuestros dedos y nos quedamos mirando como el sol se iba poniendo poco a poco.
Todo era perfecto. El silencio que solo moría con nuestra respiración. Aquella luz que se volvía cada vez más anaranjada. Quería congelar ese momento. Vivir ese momento siempre.
*RING RING*
¡Vaya! En el momento más oportuno suena mi móvil. Suelto los dedos de Justin y lo cojo.
-Ariel ¿Dónde estás? Tienes que volver en seguida a casa. Tenemos que hablar.-Es Matt.
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Troublemaker
FanfictionCreía que mi vida ya no tenía ningún sentido, y lo más sensato que se me pasó por la cabeza en ese momento de incompetencia fue el suicidio. Pero tras mi encuentro con él aquella noche lluviosa de invierno hizo que cambiara todos los esquemas de mi...