Parte 34

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Creo que mi cabeza va a explotar en algún momento. No puede ser que pase toda una vida pensando en alguien, y de repente otro se aparece, me enamora, y me besa. Le doy muchas vueltas al asunto y nunca logro entender algo, por mas mínimo que sea. Amo a Samuel, pero creo que me estoy dando cuenta que no como novios, mas bien como amigos... ¡¡¡NO LO SE!!! Estoy frustrada, angustiada, podría largarme a llorar a hora mismo, pero un medico me lo impide.

-Ya puedes ir a verlo señorita.

-Gracias- me paro y me dirijo a la puerta donde se encontraba la habitación de Samuel. Al entrar lo veo que esta sentado en la cama, no veo mucho mas, salí corriendo a abrazarlo. No se si esta dormido o no, pero me importa poco. Quiero tenerlo en mis brazos, saber que esta bien, por mi propia cuenta. Necesito que este bien. Unos segundos después, sus brazos me rodean. Gracias, esta bien. No puedo evitar que una lagrima recorra mi mejilla.

-Hola- dice el. Su voz suena áspera, y cansada.

-Hola- lo mire a los ojos si separarme de el -Estas bien, por suerte.

-Si, si lo estoy.

Me siento a un lado de la camilla, quiero hablar con el, y que me cuente él me cuente lo que le paso

-¿Por qué saliste a tomar?- le pregunto- Y dime la verdad.

-Pues...

-La verdad.

-Luego de que aparezca ese imbécil en la entrada de tu casa, me puse, solo un poco, celoso. Me dirigí a un bar y tomé un poco de más. Al querer volver a mi casa, recogí mi auto y... creo que ya sabes que pasó.

-Pero... ¿Por qué tu única solución fue tomar?- le digo con un poco de rabia en la voz

-No lo se... estaba muy enojado.

-¿¡Que!? Mira: Mi papá murió de cáncer. Luego Sara se quiso suicidar. Mi mamá murió. Me fui a vivir con mi tío y su insoportable familia. Descubrí que soy adoptada, que mi mamá es mi profesora de historia. Que mi falsa mamá era mi tía. Luego me mudé con mi mamá- Al nombrar todos los sucesos de mi familia mis lágrimas mojaron todas mis mejillas. Me habia enojado en serio- Todo eso lo superé con calma y paciencia, y no me fui a tomar a un bar creyendo que las cosas se solucionarían. Fue muy inmaduro de tu parte hacerlo.

-¡¡Yo no soy inmaduro!!- me grito. Para ese momento ya estaba parada de mi asiento. Mis uñas se clavan en mi piel al tener los puños cerrados con tanta fuerza.

-¿Ah si? Y que me dices de nosotros. Nunca tuviste las agallas como para decirme que te gusto, o aunque sea que me quieres. Todo un año pasó. En cambio llega Tobías. Me lo dijo en la cara. Me dijo que me quería, que me amaba. ¡Me beso! Mientras tú te estabas tomando unas cuantas cervezas en un bar creyendo que después de eso tu vida sería color de rosas. Eres inmaduro. Piénsalo- me duele decirle todo esto. En verdad lo quiero. Pero el chico se merece una lección.

-¡¡Basta!!

-Eres grande. Pero por tu actitud no lo pareces.

Salí de la habitaron pegando un portazo a la puerta, llorando, diciéndole al medico que la hora de la visita de había acabado.


Una estrella sobre Paris Donde viven las historias. Descúbrelo ahora