2-. La fiesta de bienvenida.

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Me dirigí en primer lugar a lo que Newt había llamado la casa de sangre. Sólo el nombre ya me daba repeluco. Allí me encontré al chico moreno, el cual se había presentado como Winston.

-Hola, Kate. ¿Qué tal con Alby?-preguntó Winston.

-No estuve mucho tiempo con él, por suerte.-respondí.

-No te habrá contado gran cosa, supongo.

-Sólo lo que hace esa caja, cuando llegasteis aquí y el nombre de este lugar. Ah, y la regla más importante. Casi le tuve que pedir que parara... Demasiada información para mis oídos.-dije de forma sarcástica. Decidí no contar a nadie lo que Newt me había dicho. No sabía si verdaderamente se había ido de la lengua o no, y no quería meterle en problemas.

-Bueno, Alby no es la sutileza en persona, y lo pasa realmente mal con los verduchos. El mes pasado con Newt fue igual. No sabe qué deciros. No quiere ser el culpable de que tengáis pesadillas la primera noche.

-¿Por qué iba a tener pesadillas? ¿Tan malo es este lugar?

-Las respuestas a su debido tiempo, Kate. No seas impaciente.

-Ya, es muy fácil decirlo.-respondí decepcionada. Esperaba que Winston me diese algo más de información.

Estuve un rato más en aquel lugar charlando con Winston sobre nada en especial hasta que, viendo como degollaba a una pobre cabra, decidí dejar la casa de sangre y dirigirme hacia el huerto. Creía recordar que era Zart quien trabajaba en aquel lugar y, en efecto, cuando llegué vi a aquel chico de pelo rizado y rubio. El chico me miró y sin decir una sola palabra volvió a su trabajo. Entonces recordé que Winston me había avisado con anterioridad de que mi nuevo compañero no era precisamente muy hablador.

-¿Zart, verdad?-pregunté tímidamente. El chico movió la cabeza afirmativamente.-Bien y... ¿qué haces aquí?-no sabía exactamente qué preguntar.

-Cultivo tomates.

-¿No tienes flores en el huerto?

-Allí.-dijo señalando un pequeño rincón con unas cuantas flores. Realmente aquel rincón daba pena.

-Oh, muy... muy bonitas.-dije intentando parecer amigable.

-Gracias.-era realmente difícil hablar con ese chico, así que decidí ir directa al grano.

-Oye, ¿sabes qué hay detrás de esas paredes?

-Sí.

-¿Y qué es?

-No te lo voy a decir.-aquel chico me estaba sacando de quicio.

Tras unos pocos minutos viendo como plantaba algunas semillas, decidí ir al lugar llamado la sala del cambio. Jeff trabajaba allí como mediquero. El chico parecía bastante ocupado ordenando una de las estanterías.

-Hola.-saludé. Jeff parecía no haberme visto cuando entré.

-Ah, hola Kate.-respondió Jeff.-Perdona que no esté muy atento, ando bastante ocupado.

-Ya lo veo, no te preocupes.

-¿Qué te trae por aquí?

-Estoy dando una vuelta a este lugar. Supongo que tendré que conocer a mis nuevos compañeros.

-Sí, te queda una larga temporada aquí con nosotros, chica.

-¿Sabes cuánto tiempo tenemos que estar aquí?

-No, y aunque lo supiera...-intentaba decir Jeff

-Tampoco me lo dirías. Lo capto. Oye, ¿qué son esas jeringuillas?

La corredora del laberinto (TMR Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora