8-. Elección.

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El día siguiente transcurrió como el anterior. Alby sacó a Minho del trullo con el tiempo justo de desayunar y salir al laberinto. Por lo visto había pasado una noche de escándalo rodeado de arañas y lagartijas. "Aquel sitio es peor que la clonc de vaca" dijo mientras desayunábamos.

Se pudo notar la tensión entre Minho y George, aunque este último ni siquiera tuvo la valentía de mirar a su mentor a la cara. Una vez terminamos de desayunar, los seis corredores salimos al laberinto. Y el día en él fue exactamente igual que el anterior, solo que aquella vez Newt cambió de ruta. Cada vez las paradas duraban menos. Era realmente agotador, pero me impresionaba la forma en la que Newt corría sin parar y sin dudar en ningún momento sobre qué camino tomar. Seguimos corriendo hacia el oeste para llegar al Claro por la puerta norte.

-¿Algo nuevo que hayas notado hoy?-pregunté mientras nos dirigíamos hacia la sala de mapas.

-Lo mismo de todos los meses.-respondió con un tono aburrido.

-Oye, ¿cómo sabes qué camino es el que tienes que tomar en todo momento?

-Manía, costumbre... Son nueve meses Kate. ¿Y tú? ¿Cómo te ha ido hoy?

-Bien, igual que ayer. Además, la compañía siempre ayuda.-creí que eso último había sido un pensamiento pero a juzgar por la sonrisa de Newt, lo dije en voz alta.

-Sí, la compañía siempre ayuda.-en efecto, lo había dicho en voz alta.

Cuando llegamos a la sala de mapas, George, Minho, Ben y John ya estaban allí. Cuando terminamos nuestros quehaceres en la sala de mapas y nos dirigíamos a la cocina para cenar, Alby se llevó a Minho nuevamente al trullo. Gally le llevó la cena a Minho una vez que todos habíamos terminado con la nuestra.

Todo iba sobre ruedas. Por fin había conseguido lo que quería desde que llegué allí: ser corredora. Teniendo en cuenta que estaba encerrada en un laberinto, era bastante feliz. Me sentía útil ya que por fin hacía algo para ayudar a resolver aquel enigma, y estaba rodeada por amigos a los cuales no cambiaría por nada. Y si eso no era suficiente, durante todo aquel mes, compartí todas y cada una de mis mañanas y tardes con el chico rubio. Además de salir de ese maldito laberinto de una vez, no podía pedir nada más.

Lo único que parecía empeorar conforme me iba adaptando al laberinto eran las pesadillas. Cada vez eran más abundantes, largas y terroríficas. Cada noche veía a los laceradores con mayor nitidez que la noche anterior. Alguna que otra noche soñaba que conseguíamos escapar del laberinto, y que fuera de él nos esperaba un mundo lleno de laceradores. Laceradores en China, laceradores en España, en Inglaterra, en Argentina, en Ecuador... Otra de las noches soñé que no llegué al Claro a tiempo, y tuve que intentar sobrevivir en el interior del laberinto. Y casi lo consigo. Justo antes de que las puertas del Claro se abriesen nuevamente, un lacerador apareció de la nada y me zampó de un bocado. El grito que tuve que dar en la Hacienda fue tremendo porque, pocos segundos después de despertarme de aquella pesadilla con el rostro empapado en lágrimas, escuché abrirse una puerta y unos pasos hacia mi habitación. Me levanté rápidamente para secarme la cara con una pequeña toalla cuando Newt irrumpió en mi habitación.

-¡¿Kate qué pasa?!-gritó Newt.

-Nada, es que...

-¿Cómo que nada? Acabas de dar un grito que me ha puesto la carne de gallina.-pude notar la enorme preocupación que tenía en el tono de su voz.

-Es que me he levantado a oscuras y me he dado un golpe.-mentí con la primera excusa que apareció en mi mente.

-¿Con qué?-preguntó el chico rubio extrañado mirando a su alrededor. Además de una cama y una estantería, no había nada en aquel lugar con el que pudiese haber tropezado.

La corredora del laberinto (TMR Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora