19-. Tim.

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Aquella vez no pude escaparme, y tal y como Jeff me ordenó, fui a la sala del cambio en cuanto terminé de comerme aquella manzana. Cuando llegué, tuve que esperar varios minutos a que los mediqueros terminasen de curar a los cortadores. Raro era el día que algún cortador no se pasaba por la sala del cambio para que o Jeff o Clint le curasen las heridas. Aquellos malditos siempre se propinaban buenos golpes con los cuchillos mientras mutilaban a los animales. En aquel momento eran Winston y Leo los que estaban siendo tratados por los mediqueros, aunque los otros tres cortadores, Calvin, William y Paul, también frecuentaban el lugar de trabajo de Jeff y Clint. Leo tenía los ojos oscuros y rasgados, pelo largo, rizado y también oscuro, y una altura mediana. Calvin era rubio con ojos celestes, y considerablemente bajito. William tenía el pelo corto y castaño claro, casi del color de la miel. Sus ojos eran azules y era bastante alto. Paul, por su parte, contaba con los rasgos típicos de India, piel tostada, ojos oscuros y pelo negro y ondulado.

-Hay que ver Winston. Eres el guardián de los cortadores y pasas más tiempo en la sala del cambio que en la casa de sangre.-dije cuando entré en el lugar y sonreí. Winston captó la broma y sonrió también.

-Al menos a mí no me da miedo que me curen.-respondió riendo.

-Menudo golpe más bajo.-ambos reímos aún más fuerte-No es que me de miedo, es que no me gusta perder el tiempo.

-Excusas, excusas.-contestó Winston.

-No digas tonterías Kate, ¿o es que ya no te acuerdas cuando nos pediste que te sedáramos porque se te había roto la muñeca y teníamos que recolocar los huesos?-dijo Clint burlándose.

-¡Oh venga ya! ¿Me vais a recordar ese momento durante toda mi vida?

-Sí, por supuesto que sí.-respondió Clint riendo.

-Pero después no fue para tanto, ¿a qué no? Te quejaste solo un poco.-añadió Jeff.

-No suelo quejarme en realidad, y lo sabéis. El problema es que... Digamos que me cuesta arrancar.

Continuamos charlando y bromeando hasta que los mediqueros terminaron con Winston y Leo. Cuando los últimos salieron, Jeff me indicó que podía sentarme en la camilla para atender aquel infectado corte. Mientras tomaba asiento en el lugar que Jeff me había dicho, otro recuerdo asaltó mi mente. Un recuerdo situado en los tiempos en los que teníamos tres, y no dos, mediqueros en la sala del cambio.

...

-No me gusta nada. En absoluto.-comentó Ben en la fiesta de bienvenida de Tim, el verducho que llegó cuatro meses después de la muerte de George-Sólo hace falta mirarle la cara. Sus facciones, la forma en que parece que nada le interesa. Va tan tranquilo y no lleva ni veinticuatro horas en este lugar. Ni siquiera su voz me agrada.

-¿Te ha pasado algo con él, Ben?-le pregunté extrañada. Como acababa de decir el pelirrojo, no llevaba ni veinticuatro horas en el lugar, y ya hablaba así de él. Algo tendría que haber visto mi amigo, puesto que era una de los clarianos más amigables. Muy pocas veces se le escuchaba decir una mala palabra, o hablar mal de alguien.

-Sí. Me ha pasado que ha subido en la caja y que tendremos que aguantarle hasta Dios sabe cuándo.

-Tío, ¿te ha picado un lacerador? ¿Qué te pasa?-preguntó Minho tan extrañado como yo.

-Nada, simplemente que ese Tim no me gusta nada.

La fiesta continuó y todos la disfrutamos. Cuando llegó la hora de dormir, Zart, Winston y Nate se dispusieron a apagar el fuego, y decidí unirme a ellos.

Cuando terminamos, nos encaminamos hacia la Hacienda. Mientras me dirigía al lugar, noté como la mirada del verducho se clavaba en mí, como si quisiese erosionarme la cabeza. Eliminando todo pensamiento de mi mente, anduve hacia la Hacienda, subí los dos pisos y entré en mi habitación, donde Newt esperaba andando de un lado hacia otro.

La corredora del laberinto (TMR Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora