Mientras seguía sumida en mis recuerdos, el resto de corredores fueron llenando la cocina, a excepción de Ben y Tony, a los cuales les tocaba su día libre. Después de los dos meses de supervisión en los que acompañé a Nate, (tras los cuales creamos un fuerte vínculo), y casi otros tres meses entrando sola a aquel lugar, decidimos comenzar a trabajar por parejas, y fue a partir de entonces cuando Minho y yo comenzamos a inspeccionar el lugar juntos. Durante todos los meses que iban pasando, muchos eran los clarianos que se presentaban a las pruebas de corredor. Por supuesto, no todos las pasaban. Ni la mitad de los que se presentaban, en realidad. Muy pocos eran los que resultaban elegidos, y para nuestra desgracia, más de los que queríamos resultaron muertos o pinchados.
-¡¡Buenos días!!-saludó Minho tan energético como siempre mientras él y Nate se sentaban a mi lado para tomar el desayuno.
-Buenos días Min.-respondí alegremente.
-Hoy solo turno de mañana. Estoy empezando a cogerle el gusto a estos días, ¿sabes?-dijo Minho. Los días en los que un nuevo verducho llegaba, los corredores permanecíamos en el Claro cuando regresábamos para almorzar, ya que debíamos estar allí cuando la caja subiese.
-Y que lo digas.-dije.
-Dios, piénsalo. Llevas casi tres años entrando al laberinto, tío. No sé cómo no te has vuelto loco.-comentó Nate.
-Porque ya venía loco de fábrica.-respondí, y los tres comenzamos a reírnos.
Connor, James y Dylan también nos acompañaron mientras todos desayunábamos alegremente. Habíamos conseguido crear un clima perfecto entre todos los corredores, y nunca faltaban las risas siempre que todos nos reuníamos. Mientras terminábamos nuestra comida, Alby, Newt y algunos clarianos a los que les gustaba madrugar, (cosa que jamás entendí), fueron comenzando la actividad diaria en el Claro.
Ya con nuestras mochilas preparadas, Minho y yo nos dirigimos a la puerta este, donde, como cada mañana, Newt nos esperaba para despedirnos. Mientras mi amigo se terminaba de atar los cordones, el chico rubio me dio el ya típico abrazo mañanero.
-Ten cuidado y vuelve a tiempo.-dijo mientras me dejaba un beso en la frente.
-Lo tendré y lo haré.-respondí, acostumbrada a la misma despedida de cada día.
-Te espero para la hora de comer.
-Guárdame una ración doble para hoy.-respondí guiñándole un ojo, mientras me adentraba en el laberinto junto con el asiático.
Y así comenzó un día más, otro día de muchos. La rutina en el Claro se había establecido perfectamente. Cada clariano sabía dónde pertenecía, qué debía hacer y en qué momento. Todos habíamos aprendido a convivir juntos, aunque por supuesto, no faltaban las peleas.
La mayoría de los trabajos en el Claro eran realmente pesados. A nadie le hacía demasiada gracia pasar todo el día al sol plantando verduras y retirando malas hierbas. Tampoco era de agrado degollar y mutilar pobres animales, llenándote de sangre y cortes por todos lados por no saber usar los cuchillos de forma adecuada. También contábamos con un par de clarianos, David y Harry, que a decir verdad eran demasiado torpes, por lo que se encargaban de fregar los baños, limpiar los edificios y demás tareas que al resto de clarianos no les daba tiempo de llevar a cabo. David era de estatura mediana, ojos celestes casi transparentes y pelo corto y tan oscuro como el azabache, que hacía contraste con su clara piel. Harry era más alto que su compañero, y aunque este también tenía una piel clara y ojos celestes, el color de pelo de Harry era castaño oscuro. Los constructores también tenían un trabajo pesado, pues tampoco era fácil construir ni remodelar edificios. Aun así, el resto de clarianos afirmábamos que la mayoría de los constructores ocupaban ese trabajo porque no eran muy inteligentes. Sin embargo, tanto los mediqueros como los cocineros estaban bien contentos con su trabajo. Pero aunque la mayoría de los clarianos se quejaban de las tareas que debían llevar a cabo cada día, todos sabíamos que el trabajo más peligroso era el de los corredores. Por desgracia, George no fue el último corredor en morir en el laberinto, ni John el último en ser pinchado.
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La corredora del laberinto (TMR Fanfic)
Fiksi PenggemarKatherine llega al Claro recordando tan solo su nombre. El temor y la desesperación por no saber nada sobre su vida anterior irá desapareciendo conforme vaya conociendo a sus nuevos compañeros. Poco a poco este temor será sustituido por unas ganas i...