3-. La llegada de un nuevo verducho.

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Estaba de nuevo en aquella caja. ¿Qué había pasado aquella noche? ¿Por qué me encontraba de nuevo allí? De nuevo aquel movimiento brusco con el cual la caja comenzó a moverse. De nuevo aquel sonido de cadenas y poleas. Y, de nuevo, ahí estaba yo, acurrucada en una de las esquinas de aquel horrible lugar. Todo oscuro, todo de metal. Siempre ascendiendo. Los minutos que parecían horas y de repente todo en silencio una vez más. La caja había parado por fin. En algunos minutos la abrirían y Newt me ayudaría a salir de ella. ¿O sería otra persona? ¿Estaría en otro lugar diferente al Claro? Pasaron los minutos y todo seguía igual de oscuro. Ni un sonido, ni un atisbo de luz. La misma sensación de miedo que sentí el día anterior comenzó a correr por mis venas. ¿Por qué tardaban tanto? Más minutos pasaron y nada cambió. Quizá llevaría allí dos o tres horas cuando me levanté y comencé a gritar.

-¡Socorro! ¡Qué alguien me saque de aquí! ¡¿Hola?! ¡¿Hay alguien?! ¡¡Socorro!!.-grité.

Nada. Todo seguía igual de oscuro que al principio. Me senté de nuevo en aquella esquina, me tapé la cara con las manos y comencé a llorar.

Me desperté sobresaltada. "Un sueño", pensé. "Era solo una pesadilla, sigo en el Claro, no estoy en ninguna caja". Entonces abrí los ojos, y así era. Estaba tumbada en mi hamaca, con las mejillas empapadas por las lágrimas. Había estado llorando realmente durante aquella estúpida pesadilla. Respiré hondo para calmarme y sequé mi rostro de aquellas lágrimas. Si quería ser corredora no podía dejar que nadie me viese llorar. Tenía que ser fuerte. Comencé a mirar el cielo del Claro. Estaba a punto de amanecer. Cuando estaba de nuevo sumida en mis pensamientos, la puerta de la Hacienda se abrió, haciendo que me sobresaltase de nuevo. Era Minho.

-Día dos, verducha. Levántate y brilla.-saludó el chico asiático con su ya típica sonrisa.

-¿Esos van a ser tus "buenos días" de cada mañana?-pregunté.

-Hasta el día en que pierda la cuenta.-respondió riendo.- ¿Estabas despierta?

-Sí, me desperté hará cuestión de minutos.

-¿Y cómo has dormido?

-Con los ojos cerrados.-me burlé. No quería mencionarle a nadie lo de mi pesadilla. Minho río a carcajadas.

-Sí, yo también. Curioso, ¿no?-siguió riendo mientras se dirigía a la cocina. Eso hizo que escuchase por primera vez en el día a mis tripas, que me rogaban que les diese algo de comer. Entonces me levanté de aquella hamaca y fui en dirección a la cocina.

-Buenos días Minho, Kate.-saludó Fry, que ya había preparado el desayuno.

-¿Cuánto tiempo llevas despierto?-pregunté extrañada. Ya llevaba un buen rato despierta cuando Minho abrió la puerta de la Hacienda, y no había escuchado a Fry salir de ella.

-Un par de horas. Me gusta madrugar.-respondió Fry.

-Frytanga es el más trabajador de todos, sin duda.-dijo Minho mientras tomaba su desayuno y se sentaba en una de las mesas. Le imité.-Bueno, verducha, hoy Alby te contará todo lo que quieras saber.

-Me gustaría saber cuándo dejaréis de llamarme verducha.

-El mes que viene, supongo.

Mientras Minho y yo seguíamos hablando amistosamente, Ben y Newt entraron en la cocina. Ambos cogieron sus desayunos y se unieron a nosotros.

Pude suponer que tanto Fry como los corredores madrugaban un poco más que el resto de los clarianos. Los cuatro continuamos hablando hasta que Alby me llamó desde fuera de la cocina.

La corredora del laberinto (TMR Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora